Enamorarnos y compartir vida con una persona de otro país ya no es inusual ni infrecuente. El avance de la tecnología y las posibilidades del transporte han allanado el camino y han acortado distancias. Aunque las parejas mixtas ya sean un fenómeno habitual no quiere decir que por ello sea directamente igual a aquella de dos personas pertenecientes al mismo país o cultura. ¡Seguramente que a más de una pareja le gustaría que así fuese!
En la pareja mixta hay diferentes “mezclas” posibles: puede darse entre una persona nativa y una persona extranjera de un país en cuestión, entre dos personas extranjeras -y de diferentes nacionalidades- de un país en cuestión, entre dos personas que hayan nacido en el mismo país (y que tengan la nacionalidad correspondiente) pero provengan de un trasfondo étnico/nacionalidad de familia de origen diferente (inmigrantes de 2ª generación), por nombrar algunas combinaciones. Otras combinaciones incluyen parejas interraciales e interreligiosas. Llegar a una definición única de lo que supone una pareja mixta resulta difícil (Collet, 2012).
Las parejas mixtas en mayor o menor medida suponen un híbrido de culturas. Si uno se fija en un vehículo híbrido, verá que su autonomía depende tanto del combustible como de la batería. Como tal, precisa de un mantenimiento añadido, en comparación a un vehículo que sólo utilice combustible, para su óptimo funcionamiento. Las parejas mixtas, por tanto, se verán afectadas por los retos y problemáticas afines a las parejas provenientes de un mismo país/ cultura y, adicionalmente, a los particulares de la convivencia de varias culturas. Cuando la pareja considera apostar por un compromiso compartido se afrenta a un reto mayor y precisan de negociar aspectos importantes de la vida en pareja de forma más intencional.
¿Cuáles son estos retos? Acorde a Linares, Moratalla y Pérez (2021), las parejas interculturales, en el proceso de su constitución como pareja y familia, tendrán que abordar, entre otras, las siguientes cuestiones (aunque algunos de los siguientes sean comunes a las parejas no mixtas, van a estar empapadas de diferencias culturales):
- La ubicación: El lugar donde escojáis vivir puede tener implicaciones mayores o menores para un miembro de la pareja. ¿Beneficia el lugar más a un miembro de la pareja que al otro? ¿Está más cerca de la familia de un miembro que del otro?
- Dinámicas de poder en la pareja: Es posible que un miembro de la pareja, por su situación (p. ej., emigración), se vea en dependencia del otro en asuntos como el idioma del país de convivencia, la provisión económica y/o el círculo social. Otras preguntas que quizá precisan de afrontarse son: ¿imperan ciertas costumbres sobre otras?, ¿se valoran ciertos componentes culturales por encima de otros?
- El proceso de adaptación: Nuevamente, esta cuestión puede ser diferente para ambos, dependiendo de vuestras circunstancias individuales. ¿Ambos vivís en una cultura diferente a la de origen, o uno de los dos es extranjero a la cultura/país de convivencia? ¿Alguien cuenta con más ventajas/beneficios al ser nativo? ¿Hay algún miembro de la pareja que tenga mayores dificultades en adaptarse a una nueva cultura? Algo que ayuda en el proceso de adaptación es la creación de vuestra propia “microcultura” con sus propios rituales y propias costumbres.
- Costumbres y negociación: lo que de entrada resulta desconocido y el atractivo de lo diferente puede no generar fricción durante la fase inicial de la pareja, pero en algún momento se hará evidente. Las parejas mixtas tienen más consensos que hacer, más acuerdos a los que llegar y más cesiones que otorgar.
- Idiomas que se escoja hablar con los/as hijos/as: Podemos hablar de un continuo que va desde que sólo habléis un idioma hasta otro que supone que ambos sois fluidos en varios idiomas. ¿Hay consenso sobre los idiomas o hay alguno que predomine más que otro? ¿Hay algún idioma que se considere de mayor utilidad?
- La educación de los hijos y la transmisión de valores: Desde el nacimiento de los hijos, lo que antes se podía dejar aparcado en cuanto a diferencias de criterio y valores requiere de una negociación inevitable. Esto puede atañer costumbres, hábitos, principios/ valores, creencias religiosas, entre otras.
- La familia de origen: Las culturas difieren en la medida que uno está conectado con su familia de origen. Poder ajustar la agenda para cuadrar tiempo dedicado a la pareja, amistades y familia en estos casos se hace más complicado. La negociación implica responder a las diferentes demandas que la familia de origen pueda poner sobre vuestra familia nuclear. La diferenciación (saber disminuir la reactividad hacia – y el influjo de- la familia de origen al mismo tiempo que manteniendo la conexión) se hace especialmente relevante para la sostenibilidad de la pareja.
Comentar estas cuestiones en pareja es, por un lado, muy enriquecedor y esclarecedor. Sin embargo, no deja de ser un reto, algunas veces bien complicado. La comunicación y el significado de las palabras son una cuestión que no se puede pasar por alto. Quizá habléis en un segundo idioma que no es el materno para ninguno de ambos. Quizá alguno cuente con ventaja por sí hablar en su idioma materno. Sea como sea, la interpretación cultural de las palabras puede empañar vuestras conversaciones.
Se hace especialmente relevante mostrar una disposición a entender al otro miembro de la pareja, y a permanecer curioso con respecto a las motivaciones del otro. Para una relación de pareja mixta longeva se precisa de una adaptación continua. Aunque suene difícil lo siguiente, parte de poder llevar una relación más satisfactoria es el atreverse a disfrutar de las diferencias que se puedan mantener, aceptar y adaptarse a las que no se puedan cambiar (lo cual puede suponer cesiones por parte de ambos miembros de la pareja) y, por último, entenderse y negociar mutuamente aquellas que necesiten ser cambiadas.
Quizá hayáis intentado abordar alguno de los puntos mencionados, pero os encontráis estancados y pareciese que el posicionamiento de cada uno es incompatible con el del otro, generando mutua incomprensión y distanciamiento. Si este es vuestro caso y sentís que vuestros propios intentos de resolución no están teniendo el resultado esperado, pudiese ser el momento de considerar acudir a un/a terapeuta de pareja. En terapia de pareja ambas partes tendréis ocasión de tener un espacio de escucha y a probar diferentes estrategias que os permitan sentiros más seguros y menos atacados.
La dinámica en una pareja despierta necesidades específicas y nos hace conectar con partes de nosotros mismos que quizá todavía desconozcamos. Es una aventura de conocer el mundo de tu pareja a la par que descubres el tuyo. Termino con una pregunta a modo de reflexión: ¿qué dice la diferencia en tu pareja de ti?
Collet, B (2012). Mixed couples in France. Statistical facts, definitions, and social reality. Papers: revista de sociologia, Vol. 97(1) pp. 61-77.
Linares, J. L. Meratalla, T. y Pérez, A. (2021). Las parejas interculturales. Ediciones Morata, S. L.