Un divorcio puede ser un proceso muy difícil de afrontar para una pareja, ya que implica un duelo en el que la ansiedad, el miedo, la tristeza, y los grandes cambios, son protagonistas.
Sin embargo, si hay algo que puede hacer más complejo este proceso, es que haya hijos fruto del matrimonio, que inevitablemente se ven envueltos. De hecho, una separación que no se gestiona de manera adecuada puede arraigar consecuencias para los hijos, tales como bajada del rendimiento académico, aislamiento social, sentimientos de desesperanza y soledad, ansiedad y depresión.
Además, la edad de los hijos juega un papel importante en el impacto emocional que puede tener el divorcio en ellos:
- Niños hasta 4-5 años
Pueden encontrarse confusos ante los nuevos cambios, no entendiendo por qué ocurre la separación o por qué deben dividir su tiempo con ambos padres. - Niños de 5 a 12 años
En este grupo de edad, es frecuente encontrarse con hijos que se sienten culpables por la separación, viéndose invadidos por sentimientos de frustración y tristeza. - Adolescentes:
La emoción inicial que puede aparecer en los adolescentes es el enfado. Ahora, en vez de culparse a sí mismos, lo que suele pasar es que culpan a uno o ambos padres del divorcio y los cambios que esto implica para ellos.
Por ello, para que los hijos puedan verse lo más protegidos posible de daños psicológicos asociados a la separación, es necesario atender a lo siguiente:
Comunicación de la noticia
La manera en la que los hijos reciben esta noticia es clave para comenzar este proceso con buen pie, y puede jugar un papel muy importante en su afrontamiento para el resto de la separación.
Por ello, es necesario atender a lo siguiente:
- Tiempo y lugar adecuados: debe ser en un entorno seguro y calmado, donde tengan espacio y tiempo para escuchar con detenimiento, expresarse y poder preguntar ciertas inquietudes que puedan tener al respecto.
- Contenido veraz y con detalles limitados: los hijos necesitan saber lo que está ocurriendo y cómo van a cambiar las cosas, llevando a cabo un ajuste de expectativas adecuado. Sin embargo, hay que tener cuidado de no dar demasiados detalles, recordando la importancia de poner límites para no involucrar a los hijos en el mundo de los padres ni darles responsabilidades e información que no les corresponde.
- Mismo mensaje por ambos lados: es muy importante que escuchen la misma versión de ambos padres, por lo que es recomendable que habléis de antemano entre vosotros para poneros de acuerdo en el mensaje que queréis transmitir.
- Cuidado emocional: hay veces que los hijos se pueden sentir culpables y frustrados por lo que está ocurriendo y atribuyéndose la culpa del divorcio. En este caso es primordial atender a las necesidades emocionales de los hijos, dejando claro que esto no tiene nada que ver con ellos y que no afecta al amor que tienen ambos padres por ellos.
Adaptación a la separación
Debemos recordar que, al igual que para los adultos, esta decisión supone un cambio drástico también para los hijos, y para la adaptación más sana es importante tener las siguientes claves en mente:
- Poco cambio dentro del gran cambio:
Va a haber cambios inevitables, como dos viviendas distintas y tiempo individualizado con cada padre, sin embargo, es beneficioso que en la medida de lo posible, exista cierta homogeneidad.Esto se puede traducir en acudir al mismo colegio que antes, conservar los amigos de ese entorno o de su vecindario (favorecer que se puedan ver a menudo), tener la misma rutina en ambas casas (horarios y hábitos), y mismo estilo disciplinario por parte de ambos padres (limites y normas). - Dejar a los hijos fuera de los desacuerdos o conflictos parentales:
Habrá momentos en los que notéis que comenzáis a veros envueltos en una discusión o desacuerdo parental delante de vuestros hijos. En este momento es importante poder identificar las señales de alerta de que esto está comenzando a ocurrir, y poder hacer una de dos cosas: frenarlo y dejarlo para un momento donde no esté presente vuestro hijo, o bien llevar la discusión a un lugar apartado donde tengáis intimidad y no os pueda escuchar. - No convertir a vuestros hijos en mensajeros:
Otra manera de no involucrar a los hijos es no asignándoles el rol de mensajeros. Si se ven atrapados en este rol que no les corresponde, se pueden llegar a sentir presionados, impotentes y frustrados, y puede dañar su bienestar mental. - No atribuirles el rol de “cuidadores”:
No es extraño que, ante un divorcio, el hijo vea a su padre/madre afectado y quiera ejercer de cuidador para que se encuentre mejor. Este gesto se puede interpretar como un acto tierno y amoroso, pero no debemos dejar que esto confunda y nos haga pensar que es sano aceptar ese cuidado. Un hijo necesita ser cuidado por sus padres, y no al revés, por lo que es importante no mezclar estos roles, ya que puede dejar al hijo con una sensación de desprotección e internalizando un rol de cuidador que no le corresponde. - Atender a sus necesidades:
Un divorcio no es fácil para las partes involucradas, y es fácil que uno se centre en sus propias necesidades y dificultades durante este proceso, a veces dejando de lado las necesidades de los hijos.Debemos recordar que para ellos también es un proceso difícil, y necesitan de cuidados más que nunca. - Cuidarse a uno mismo:
Hacer esto es un acto de autocuidado, pero también de cuidado del otro. No podemos cuidar de los demás si no nos ocupamos de nuestro bienestar primero. Como dice la expresión “no se puede echar agua de un vaso vacío”. Como padres y madres, es necesario que os cuidéis y estéis fuertes para poder estar ahí y ser los mejores padres que podáis para vuestros hijos.
Un divorcio no es un proceso fácil, tanto para los padres como para los hijos, pero existen maneras de hacerlo más llevadero y sano, y si estáis leyendo este artículo ya habéis dado el paso en la dirección adecuada para proteger a vuestros hijos y cuidarles como se merecen.
Departamento Psicológico, Psicoterapéutico y Coaching
Psicóloga Sanitaria
Adultos, adolescentes, parejas y familias
Idiomas de trabajo: Español e inglés