En estos momentos difíciles en los que la situación nos obliga a estar aislados y mantenernos en casa; los niños pueden sentirse como los más vulnerables de la familia, pues muchos no logran asimilar el proceso ya que todo su entorno, su rutina y sus hábitos se ven afectados. Ya no comparten con sus amigos, vecinos, ni compañeros de escuela, sus horarios de sueño y actividad, sus juegos y pasatiempos, todo cambió drásticamente.
Para los padres puede ser una situación difícil de sobrellevar y es muy importante contar con las herramientas y técnicas que ayuden a hacer frente a estas circunstancias, hay diversos métodos para lidiar de la mejor manera con estos desafíos familiares.
Según el modelo biopsicosocial se considera que el ser humano está integrado por una parte biológica (genética) una parte psicológica (pensamientos y emociones) y una parte social (contexto social). El óptimo desarrollo humano debe contemplar el potencial biológico, acompañado por el conjunto de aspectos psicológicos que lo definen, todo ello integrado en un contexto social donde explora su potencial hasta desarrollarlo por completo.
En este sentido el individuo no se puede contemplar sin su integración dentro de un contexto que se crea desde las primeras interacciones con los cuidadores principales, expandiéndose a medida que van creciendo ampliando su red social primero a la familia cercana hasta alcanzar su cúspide en la interacción con los iguales.
La escolarización permite que la interacción con los iguales se de en un contexto regular y rutinario, permitiéndoles explorar su mundo a partir de dicha interacción.
Dada la situación actual,
Pero, ¿Cómo podemos ayudar a los niños a fomentar su autonomía?
Debido a las atenuantes circunstancias que nos acompañan en estos momentos por la presencia del coronavirus (COVID-19) los individuos se han visto forzados a renunciar a la parte social de su ser, generándose un aislamiento social impuesto. No solo se han visto obligados a aislarse socialmente sino a mantenerse encerrados en casa sin poder salir mas que para ir a la compra o sacar a pasear al perro. Por un bien común las libertades se han visto coartadas a los metros de nuestras casas, que han pasado a ser oficinas, parques de juego, escuelas, gimnasios, spas, entre otras muchas cosas…
Por mas que continuemos con nuestro trabajo habitual desde casa, hay una pérdida inminente de la rutina habitual, del aire puro, y del movimiento cotidiano. No hay que realizar traslados para ir a llevar o buscar a los niños al cole, no hay que desplazarnos a nuestros trabajos. Podemos cumplir con un horario laboral y las actividades mencionadas, juntas en un mismo espacio físico, adaptándonos día a día a las nuevas circunstancias.
Otra consecuencia fundamental es el distanciamiento forzado de nuestros seres queridos, el contacto físico transmisor del cariño y fuente de afecto vital, crucial para ser humano.
¿Cómo pueden los padres apoyar a sus hijos en este momento vital? ¿Cómo podemos mitigar estos efectos?
Llevar esta situación de la mejor manera posible implica conocer el impacto psicológico que afecta al adulto para poder empatizar con las emociones y el impacto que tiene en los más pequeños de la casa.
Los adultos debemos ser ejemplo, adaptar la información que traslademos tanto a nivel evolutivo de los niños, como a los cambios que día a día se producen en la situación, dando la importancia que se merece a la prevención de la transmisión, así como a las medidas de higiene, reduciendo situaciones de alarma que afecten a menores.
El “agotamiento, desapego, ansiedad” son emociones naturales, acordes al contexto que nos ha tocado vivir en estos momentos. Esto puede traer como consecuencia sensación de irritabilidad, apatía, nerviosismo en los niños pequeños, que desencadenan conductas como insomnio, poca concentración, deterioro de desempeño académico, rechazo a actividades que requieran un esfuerzo cognitivo, entre otros comportamientos.
Como adultos, aceptar y dejar expresar estas emociones, pensamiento y sentimientos es la mejor técnica para ayudar a los pequeños a enfrentar esta situación. Es importante que nosotros reconozcamos esas emociones en los niños, las verbalicemos con ellos, y acallemos sus miedos o preocupaciones con la información más clara posible adaptada a su edad y nivel de desarrollo. Incluso, reconociendo nuestras propias emociones y compartiéndolas con ellos, para que se sientan comprendidos y acompañados.
Algunas buenas recomendaciones a seguir con los niños
- Aprovechar una de sus herramientas más potentes y en la destacan sobre nosotros, su capacidad de imaginación. Esto les permite crear, inventar juegos nuevos, tener iniciativas divertidas, con esa “solución mágica” que ayuda a ver lo positivo de las circunstancias, consiguiendo una perspectiva esperanzadora.
- Otro ingrediente potenciador es hacer uso del humor, la risa, los buenos momentos compartidos con ellos que activan sensaciones de bienestar y placer, tan necesarias en estos momentos.
- Introducirlos y hacerles partícipes de las tareas y el cuidado del hogar, en especial aquellas que impliquen movimiento, estimulando su “autoconcepto”, su capacidad de sentirse útiles con su esfuerzo, trabajo, así como parte integral y fundamental de la familia. El beneficio será mayor si lo hacemos en equipo.
- Fomentar la interacción en actividades creativas, ejercicio físico, tocar instrumentos, pintar; en general, acciones que mantengan un equilibrio entre la salud mental y física. Haciendo acopio de las bondades de las nuevas tecnologías, podemos compartir y seguir en contacto con compañeros de clase, con familiares, con todas aquellas personas que queremos, pero con las que no podemos mantener un contacto físico directo en este momento.
- Nuestra resiliencia nos ha hecho encontrar iniciativas para paliar, por un lado, el aislamiento social, por otro la falta de aire puro. Salir a los balcones, compartir a través de estos momento canciones, aplausos, dibujos, y en general, transmitir mensajes de esperanza para la pronta recuperación, y vuelta a la “normalidad”. Creamos retos que compartimos en las redes sociales para fomentar al máximo ese contacto vital y el vínculo con nuestros seres queridos y amigos.
En muchos sentidos esta particular circunstancia ha cambiado nuestra vida de múltiples formas, hemos aprendido a apreciar aspectos y detalles que dábamos por sentados, dando a relucir lo mejor de cada uno. Esto nos permitirá salir fortalecidos, no únicamente a nivel individual, sino como sociedad, sentando un precedente para las generaciones futuras.