Todas las personas vivimos en el seno de varios sistemas que, a lo largo de nuestras vidas, moldean quiénes somos y cómo actuamos. Desde la comunidad verbal que nos rodea y sus costumbres, el idioma, el entorno físico y sus características (organización política, religiosa, cultural, etc), hasta las infraestructuras e incluso el clima, configuran el entorno en el que acabamos sintiéndonos cómodos. Además, se forja un círculo social en el que nos apoyamos y que contribuye en gran medida a nuestro bienestar y nuestro sentido de pertenencia.
Una mudanza es ya de por sí uno de los eventos más estresantes en la vida de una persona, pero cuando además este traslado es internacional, puede afectar con más fuerza esos pilares de nuestras vidas y desestructurar todos esos sistemas que nos permiten navegar por nuestro entorno de una manera satisfactoria.
En este artículo exploraremos algunos de los problemas encontrados durante una expatriación, así como estrategias para favorecer un buen ajuste al nuevo entorno.
Impacto Psicológico de la Expatriación
El mundo laboral ha cambiado drásticamente en las últimas décadas, y de la mano de la globalización los trabajadores deben ser cada vez más ágiles en la adaptación cultural (Caligiuri, 2013). La expatriación ha aumentado drásticamente (Brookfield, 2015), y con ella el interés de la psicología por los posibles problemas de ajuste a un nuevo entorno por parte de las personas que trabajan en el extranjero.
La expatriación, o traslado internacional, conlleva una serie de desafíos psicológicos que no deben subestimarse. El choque cultural, la separación de redes sociales familiares y de apoyo, la adaptación a nuevas normas y valores, así como la necesidad de construir un nuevo sentido de pertenencia pueden dar lugar a niveles elevados de estrés, ansiedad y sensaciones de aislamiento. Estos factores pueden a su vez generar problemas como una mala adaptación al país de acogida (Harari, Reaves, Beane, Laginess, & Viswesvaran, 2018), un bajo rendimiento laboral (Kawai & Strange, 2014), dificultades con el choque cultural (Okpara, 2016), o un impacto negativo en el bienestar general (Kempen et al.,2015).
La teoría del ajuste cultural de Oberg (1960) destaca que los individuos pasan por varias etapas al enfrentar un nuevo entorno cultural: la luna de miel, la crisis, la recuperación y el ajuste. Aunque estas “etapas” no sean rígidas ni lineales, y la experiencia de cada uno es única, comprender estas etapas puede ayudar a los expatriados a reconocer sus propias reacciones emocionales y cognitivas a lo largo del proceso de adaptación.
Etapas al enfrentar un nuevo entorno cultural:
- Anticipación: La etapa inicial comienza antes de la partida. La emoción, la curiosidad y la anticipación se mezclan con la ansiedad y la aprensión ante lo desconocido. Pensar en dejar atrás el entorno familiar y los amigos puede crear una mezcla de emociones que en ocasiones se vive de manera desagradable.
- Luna de miel: Al llegar a destino, a menudo comienza la fase de “luna de miel”. La novedad y la riqueza de experiencias suele resultar agradable y vivirse con mucha intensidad. El nuevo entorno, las conexiones sociales y las experiencias culturales proporcionan una sensación de aventura que resulta muy reforzante. Esta fase suele caracterizarse por el entusiasmo, la fascinación y el asombro.
- Choque cultural: A medida que la novedad se desvanece, las personas pueden experimentar un choque cultural. La barrera del idioma, las costumbres, normas sociales y rutinas diarias pueden crear sentimientos de frustración, confusión y añoranza. Se puede echar de menos lo familiar y conocido, y los retos de adaptarse a la nueva cultura pueden conducir a una sensación de aislamiento y desorientación, que pesan más a medida que avanza el tiempo.
- Ajuste: Poco a poco, las personas empiezan a adaptarse e integrarse en la cultura de acogida. Desarrollan estrategias de afrontamiento, adquieren en ocasiones conocimientos lingüísticos y establecen vínculos sociales con personas locales y comunidades de expatriados. Esta etapa implica un proceso de aprendizaje y comprensión de los matices culturales, lo que ayuda a sentirse más cómodo y seguro en el nuevo entorno.
- Adaptación: En esta fase, las personas se sienten más cómodas con la cultura de acogida. Desarrollan una comprensión y un aprecio más profundos de las costumbres y tradiciones locales. Aumenta la confianza y puede surgir un sentimiento de pertenencia a medida que las personas se desenvuelven en sus vidas con mayor facilidad, entablando relaciones significativas y adoptando el nuevo estilo de vida.
- Repatriación: Para los y las que finalmente regresan a su país de origen, la repatriación puede ser otra fase importante. La reincorporación al entorno familiar puede conllevar su propio conjunto de retos, ya que las personas pueden pasar por otra fase de reajuste a su cultura de origen al tiempo que sienten los efectos del choque cultural inverso.
De nuevo, la experiencia de cada persona es única, y en ella influyen factores como la personalidad, la historia de aprendizaje, las redes de apoyo y el contexto específico de la expatriación.
Cómo es este proceso
Ante todos estos grandes cambios, si el desequilibrio entre las cosas “agradables” que perdemos, y los aspectos “desagradables” que emergen en el nuevo destino es demasiado grade, corremos el riesgo de empezar a encontrarnos peor y de tender a la evitación de esa búsqueda de estímulos que nos permitan adaptarnos y disfrutar del nuevo hogar.
Hay una multitud de esos “reforzadores” que perdemos con la partida: la cercanía física con los seres queridos, la comodidad proporcionada por ciertas costumbres (comida, normas, costumbres e interacciones sociales como “salir a tomar algo” después del trabajo), deportes o hobbies, oferta cultural en tu idioma, facilidades en la comunicación durante trámites administrativos y amistades que se deterioran, entre otros. Por otra parte, aparecen muchos factores que pueden generar cierta “fricción” al realizar actividades, dificultando incluso el salir de casa y llevándonos a evitar algunas situaciones. Entre otras cosas, la pérdida de referencias como el valor de la moneda, el conocimiento de los precios y de los productos que normalmente adquirimos, el completo desconocimiento de lugares u oferta de actividades, la barrera del lenguaje, etc.
Frente esta pérdida de reforzadores y el aumento de la fricción o “aspectos desagradables”, pueden aparecer comportamientos de evitación que nos lleven a la inactividad, a pasar más tiempo en casa “refugiados” de lo desconocido, y a pensar en lo “bien que estábamos antes” y lo incómodos que nos sentimos en el nuevo lugar.
Sin embargo, esta evitación solo perpetúa sentimientos de tristeza o frustración, sin ayudarnos a «equilibrar» el balance entre los aspectos agradables y desagradables de la mudanza. Todo ello puede a su vez llevarnos a condicionar de manera negativa todo lo relativo a la cultura de acogida, generando un rechazo casi automático del lugar, el nuevo puesto de trabajo, las costumbres y la vida en general.
Por lo tanto, debemos hacer un esfuerzo consciente para mantenernos activos y crear un nuevo «catálogo de reforzadores» que nos permita mantener un buen estado de ánimo y desarrollar un sentido de pertenencia y comodidad donde nos encontramos, es decir, sentirnos como en casa.
Para lograrlo, por un lado es recomendable planificar salidas por la nueva ciudad y sus alrededores, probar restaurantes, actividades y tiendas que puedan convertirse en nuestras referencias, explorar lugares al aire libre que resulten agradables, familiarizarse con la zona cercana al trabajo y al hogar. Por otro lado, contar con apoyo social, ya sea de una persona local o alguien que comprenda profundamente la cultura, puede resultar muy útil. Aprender sobre costumbres, frases o palabras básicas para interactuar en la vida cotidiana es una excelente forma de construir puentes con el nuevo lugar y sentirse cada vez más cómodo de manera progresiva.
Aquí van algunas recomendaciones para favorecer un mejor ajuste en tu nuevo destino:
- Preparación y Educación Previa a la partida: Informarse y leer sobre la cultura, el idioma y las costumbres del nuevo país antes de la mudanza puede reducir el choque cultural y ayudar a establecer expectativas realistas.
- Redes de Apoyo: Mantener contacto con amigos y familiares en el país de origen y establecer nuevas conexiones en el país anfitrión es crucial. Las redes de apoyo pueden ofrecer consuelo emocional y ayudar a reducir el aislamiento. No hay nada malo en explorar comunidades expatriadas, que probablemente hayan pasado por situaciones y emociones similares a las tuyas, y además tendrán consejos y recomendaciones muy valiosas para que te sientas cada vez más a gusto. Sin embargo, establecer lazos sociales con personas locales es siempre un tesoro y una decisión muy buena, que probablemente te acompañe toda tu vida.
- Flexibilidad y Tolerancia: Estar dispuesto a adaptarse y aceptar las diferencias culturales sin juzgar puede facilitar la integración en el nuevo entorno. Esos “sistemas” que mencionábamos en la introducción pueden hacer que frente a algunas situaciones, veas algo como “inaceptable” o surrealista al compararlo con tu marco de referencia. Intenta adoptar una perspectiva neutra y busca comprender por qué se hacen o no ciertas cosas, preguntando y hablando con locales y expatriados.
- Búsqueda de Apoyo Profesional: Enfrentar desafíos emocionales no es señal de debilidad. Ante todos estos cambios, buscar ayuda de un psicólogo o terapeuta puede proporcionar herramientas para lidiar con el estrés y la ansiedad.
- Exploración y Aventura: En lugar de aislarse, buscar nuevas experiencias y actividades puede aumentar el sentido control y habituarte al nuevo entorno.
- Mantener Conexiones Virtuales: Las tecnologías actuales permiten mantener conexiones cercanas con amigos y familiares en el país de origen, lo que puede aliviar la sensación de distancia.
- Cuidado Personal: Mantener hábitos de cuidado personal, como una dieta equilibrada, ejercicio regular y suficiente descanso, puede tener un impacto positivo en la salud mental.
- Búsqueda de recursos del país o cultura de origen. Vengas de donde vengas, seguramente haya asociaciones, clubs o grupos (muchas veces accesibles a través de facebook) que pueden darte un espacio en el que te sientas en confianza y te proporcionen sensaciones parecidas a las que estás habituado/a. No te olvides de contactar con tu embajada, que probablemente tenga repositorios con recursos y eventos culturales en tu país de acogida.
El proceso de expatriación es un desafío que impacta profundamente en la salud mental y el bienestar emocional de las personas. A medida que nos aventuramos hacia nuevos lugares y culturas, experimentamos un viaje emocional que nos lleva a través de diversas etapas: desde la anticipación hasta la adaptación y, en última instancia, la búsqueda de un nuevo sentido de pertenencia.
En medio de la incertidumbre y el cambio, es esencial recordar que la evolución emocional y la adaptación son procesos individuales. No hay una sola receta para el éxito en la expatriación, pero con una combinación de flexibilidad, aprendizaje constante y apoyo tanto personal como profesional, es posible encontrar una nueva sensación de hogar y equilibrio en el entorno extranjero.
Si estás en el proceso de expatriación, recuerda que no estás solo/a en este viaje. Ya sea una búsqueda de nuevas aventuras, oportunidades profesionales o un cambio en tu vida, existen herramientas y recursos disponibles para apoyarte en cada paso del camino. La adaptación es un proceso gradual, y con paciencia y una red de apoyo puedes encontrar tu propio lugar en esta nueva realidad.
Sobre el autor
Alejandro Sancha es Psicólogo General Sanitario y Neuropsicólogo clínico. Cuenta además con un posgrado en psicología de la infancia y la adolescencia. Tiene experiencia con diversos problemas psicológicos (ansiedad, trastornos del estado de ánimo, estrés, TDAH, rehabilitación en daño cerebral adquirido, entre otros) y trabaja desde una perspectiva basada en la evidencia. Su pasión por comprender el comportamiento humano le condujo a dedicarse a la clínica, siendo muy importante para él que sus consultantes se sientan cómodos/as desde el inicio, entendiendo cómo su malestar se origina y cómo se mantiene a día de hoy, para así generar las herramientas necesarias que les permitan alcanzar el mayor bienestar posible en sus vidas.
Departamento Psicológico, Psicoterapéutico y Coaching
Psicólogo
Niños, adolescentes y adultos
Idiomas de trabajo: Español, inglés y francés