Entrevista personal-profesional con la Dra Orlanda Varela
Hay muchos mitos sobre la profesión del psiquiatra, que si desarrolláis la capacidad de adivinar el pensamiento y no podéis dejar de ejercer ni cuando os tomáis unas cañas con los amigos, que si escuchar tantos problemas os vuelve más locos... ¿Cómo es ser "loquero"?, ¿de verdad afecta?
¡Buf! ¿Por dónde empiezo?, ser psiquiatra es una profesión maravillosa, a mi me encanta. Por supuesto que ves cosas en tu día a día que analizas desde lo que sabes de la vida y de la naturaleza humana por tu profesión, igual que un mecánico cuando escucha un ruido en el motor tiene más información que alguien que, como yo, no tiene ni idea del tema. Pero yo, desde luego, no voy proponiéndoles a mis amigos que cambien el ventilador antes de la próxima ITV.
Y la bola de cristal… Me temo que a mi no me la dieron con la especialidad, ja, ja. Aunque, bien pensado, creo que prefiero no tenerla.
En cuanto a los desequilibrios que tenemos los profesionales de esto, sí, hay estudios que indican que hay mayor índice de patología mental, de abuso de alcohol y hasta de suicidios, pero, en mi modesta opinión, es en general una condición previa. La gente escoge con frecuencia la profesión por motivos demasiado «personales».
No lo voy a negar, hay casos que te mantienen en vilo y preocupada y que «te llevas a casa», por eso es importante mantener radicalmente a salvo la vida privada, pero en líneas generales son tantas las consultas en que el paciente viene a decirte que se encuentra mucho mejor, que está más que compensado emocionalmente. Es un trabajo que da muchas satisfacciones.
En tu profesión, para lidiar con esos casos que te llevas a casa, ¿necesitas ayuda profesional?
No, necesito seguir el instinto y proteger al paciente cuando siento que está en peligro, intentar no quedarme nunca con la sensación de que podría haber hecho más. Eso me da mucha tranquilidad en los casos más graves, que suelen ser los que me «llevo a casa».
Y también necesito desconectar. Afortunadamente tengo muchos hobbies, me encanta el Padel, me gusta mucho pintar, salir al campo, viajar…
Y probar delicias gastronómicas con mi chico, tomarme un chocolate con mi amiga Sandra, ir de museos con mi cuñada pintora que lo ve todo con ojos de artista, reflexionar sobre la vida con mi amiga Trini mientras nos comemos una hamburguesa…
Y a ti, ¿qué te llevó a hacerte psiquiatra?
Ahora es cuando te digo que «problemas personales», ja, ja. Nooo, en realidad me gustaban muchas especialidades. Repetí el MIR para intentar hacer Cirugía Pediatrica pero no lo conseguí y también me encantaban Oftalmología, Ginecología y Psiquiatría.
Ahora pienso que soy un ejemplo viviente de que a veces la suerte es que el destino no te regale lo que querías, ser Cirujana Pediatrica es mucho más duro y tiene perspectivas profesionales muy limitadas.
La Psiquiatría me empezó a gustar gracias a tener magníficos profesores, cómo influye eso, ¿verdad? Y mi mejor amiga la noche antes de elegir especialidad me recordó lo bien que se me daba aconsejar y que la gente me buscaba para contarme sus problemas, que tenía una especie de «don». Todavía no estoy segura de que tuviese razón, pero sí de que me lo decía sinceramente y desde el cariño.
¡Y aquí estoy! Sinceramente, creo que se puede ser feliz haciendo muchas cosas diferentes.
Acabas de nombrar la palabra clave, ahora que los libros de autoayuda inundan las librerías, desde tu experiencia profesional ¿Cuál es la receta de la felicidad?
Imagino que para cada persona será una. No creo en las fórmulas mágicas. De todos modos, la felicidad es fugaz, a mi me interesa más una palabra del inglés que no tiene traducción literal: «contentment» habla de satisfacción con la vida que llevamos, con cómo vivimos con lo que nos ha tocado.
Y ahí creo que la coherencia entre lo que uno piensa, siente y hace y la flexibilidad serían algunos de los ingredientes de la pócima. Al menos de la mía. Seguramente cada uno tenga que encontrar la forma de compensar sus tendencias naturales más destructivas y aprender a adaptarse, porque la vida no siempre es fácil ni como habíamos pensado.
Hablando de momentos malos, ¿qué hace un psiquiatra cuando pasa por ellos, sentarse consigo mismo a analizarse?
No creo que sea buena idea, igual que no podemos tratar a nuestra hermana o nuestra mejor amiga, tenemos una relación emocional demasiado estrecha con nosotros mismos, nos vemos demasiado de cerca.
A mi me han tocado algunos momentos complicados de verdad y creo que me han ayudado a comprender mejor el sufrimiento y también a conocer mis límites. Me considero una persona fuerte y estable, pero todos tenemos una resistencia al estrés que la vida puede poner a prueba. Si llega ese momento, hay que buscar soluciones.
Me he leído tu curriculum en la web, y el morbo me puede. ¿Qué me cuentas de tus siete años de experiencia penitenciaria?
Todavía echo de menos aquel trabajo. Por aquel entonces, yo estaba pluriempleada, trabajaba primero en un servicio público de psiquiatria infantil y después en un centro privado de psicología en el barrio de Salamanca. Conseguí el trabajo llamando al número de teléfono de una oferta colgada en la web del colegio oficial de médicos. La persona que respondió mi llamada me repitió tres veces y como si yo fuese sorda «pero es para trabajar en prisiones, quiero decir en la cárcel, eh?».
Me asombraron muchísimo dos cosas con respecto a lo que esperaba encontrarme:
La más importante es que la mayor parte de la gente que estaba allí había nacido en un lugar, una familia, un entorno muy desfavorecidos. Muchos de ellos padecían una dependencia de sustancias grave y prolongada.
La siguiente sorpresa fue descubrir la cantidad tan importante de enfermos mentales graves que hay en las cárceles. Algunos de cuyos crímenes habían sido la crónica de una muerte anunciada, porque llevaban dando señales de que estaban mal muuuucho tiempo. Y es que no puede ser que nuestra sociedad haya decidido que los enfermos mentales graves tienen que vivir integrados sí o sí y al mismo tiempo destinar tan pocos recursos a atenderlos. Mis años en prisión, ¡Caramba, dicho así…, ja, ja! Mis años como psiquiatra consultora para centros penitenciarios me enseñaron mucho sobre la naturaleza humana y me desmontaron muchos mitos.
Bueno, y para terminar, ¿qué hace una chica de Lugo dirigiendo un centro de terapia para extranjeros en Madrid?
Uy, pues tengo que empezar por decirte que NO somos un centro de terapia para extranjeros sino un centro que ofrece terapia en distintas lenguas, pero también en español.
Y sí, de Lugo y ni siquiera de la capital, yo soy una chica de pueblo (si es que «chica» se puede aplicar cumplidos más de cuarenta). Pero mi familia es singularmente internacional de vocación. Mi padre estudió tres años de su carrera en Roma y los veranos viajaba a Alemania a trabajar para financiarse el curso y mi madre veraneaba en Francia y estuvo de au pair en Londres. Ellos hicieron un gran esfuerzo para que mis hermanos y yo aprendiésemos inglés en Estados Unidos y que nos sintiéramos ciudadanos del mundo.
Y después, muuuucho después, se produjo un encuentro fortuito y muy afortunado. Conocí a mi socia Gema y a través de ella a mi socia Vickie y comencé a trabajar como consultora para la Universidad americana de St Louis en Madrid a la vez que las tres nos reuníamos para cenar una vez al mes e íbamos alumbrando la idea de montar un centro como SINEWS.
Aprovecho para saludarlas desde aquí, como si estuvierámos en la tele: Chicas, qué camino más interesante y satisfactorio hemos hecho juntas hasta aquí, Gracias.
Departamento Médico
Directora de SINEWS MTI
Socia Fundadora
Médico especialista en Psiquiatría
Niños, adolescentes y adultos
Idiomas de trabajo: Español e inglés