Lo primero que tenemos que entender para saber cómo funcionan las adicciones en el cerebro es que la sustancia o comportamiento adictivo del que estemos hablando y su uso se empieza a experimentar como una necesidad básica como sería beber agua, comer o dormir por parte de quien sufre el problema adictivo.

Al percibirse como una necesidad básica, las personas con problemas adictivos recurren una y otra vez a la sustancia o comportamiento a pesar de que les provoque consecuencias negativas en su vida, ya que dejar de consumir se experimenta como dejar de respirar para ellos a nivel neurobiológico.

Hipótesis dopaminérgica de las adicciones

La comunidad científica coincide en que la hipótesis dopaminérgica de las adicciones es la explicación con más evidencias respecto al motivo por el cual las personas desarrollan trastornos adictivos. El trastorno adictivo implicaría una desregulación del circuito de la recompensa del cerebro.

El circuito de la recompensa

El circuito de la recompensa, también conocido como circuito del placer, se ocupa de facilitar nuestra supervivencia. En este sistema se produce el procesamiento de la dopamina en el cerebro. La dopamina es la hormona del placer y gracias a ella y al circuito de la recompensa podemos experimentar, sentir e interpretar el placer. El circuito de la recompensa se trata de una serie de conexiones entre distintas áreas del cerebro: principalmente el córtex prefrontal y el cerebro reptiliano.

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El cerebro reptiliano es un conjunto de áreas como el área tegmental ventral o el núcleo accumbens y se encarga de la memoria emocional y el instinto de supervivencia. Se trata de un área del cerebro más primitiva y que no ha cambiado demasiado a lo largo de la historia del hombre, especialmente si lo comparamos al córtex prefrontal. Nuestro cerebro reptiliano en la actualidad es muy parecido al de otros animales.

El córtex prefrontal es la zona más moderna del cerebro, ya que ha sido la que más ha evolucionado en la historia del hombre. Si comparamos un cerebro de un homo sapiens y el de un humano actual, las mayores diferencias las encontramos en el mayor tamaño y conectividad de la corteza prefrontal. El córtex prefrontal es el encargado de un nivel más alto de pensamiento, se encarga de la toma de decisiones, procesos relacionados con la motivación y la consecución de metas, discernir entre el bien y el mal… En definitiva, tiene una gran importancia en cuanto a la dirección y ejecución de comportamientos.

Para entender bien las adicciones en el cerebro, debemos tener claro que el circuito de la recompensa tiene como objetivo garantizar nuestra supervivencia y se sirve de la segregación de dopamina para reforzar comportamientos y que estos se repitan. Todos los comportamientos que están ligados a nuestra supervivencia segregan dopamina, por ejemplo, beber agua, comer, criar hijos, etc. Esto ayuda a que se experimenten como algo placentero y sean repetidos en un futuro.

Existen una serie de comportamientos que surgen en una parte más reciente de la historia de la humanidad como beber alcohol, emborracharse, consumir drogas por distintas vías de consumo (oral, fumada, esnifada, inyectada) o el juego de azar con dinero. A nivel dopaminérgico estos comportamientos suponen un gran desafío para nuestro sistema de la recompensa ya que en la naturaleza no encontramos nada que sea tan reforzante a nivel de dopamina como dichos comportamientos.

Hay una diferencia exponencial en cuanto a los niveles de dopamina entre los comportamientos de los que se abusa típicamente (drogas, juego de azar) comparado a otros comportamientos en nuestro día a día.

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Podemos observar como un consumo de cocaína implicaría unos niveles de dopamina en el núcleo accumbens de más de un 250% sobre el nivel base, mientras que otras conductas placenteras como el sexo o comer lo aumentarían entre un 100% o un 50% sobre el nivel base respectivamente. Aunque distintas sustancias generan distintos picos de dopamina, las drogas o el juego de azar con dinero se caracterizan por generar unos niveles de dopamina que no se encuentran en el entorno natural de la persona y, por ende, son más capaces de generar adicción que otros comportamientos o sustancias de la naturaleza. Sin embargo, cualquier comportamiento que genere dopamina tendría el potencial de volverse adictivo, por eso se pueden encontrar casos de problemas adictivos con la comida, el deporte, redes sociales, el sexo, los videojuegos o internet, entre muchos otros. La relación de la persona con dicho comportamiento se vuelve tóxica y empieza a tener distintas consecuencias en la vida de la persona.

Regulación al alza de los neurotransmisores dopaminérgicos

Cuando el abuso de una determinada sustancia o comportamiento se hace lo suficientemente habitual, las neuronas dopaminérgicas del circuito de la recompensa sufrirán una regulación al alza de sus transmisores dopaminérgicos debido a la alta cantidad de dopamina con la que tienen que trabajar habitualmente. Se puede decir que cuando las neuronas dopaminérgicas del circuito de la recompensa regulan al alza sus neurotransmisores, la persona tiene la enfermedad de la adicción. Esta regulación al alza será determinante en el mantenimiento del problema durante el tiempo y en la incapacidad de abandonar el consumo ya que es la principal causante del craving o ansia por consumir. El craving es un período breve e intenso en el que la persona siente ansia por consumir, acompañado de pensamientos acerca del consumo, así como otros síntomas psicológicos y fisiológicos.

Abstinencia: cuando deja de consumir…

Cuando la persona detiene el consumo, se revierte la regulación al alza de los neurotransmisores, lo cual provoca que los episodios de craving se empiecen a espaciar en el tiempo y a reducir su intensidad. Este proceso podría durar desde algunos meses hasta años después de abandonar el consumo y, en cualquier caso, una recaída podría reactivar todo el sistema de la recompensa a los valores que existían durante la adicción en activo. Esto es posible gracias a la neuroplasticidad cerebral: la capacidad de nuestro cerebro de cambiar la manera en la que conecta unas zonas con otras.

Es fundamental la conciencia de enfermedad de quien padece problemas de adicciones para mantenerse en rehabilitación. El consumo o ejecución del comportamiento adictivo, al reactivar el sistema de la recompensa con las conexiones establecidas en el consumo va a reactivar todas las actitudes y mecanismos defensivos que ya se asentaron anteriormente durante la adicción en activo. Será fundamental que la persona aproveche esta etapa para generar nuevas estrategias de gestión de sus emociones, trabajar sus creencias sobre la vida, sobre sí mismo y el mundo, así como aficiones que le ayuden a llenar el tiempo y el vacío que provoque abandonar el comportamiento adictivo.

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El secuestro del cerebro reptiliano al córtex prefrontal

El córtex prefrontal trata de regular el comportamiento adictivo mediante planes de controlar o dejar el consumo, pero, en el momento en el que el cerebro reptiliano, concretamente el núcleo accumbens, requiera de grandes cantidades de dopamina secuestra al córtex prefrontal y, en consecuencia, a la capacidad de tomar decisiones desde la racionalidad. Cuando el cerebro reptiliano ansía dopamina dicta el comportamiento de la persona. Es importante que entendamos que las adicciones provocan una desregulación del cerebro que lleva a una desregulación de las emociones. Además, la persona percibe que planificar y ejecutar el consumo le ayuda a estar de mejor humor y tener sensaciones más agradables, lo que refuerza dicho comportamiento.

Por supuesto, esto no convierte a la persona en alguien menos capaz o inteligente, simplemente en alguien que, además de las necesidades básicas que todos conocemos, percibe tener alguna necesidad más debido a la enfermedad.

Para el mantenimiento del consumo es imprescindible que la enfermedad produzca mecanismos de protección frente a otras personas o frente al propio córtex prefrontal (que intenta regular el consumo). Esto radica en mecanismos como la negación, la minimización, la mentira o la ocultación, entre muchos otros. La negación puede provocar respuestas de enfado hacia personas que intenten controlar el consumo del adicto, aunque también existen muchos mecanismos internos para proteger a la adicción del córtex prefrontal, como convencerse a uno mismo del control que se tiene o quitarle importancia a las consecuencias negativas.

Muchas personas adictas se proponen dejar de consumir desde su córtex prefrontal pero cuando el cerebro reptiliano ansía dopamina toma el control del comportamiento y activa mecanismos para continuar el consumo. La adicción no se elige, por lo tanto, no hay que culpabilizarse sino asumir responsabilidad y empezar a tomar acciones para cambiar. Si piensas que tu o alguien de los tuyos tiene este tipo de problemas, busca ayuda.

Sobre el autor

Héctor Pastor Pardo es psicólogo general sanitario, especialista en adicciones y terapia individual y de pareja. Formado en terapias de tercera generación y en psicofarmacología y drogas de abuso, aplica un enfoque cognitivo conductual e integrador. Su actividad principal se encuentra en el tratamiento de adultos y parejas.

Héctor Pastor
Departamento Psicológico, Psicoterapéutico y Coaching
Héctor Pastor
Psicólogo
Adultos y parejas
Idiomas de trabajo: Español e inglés
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