Que nos informen de que tenemos cáncer suele ser un enorme mazazo que puede dejar en estado de shock a quien reciba una noticia así. Es cierto que no existe un protocolo sobre qué hacer o cómo actuar frente a este tipo de situaciones, pero la experiencia demuestra que hay ciertas cosas que se pueden hacer para suavizar el impacto de la noticia y cuidar nuestro bienestar físico y psicológico. Aquí van cuatro ideas que pueden ayudarnos a empezar a lidiar con un proceso así.
1) Reducir la incertidumbre respecto a lo que nos sucede: El cáncer es una enfermedad causada por un crecimiento anormal de células que puede presentarse de formas muy distintas. La gravedad relativa de una masa de 1 cm contra otra de 3 es distinta, también es diferente según el lugar de nuestro cuerpo donde se encuentre, nuestro estado de salud, patologías previas, si existe metástasis, los márgenes del tumor (bordes exteriores) y el estado de los ganglios linfáticos más cercanos a la masa tumoral entre otros factores.
Cada caso de cáncer es único, al haber tantas variables que puede afectar al proceso, y únicamente un especialista en la materia puede explicarnos con certeza el estado en el que nos encontramos. Es importante conocer estos detalles sobre el tumor que nos han detectado y que significan. De no hacerlo puede que pensemos que lo que nos ocurre es más grave de lo que realmente es, o que no entendamos la gravedad que real que tiene nuestra situación. El papel del médico oncólogo en este paso es fundamental, él es el profesional que nos va a ayudar a entender qué nos ocurre y reducir incertidumbres respecto al futuro, por lo que es importante preguntar todo lo que para nosotros sea relevante a nuestro médico y que sea él quien nos informe sobre nuestras dudas y miedos.
Algunas de las preguntas más comunes que surgen en estos momento están relacionadas con la gravedad (en especial respecto a la mortalidad del cáncer), las posibles consecuencias en el aspecto físico y la salud, las opciones de intervención sobre el problema y sus consecuencias, y finalmente sobre las maneras en las que el diagnóstico pudiera cambiar la vida personal y laboral del paciente (respecto a si le incapacitará para trabajar o llevar a cabo algunas de las actividades que suela hacer por su cuenta etc). Es bueno recordar que tenemos derecho a preguntar sobre todas estas cosas, y ningún médico nos va a negar esa información si se la requerimos, es muy aconsejable preguntar todo lo que necesitemos saber.
2) Mantener una vía de contacto abierta: En la línea de lo anteriormente mencionado, muchas veces el mazazo de la noticia no facilita que estas dudas aparezcan en el momento en el que estamos en consulta, sino que van apareciendo a lo largo del tiempo. Es posible también que según avanza el tratamiento o la enfermedad nos vengan nuevas inquietudes que antes no teníamos. Si no tenemos una manera de plantear estas dudas a nuestro profesional es muy fácil caer en la tentación de rumiarlas (pensar en bucle sobre ellas), catastrofizar sobre las posibles respuestas a estas preguntas, o buscar información en internet sobre lo que nos ocurre (una opción poco recomendable, puesto que no somos objetivos cuando buscamos datos sobre lo que nos ocurre, prestamos más atención a la información más negativa, extrema y que nos habla sobre mayores riesgos o peligros).
Insistiendo en lo anteriormente mencionado, tener una vía para contactar con nuestro profesional médico es una manera de evitar estas estrategias que aumentarán nuestra ansiedad, además de una manera de tener una figura de apoyo durante el transcurso del problema.
Aquí es conveniente recordar que los médicos son profesionales con una cantidad de trabajo muy importante y que el hecho de que no nos hayan ofrecido un método de contacto no quiere decir que no nos puedan dar si lo requerimos, ¡Hasta el mejor profesional puede olvidarse de hacerlo en un día malo!
3) Gestionar el malestar emocional: Tras un diagnóstico de cáncer es normal que se desate una oleada de emociones negativas, culpa, ira, tristeza, ansiedad, impotencia, incluso algunas veces vergüenza a la hora de contarlo. Todas estas emociones responden a un proceso normal de adaptación a un cambio de esta magnitud.
Lo primero que debemos saber es que no estamos solos. Incluso si por alguna razón (como por ejemplo puede ser vivir en el extranjero) no pudiésemos contar con familia y amigos siempre hay recursos de los que podemos echar mano para apoyarnos en momentos así, y que van a ayudarnos cuando más lo necesitemos. Grupos de apoyo de instituciones sanitarias, asociaciones de enfermos de cáncer, pero más importante para el caso que nos ocupa siempre podemos pedir la ayuda de un profesional de la salud mental especializado en el tema. Gestionar este tipo de malestar con ayuda siempre resulta más sencillo que sufrirlo en solitario.
Muchas veces nuestro instinto inicial al sufrir tal cantidad de emociones negativas es evitarlas distrayéndonos y cerrándonos emocionalmente, y aunque es una estrategia que a corto plazo puede hacernos sufrir menos, es muy poco recomendable puesto que solo postponemos el problema y a la hora de afrontarlo nos golpeará con más fuerza. Dejar de relacionarnos con los demás y de hacer las actividades que nos gustaban es algo que a veces ocurre en estas situaciones, pero sacar fuerzas para hacer este tipo de cosas es precisamente lo que nos ayudará a seguir adelante con más energía. No se trata de obligarnos a hacer todo tipo de actividades y castigarnos si no las hacemos, sino de entender que si nos encontramos mal movilizarnos es algo que siempre nos ayudará a estar mejor.
4) Gestionar la ansiedad del proceso: Los problemas de ansiedad se ven atraídos por la incertidumbre como un metal a un imán, y por desgracia en los procesos de enfermedad relacionados con el cáncer hay mucha incertidumbre. La duración del problema, del tratamiento, las consecuencias y futuras recaídas son incógnitas que plantean situaciones que pueden o no ocurrir y que seguramente nos pasarán factura. Como actitud general es bueno recordar que lo que pensamos nos hace sentir determinadas cosas (por ejemplo, si asumo frente a esta incertidumbre que mi caso irá a peor me sentiré terriblemente angustiado cada vez que piense en ello) y recordarnos que no sabemos qué va a ocurrir. La solución no es forzarnos a tener pensamientos positivos, sino ser pragmáticos; no tenemos una bola de cristal para ver el futuro, y es mejor enfrentarse a los problemas (por ejemplo posibles recaídas) si ocurren, no antes de que aparezcan.
Desarrollar técnicas para lidiar con pensamientos negativos y otras manifestaciones de ansiedad (ataques de pánico, apatía, cansancio, evitación) puede ser una buena idea. Técnicas como Mindfulness y meditación, relajaciones, y ejercicios cognitivos en los que aprendamos a identificar pensamientos distorsionados son muy útiles para estas situaciones. En este aspecto es esencial remarcar la figura del psicólogo como recurso que nos va a ayudar a conseguir estos fines y a manejar mejor la situación en general.
El cáncer es un problema muy complejo en cuanto a cómo lidiar con él, pero el hecho de que afecte a una cantidad tan grande de personas ha generado que cada vez haya profesionales más especializados en tratar su parte física y psicológica. Si te han diagnosticado cáncer, no estás solo, hay muchas personas que pueden ayudarte si tu quieres y lo necesitas, mucho ánimo y aquí estaremos si decides acudir a nosotros.