Para comenzar este artículo, lo primero que me gustaría resaltar, es que los niños SI experimentan procesos de duelo. Al igual que cualquier otro ser humano, cuando viven una pérdida tienen que procesarla, hacerla hueco, y restituir una nueva realidad. Algunos de los motivos más comunes por los cuales un niño puede enfrentarse a un proceso de duelo son: el divorcio de los padres, la muerte de seres queridos, la pérdida de mascotas, perder posesiones especiales o perder amigos a causas de mudanzas.

Sin embargo, existen muchos mitos que rodean a los procesos de duelo en niños y adolescentes.

Mitos asociados a los procesos de duelo en niños y adolescentes

  • Los niños no se dan cuenta de lo que sucede tras una pérdida.
  • Los niños y adolescentes NO realizan procesos de duelo.
  • Los adultos deben disimular, si ocultan su dolor los niños serán más felices.
  • No pueden entender y comprender los rituales sociales asociados a la pérdida, por lo que es mejor que no asistan a ellos.
  • No debemos estar tristes porque entonces la persona fallecida se pone más triste.

Una vez esclarecido que los niños transitan por situaciones de duelo, es importante anotar que los niños toman conciencia de la muerte con facilidad. El concepto de muerte tiene cuatro características que son:

  1. Irreversibilidad: aquella persona que ha fallecido no va a volver a vivir.
  2. Universalidad: todos los seres vivos mueren en algún momento.
  3. No-funcionalidad: el cuerpo deja de funcionar, todas las funciones vitales se para.
  4. Causalidad: hay una causa, la muerte tiene una explicación y es una razón física.

Dependiendo de las edades evolutivas, los niños tienen asociadas más o menos características al concepto, este es un aspecto que se debe de tener en cuenta a la hora de cómo transmitir la información de la pérdida.

¿Cómo le digo a mi hijo que ha perdido a alguien? 3

¿Qué concepto de la muerte tiene mi hijo según su edad?

  • De 0 a 2 años: perciben la muerte como ausencia. Es equivalente a partir o al abandono. En esta etapa vital son muy sensibles al estado de ánimo negativo que puedan experimentar sus cuidadores.
  • De 3 a 6 años: consideran que la muerte es temporal y reversible, es una edad en la que está muy presente el pensamiento mágico. Además, interpretan de manera literal cualquier explicación que demos por ello sería recomendable evitar metáforas como “ha subido” o “se fue”.
  • De 6 a 9 años: en estos años adquieren el concepto de irreversibilidad, saben que la muerte es algo definitivo y que afecta a todos los seres vivos. Sin embargo, todavía no tienen adquirido el concepto de la propia muerte.
  • De 9 a 12 años: son conscientes de que es irreversible y universal. Así mismo, aparece la conciencia de la propia muerte. Es una etapa en la que se espera que aumente le miedo a la muerte de los seres más cercanos.

Por lo tanto, se puede deducir que, sobreproteger a los menores puede que no sea la mejor ayuda. Obviamente, en la mayoría de los casos, los adultos toman las decisiones que respectan a los menores pensando en su mayor bienestar, con una buena intención. Sin embargo, aunque pueda parecer contraintuitivo, ocultar la muerte puede ser peor. Lo que ocurre cuando los niños no tienen información es que fantasean, haciendo que en muchos casos creen la peor situación inimaginable o una realidad que es incorrecta. Además, cuando no hablamos del tema con ellos, no permitimos la expresión emocional. Por el contrario, si les transmitimos esta información siguiendo una serie de pautas y con las palabras adecuadas a su edad, ayudaremos a que el proceso de duelo sea sano.

¿Cómo puede afectar la pérdida a los menores?

Manifestaciones a nivel afectivo:

  • Tristeza y aislamiento
  • Ansiedad, irritabilidad y agresividad
  • Disminución de la autoestima
  • Conductas regresivas
  • Dificultad de atención y concentración
  • Hiperactividad
  • Culpa
  • Incredulidad

Manifestaciones a nivel somático

  • Pérdida de apetito
  • Insomnio
  • Molestias gástricas o abdominales
  • Agotamiento
  • Sensación de ahogo
  • Dolores de cabeza

A nivel somático es importante señalar que estos síntomas, tras haber consultado con un profesional, no se explican por ninguna otra causa.

Manifestaciones a nivel social y/o escolar

  • Aislamiento social
  • Desadaptación escolar
  • Disminución en el rendimiento escolar
  • Rechazo al colegio

Es importante señalar que si estos síntomas tienen un impacto importante en la vida del menor sería recomendable acudir a un profesional.

¿Qué necesita mi hijo de mi en estos momentos?

En líneas generales, lo que los niños necesitan de los adultos cuando se enfrentan a un proceso de duelo es:

  • Usar un lenguaje sencillo y adaptado a su edad
  • No abrumar usando demasiadas palabras
  • Intuición para saber cuándo está preparado para hablar
  • Tener una mentalidad abierta
  • Escuchar y aceptar sus sentimientos
  • Ser coherentes, nosotros como adultos también estamos tristes por la situación.
  • No mentir nunca
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¿Qué puedo hacer según la edad de mi hijo/a para facilitar la compresión de la muerte?

Niños de entre 0-2 años

En esta etapa evolutiva, les ayudaría mucho mantener las rutinas que se tenían previas a la pérdida del ser querido. Además, les ayudaría poder anticipar la muerte, así como garantizar su salud y cuidado. Por el contrario, que las rutinas se vean alteradas, que haya cambios bruscos y rápidos, así como cuidadores nuevos que no son muy conocidos, podrían ser factores que dificultasen la adaptación a la nueva situación del menor.

En esta etapa se debe estar alerta si se observan pérdidas de peso significativas, no se puede consolar al niños o no se recupera el patrón de sueño.

Niños de entre 3-6 años

En estas edades se recomienda usar un lenguaje claro y adaptado, tranquilizar ante la posibilidad de otras muertes e intentar que comprendan la insensibilidad post-mortem. También se pueden usar ejemplos de la naturaleza o que ya conozcan para ayudar a su comprensión. Por otro lado, se deberían evitar metáforas como “está en un lugar mejor”, “nos ve siempre y nos cuida” o “duerme eternamente”. Debemos recordar que en esta etapa hay una comprensión muy literal del lenguaje, por lo tanto lo interpretarán tal y como se lo contemos. También se deberían evitar las explicaciones que sean muy complejas.

En esta etapa se debe estar alerta si hay mucha ansiedad de separación, pesadillas recurrentes, no quiere comer, no quiere jugar o tiene miedos incapacitantes.

Niños de entre 6 – 10 años

Cuando los niños se encuentran entre este periodo de edades, lo más recomendable es que los adultos les expliquen y dejen participar en los rituales, que éstos respondan a las preguntas y curiosidades que tengas, que el entorno permita su expresión emocional y que puedan entender las dimensiones de la muerte. En caso de que la pérdida sea esperada, es una edad en la que sería recomendable poder prepararlos de antemano. Así mismo, entre los 9 y 10 años serían recomendable valorar su opinión.

Por contra, debemos evitar no aclarar sus teorías imaginadas, no explicarle cómo son rituales o lo que se va a encontrar, así como ocultarles los detalles del fallecimiento. Cuando hablamos de los detalles del fallecimiento siempre hay que tener en cuenta que todos los datos y la información debe estar adaptada a la edad de los niños. En esta etapa se debe estar alerta si se observan signos de alta ansiedad, depresión, no poder separarse de las figuras de apego por miedo a que fallezcan o se observen problemas de rendimiento.

Niños de entre 10 – 13 años

Aquellas conductas que facilitan el proceso de duelo durante estas edades son: tratar de enseñarles a valorar los recuerdos, compartir las experiencias de los adultos con ellos, normalizar lo que siente, solicitar su ayuda en los rituales de despedida y compartir los sentimientos y emociones. Por el contrario, aquellos comportamientos que podrían dificultar los procesos de duelo serían agobiarles con demasiadas preguntar, no respetar su intimidad, y usar frases que dificulten su expresión emocional como por ejemplo “No te sientas triste”.

Durante estas edades se debe estar alerta si se observan signos de extrema tristeza, excesiva responsabilidad, aislamiento, insensibilidad, somatizaciones o incapacidad para volver a adaptarse al colegio.

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Adolescencia y adolescentes

En esta etapa evolutiva dejar que se sientan parte activa del proceso, valorar sus opiniones, evitar los mensajes de fortaleza o responsabilidad, intentar minimizar los cambios, serían acciones que los adultos podrían llevar a cabo para facilitar el proceso. En el lado contrario, exceder en responsabilidades propias de los adultos, retrasar comunicarles la noticia, no dejarles participar en los sucesos, anteponer a otras personas o atosigarles con demasiados ejemplos propios, serían comportamientos que podrían dificultar el proceso de duelo.

En este caso, aquellos signos a los que debemos estar atentos son los siguientes: aumento del consumo de sustancias, aislamiento extremo, pensamientos recurrentes sobre la muerte, irritabilidad extrema, cambios de humor que no cesan, responsabilizar de la muerte a la persona que comunicó la noticia, aparición de ansiedad de separación, trastornos obsesivos o somáticos, sintomatología depresiva, e ideación y plan suicida.

Finalmente, es importante resaltar que se deben tener en cuenta también las características propias de cada cultura, la personalidad del menor y las creencias de cada familia. En este presente artículo se ofrece una guía de las manifestaciones más comunes, eso no implica que no pueda haber otras. Por ese mismo motivo, ante la duda se recomienda asistir a un profesional.

En resumen, es fundamental reconocer que los niños y adolescentes atraviesan procesos de duelo cuando se enfrentan a una pérdida. Por ello, es importante conocer cómo podemos manejar mejor estas situaciones. Se trata de no sobreproteger, ser coherentes, empáticos y honestos, y comunicar la información de una manera sencilla y adaptada dependiendo de la edad del menor. Por último, el duelo es un proceso natural y esperable tras una pérdida, no todos los duelos tienen que ser patológicos. Sin embargo, si se observan algunos de los signos de alarma o interfiere con la vida del menor, no dude en consultar con un profesional.

Sobre la autora

Laura Redondo Fidalgo es Psicóloga Sanitaria y Neuropsicóloga en Sinews. Aborda problemáticas que van desde la ansiedad, la depresión, el duelo y la autoestima, hasta los problemas en las relaciones interpersonales, entre otros. Su orientación es cognitivo-conductual, pero integra herramientas y técnicas de otras corrientes, como las Terapias de Tercera Generación, según las necesidades de cada paciente, gracias a su constante formación.

Laura Redondo
Departamento Psicológico, Psicoterapéutico y Coaching
Laura Redondo
Psicóloga
Niños, adolescentes y adultos
Idiomas de trabajo: Español e inglés
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