Los traumas de la infancia son aquellas experiencias que nos impactaron de manera significativa durante nuestros primeros años de vida, dejando huellas profundas que moldean nuestra percepción del mundo a medida que crecemos. Estas experiencias no solo ejercen influencia a corto plazo, sino que también arraigan en nosotros una serie de creencias nucleares que perduran hasta la edad adulta. Configuran la forma en que nos vemos a nosotros mismos, a los demás y al mundo en su conjunto. Cualquier persona puede verse afectada por un trauma infantil; no obstante, mediante trabajo personal y un apoyo adecuado, es posible darle sentido en estas experiencias desafiantes y emprender un camino hacia la mejora y el autodescubrimiento.

¿Qué es el trauma infantil y cuándo deja huella?

El trauma infantil engloba una diversidad de vivencias altamente emotivas que afectan al individuo durante las etapas de desarrollo de la infancia y la adolescencia. A menudo se asocia popularmente al trauma con experiencias cercanas a la muerte, accidentes, terrorismo, situaciones de guerra y desastres naturales. No obstante, el trauma infantil también puede abarcar otras experiencias emocionales, como la negligencia, el abuso físico, emocional o sexual, la exposición a la violencia o la pérdida súbita de un ser querido. El impacto del trauma infantil es extenso, afectando el desarrollo cognitivo, emocional y físico, y estableciendo con frecuencia los cimientos de efectos psicológicos a largo plazo en la vida adulta.

Una clave para identificar si algo en la infancia te afectó puede radicar en descubrir si posees creencias sobre ti mismo/a, sobre el mundo o sobre los demás que no se ajustan a las pruebas «racionales» disponibles, pero que, a pesar de ello, generan una intensidad emocional significativa.

La paradoja de una infancia feliz

Resulta interesante observar la paradoja inherente al trauma infantil. En ocasiones, a algunas personas les resulta complicado reconocer la negligencia emocional y pueden percibir sus primeros años de vida como si hubiesen transcurrido en una infancia feliz. Esto ocurre cuando no se evidencia un abuso claro, dando la impresión de que todo está en orden. El trauma emocional se convierte, por tanto, en uno de los más desafiantes de abordar, ya que en muchas ocasiones no somos conscientes de la carencia, como por ejemplo, la falta de validación emocional. Nos resulta difícil comprender que existió un daño emocional al no haber aprendido siquiera a reconocer nuestras necesidades emocionales.

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Síntomas del trauma infantil

Descifrar los signos del trauma infantil es fundamental para comprender cómo nos afecta. Cada persona experimenta su influencia de manera diferente; algunas presentan todos los síntomas, mientras que otras muestran una combinación de los mismos. Los indicadores más comunes son los siguientes:

  • Altibajos emocionales: Enfrentarse a las emociones a veces se experimenta como una montaña rusa, apareciendo intensos sentimientos de tristeza, ansiedad, enfado, culpa y/o vergüenza, así como de alegría. De hecho, muchos pacientes con trauma infantil acuden a la primera sesión preguntándose si padecen trastorno bipolar.
  • Creencias cognitivas: Ser autocrítico con uno/a mismo/a o tener la creencia de que no somos dignos de amor, éxito o felicidad. Puede traducirse en dificultades para conectar con los demás, sentirse inferior o simplemente no prestar mucha atención a uno/a mismo/a. "No soy suficiente", "No soy querible" o "Tengo que ser bueno/a" son algunos ejemplos.
  • Desafíos interpersonales: Algunas personas experimentan desconfianza al acercarse emocionalmente a los demás, o, en el extremo opuesto, tienen dificultades para establecer límites con ciertas personas por carecer de las herramientas necesarias para identificar las señales de alarma.
  • Patrones de comportamiento: A veces, puede significar hacer cosas que no son buenas para nosotros/as, realizando conductas de riesgo, actuar de manera impulsiva o incluso evitando lugares o situaciones que traen de vuelta emociones relacionadas con nuestros traumas.
  • Síntomas físicos: Nuestro cuerpo también puede ofrecer algunas pistas, como cambios en el sueño, problemas de salud frecuentes o modificaciones en el apetito y los hábitos alimenticios.

¿Dónde se manifiestan las respuestas al trauma?

Identificar las respuestas al trauma infantil implica reconocer cómo se manifiestan las reacciones de lucha, huida, congelación y sumisión. Estas respuestas de adaptación o defensa ante el entorno pueden activarse en diversas situaciones de la vida, influyendo tanto en el comportamiento como en el bienestar emocional. Además, los flashbacks emocionales son también un síntoma del trauma infantil.

Reconocimiento de respuestas asociadas al trauma infantil:

1. Respuestas de lucha, huida, congelación, sumisión:

Identificar estas respuestas, como enfrentarse a la situación (lucha), evitar situaciones (huida), quedarse inmovilizado/a (congelación) o adoptar una actitud de complacencia o apaciguamiento (sumisión), puede señalar la activación de los desencadenantes del trauma infantil.

2. Flashbacks emocionales:

Estos episodios son experiencias emocionales intensas en las que se experimenta la misma intensidad emocional que en el evento pasado. Reconocer los flashbacks emocionales implica identificar sentimientos repentinos y abrumadores desencadenados por una situación actual, los cuales pueden ser muy intensos y generar malestar. Se pueden experimentar pensamientos de autocrítica, así como intensos sentimientos de vergüenza, culpa, tristeza, vacío o desesperanza. La intensidad emocional se percibe como desproporcionada en relación con el evento que la desencadena. Los flashbacks emocionales, a menudo provocados al volver a entornos pasados como visitas familiares, pueden resultar abrumadores. Las estrategias de afrontamiento incluyen el reconocimiento de los desencadenantes, la práctica de técnicas de enraizamiento (grounding), el uso de autoinstrucciones, la escritura en un diario, la actividad física, la expresión creativa y el establecimiento de límites. Además, también puede ser beneficioso conectar con nuestra red social, mantener rituales de autocuidado, emplear técnicas cognitivo-conductuales y de validación y aceptación emocional, y buscar ayuda profesional si es necesario.

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¿Qué sucede durante una terapia centrada en el trauma infantil?

El plan de tratamiento no es único para todo el mundo, sino que se trata de un plan individualizado acordado entre el paciente y el terapeuta. Como psicóloga, mi objetivo principal es comprender las necesidades y expectativas de la persona e incorporarlas al plan de tratamiento. El trauma infantil no es algo que abordemos a menos que estemos preparados, y el ritmo depende de cada individuo. En algunas ocasiones, primero se trabajará en abordar los desencadenantes actuales, mientras que con otras personas nos centraremos en establecer una rutina y atender a las necesidades básicas no cubiertas primero. Si se tratara de un incendio, habría que apagarlo antes de nada y después descubrir cuáles fueron las causas.

Este es un ejemplo de un posible plan de tratamiento:

  1. Sesión inicial: Hablaremos sobre las razones por las que creemos que nos beneficiaríamos de la terapia. Te proporcionaré explicaciones sobre tus síntomas y algunos ejercicios para que los apliques en tu día a día, si así lo deseas.
  2. Sentirse seguros/as y a salvo: Trabajaremos en técnicas para mantenernos conectados/as al momento presente y en estrategias para gestionar las emociones intensas, preparándonos para cuando surjan. La confianza en el vínculo terapéutico es también clave. La idea es construir una relación sólida y mantener abierta la comunicación para sentirnos apoyados/as en nuestro viaje. La terapia debe ser el espacio seguro en el que nunca sintamos que se nos juzga.
  3. Información básica: Hablaremos sobre síntomas, cómo el trauma puede afectar a nuestra vida, emociones y creencias que tenemos sobre nosotros/as mismos/as, y qué tipo de progreso podemos esperar en terapia.
  4. Adentrándonos en el trauma: Solo cuando estemos listos/as y respetando los ritmos de cada persona, hablaremos sobre la historia de trauma, procesaremos esos recuerdos (o emociones si no recordamos algunas partes de nuestro pasado) y abordaremos cualquier creencia nuclear. Nuestro plan conllevará la exposición lenta a las emociones relacionadas con el trauma, dando pasos sólidos, seguros y constantes, siempre a tu ritmo.
  5. Habilidades emocionales y estrategias de afrontamiento: También aprenderemos a manejar esos sentimientos intensos relacionados con el trauma. Se trata de estrategias de afrontamiento emocional para los momentos difíciles.
  6. Patrones de relaciones: Es común que el trauma nos afecte en la manera de relacionarnos. También podemos analizar estos patrones para determinar si hay algo que necesitamos trabajar en relación con la formación de conexiones saludables.
  7. Autodescubrimiento: Es fácil no tener claros los intereses o la identidad cuando hemos experimentado un trauma infantil. Trabajaremos en construir un "yo" más positivo y empoderado. También podemos establecer valores personales y metas alcanzables.
  8. Trabajo con EMDR: Si te interesase, la Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares (EMDR) es una herramienta eficaz para trabajar el trauma infantil. Antes de comenzar, nos aseguraremos de que poseas todas las habilidades de afrontamiento necesarias.
  9. Conclusión: A medida que nos acerquemos al final de nuestras sesiones, elaboraremos un plan de prevención de recaídas y exploraremos los próximos pasos en tu camino.
  10. Seguimiento: Se realizarán ajustes continuos en el plan de tratamiento según sea necesario. Tu feedback es muy importante para sentirte escuchado/a y apoyado/a.
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¿Cuándo buscar ayuda profesional?

Buscar ayuda, ya sea de amigos, familiares o profesionales de la salud mental, denota fortaleza y un deseo genuino de cambio, representando un paso significativo hacia la mejora y el autodescubrimiento. Parte de la respuesta al trauma implica intentar resolver las dificultades por cuenta propia o sentir que no merecemos recibir apoyo. Pedir ayuda es esencial para abordar de manera eficaz los efectos del trauma infantil.

Si te encuentras abrumado/a por emociones intensas y tus estrategias para afrontarlas no están generando los resultados deseados, si los síntomas persisten o se intensifican, si comienzan a afectar tu rutina diaria, ya sea en el ámbito laboral, en tus relaciones o en general, o si percibes que te estás distanciando socialmente o experimentando sentimientos de aislamiento, esto podría señalar que podrías beneficiarte de un apoyo adicional.

Recuerda, no estás solo/a en este trayecto, y existen recursos disponibles para respaldarte en tu proceso.

Libros de autoayuda recomendados para el trauma infantil

  • "El Cuerpo Lleva la Cuenta" de Bessel van der Kolk: Este libro explora cómo el trauma nos afecta física y mentalmente, proporcionando ideas sobre tipos de terapia y formas de cuidarnos.
  • "TEPT Complejo: De Sobrevivir a Prosperar" de Pete Walker: Walker nos da una guía completa paso a paso para entender en profundidad y superar el TEPT complejo (infantil), con estrategias prácticas.
  • "El Libro Que Ojalá Tus Padres Hubieran Leído (y que Tus Hijos Agradecerán que Tú Leas)" de Philippa Perry.
  • "Hijos Adultos de Padres Emocionalmente Inmaduros: Cómo Curarse de Padres Distantes, Rechazadores o Egocéntricos" de Lindsay C. Gibson.
  • "El Valor de Sanar" de Ellen Bass y Laura Davis: Enfocado en aquellas personas que han sufrido abusos sexuales en la infancia, este libro ofrece una guía compasiva sobre el abuso infantil con ejercicios e ideas que ayudan en el proceso de recuperación.
  • "Viviendo con el Alma en Blanco" de Jonice Webb: Webb explora la Negligencia Emocional, dándonos las herramientas para reconocer y superar las necesidades emocionales en nuestra infancia.
  • "Autocompasión: Sé Amable Contigo Mismo" de Kristin Neff: Autocompasión no es sentir pena por uno mismo, sino tratarnos con amabilidad como trataríamos a un amigo. Neff explora el poder transformador de la autocompasión, proporcionando herramientas prácticas para liberarnos de patrones autocríticos, a menudo arraigados en el trauma infantil.
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Trabajar las ideas y las emociones que nos marcó el trauma de la infancia es un camino muy personal. Requiere dedicación, paciencia y, en muchas ocasiones, la ayuda de un/a psicólogo/a. Los libros de autoayuda pueden ser un recurso útil, con explicaciones prácticas y ejercicios para quienes buscan mejorar y conocerse mejor. Afrontar las respuestas automáticas que surgen por el trauma, como las reacciones de lucha, huida, congelación, complacencia, y los flashbacks emocionales, son pasos esenciales para desenredar el tejido de creencias que hemos ido construyendo. Liberarse de los efectos duraderos del trauma infantil es factible, pero encontrar la fórmula que funcione para cada persona implica un proceso de autorreflexión, apoyo externo y el compromiso de querer explorar terrenos difíciles, para poder mejorar y autodescubrirse.

Sobre la autora

Marta Gray es psicóloga en Sinews. Tiene un enfoque flexible que combina diferentes métodos científicamente probados (Terapia de Aceptación y Compromiso, TCC, EMDR) dependiendo de las necesidades del paciente. Su principal campo de especialización es el trabajo con adultos y está especialmente interesada en traumas complejos, trastornos de ansiedad, desregulación emocional y terapia de pareja.

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