Terapia de familia. Otra forma de hacer terapia
Cuando pensamos en terapia psicológica, seguramente nos venga a la cabeza la imagen de una persona haciendo una sesión individual con su psicólogo o psicóloga. Es posible que también podamos pensar en las terapias grupales, como las de alcoholismo que frecuentemente aparecen en las películas. Incluso, podemos llegar a imaginar a una pareja con muchos conflictos que acuden a terapia juntos para poder solucionarlos. Sin embargo, estas no son las únicas formas de hacer terapia. Existe una modalidad terapéutica que trae a la consulta, no solo a la persona con su dificultad, sino a los miembros de una familia. Esto se conoce como terapia familiar, y aquí te vamos a contar en qué consiste y para qué te puede servir.
¿Qué es la terapia familiar?
La terapia familiar, es un enfoque psicoterapéutico diferente al comúnmente utilizado en terapia individual, donde el foco de la terapia reside en la familia y en las interacciones entre los miembros de esta familia, y no en los problemas o dificultades de una única persona.
En la terapia familiar se entiende la familia como un sistema en el que los integrantes no están aislados, sino que influyen continuamente los unos sobre los otros. De esta forma, ante la presencia de conflictos en sus dinámicas, crisis vitales o familiares e incluso ante la dificultad de uno de los miembros, todos los integrantes del sistema familiar se verán afectados, y a su vez podrían ayudar y contribuir para solucionar estas dificultades.
La realidad es que todas las personas venimos de una familia, muchas habrán formado ya su propia familia y otras muchas lo harán en el futuro. Las familias son nuestro primer lugar de crecimiento y socialización. Es en la familia donde aprendemos a dar nuestros primeros pasos en el autoconocimiento personal ¿Quiénes somos?, ¿qué nos gusta?, ¿qué queremos?, etc. Éstas y otras miles de preguntas, a veces tan difíciles de contestar, empiezan a tener respuesta en este primer ámbito social que constituye la familia. Además, todas las familias que conocemos, incluyendo la nuestra, están sujetas a un sinfín de circunstancias, influencias del pasado y del presente, de la cultura y la sociedad, y un largo etcétera. Sin duda alguna, cada familia es única. Y por ello, las relaciones que se establecen entre sus miembros también.
Por todo esto, se hace evidente que, tratar de forma aislada a una persona, sin tener en cuenta su entorno familiar, puede resultar infructuoso. Y es aquí donde la terapia familiar cobra sentido, ya que no podemos perder de vista que precisamente la familia está considerada en la mayoría de sociedades como el pilar más importante sobre el que se sustenta el crecimiento y desarrollo individual de una persona, así como su roles, deberes, valores, creencias y principios. Y éste es un enfoque que facilita, no solo entender y tener en cuenta factores sociales y familiares que rodean a la persona, sino que también permite al terapeuta intervenir directamente con este contexto y con las dinámicas y relaciones del mismo.
¿Cuáles son los objetivos de la terapia familiar?
El objetivo del terapeuta familiar es ayudar a reestablecer el equilibrio de la familia cuando aparecen tensiones, problemas de comunicación, o cuando uno de sus miembros tienen alguna problemática que pudiera afectar a la convivencia en el hogar. En una terapia familiar, el terapeuta atenderá a la familia como un conjunto, estudiando sus dinámicas, su comunicación disfuncional y sus patrones de comportamiento, siendo el objetivo final la transformación de una familia que no funciona en una familia funcional, donde todos los miembros puedan crecer y desarrollarse de forma saludable.
En definitiva, los objetivos del terapeuta familiar serían los siguientes:
- Impulsar la transformación de la familia, fomentando las relaciones equitativas, de apoyo mutuo, colaboración, y estimulando el crecimiento y sentimiento de responsabilidad colectiva.
- Ayudar a la familia para cambiar la percepción del problema, construyendo una nueva narrativa del problema y entendiendo que la forma de relacionar en la familia puede estar relacionada con la aparición de los síntomas o dificultades.
- Ayudar a modificar los comportamientos repetitivos disfuncionales perjudican las relaciones.
- Promover el desarrollo de nuevas formas sanas de comunicarse, fomentando la expresión emocional saludable.
¿Para qué nos puede servir?
Seguro que más de una vez has podido observar, en tu entorno, familias con grandes dificultades. Incluso tu misma familia, en algún momento de su ciclo vital, se habrá tenido que enfrentar a sus propios obstáculos.
Es en estas situaciones donde la terapia familiar puede ser de gran utilidad. Es por eso por lo que aquí os contamos en qué situaciones podría servir de ayuda:
- Ayudar a los hijos en situaciones de: miedos, trastornos de alimentación, dificultades en el rendimiento escolar, contacto con las drogas, etc.
- Ayudar en la adaptación a situaciones de separación o divorcio o a nuevas composiciones familiares tras la separación de los padres.
- Afrontar los retos de la multiculturalidad en la familia.
- Resolver conflictos de comunicación y adaptación en las relaciones familiares.
- Afrontar y superar en familia las disfunciones y trastornos psíquicos y emocionales.
- Ayudar en las discrepancias educativas entre los padres.
- Ayudar a afrontar dificultades a la hora de implementar límites, reglas y llegar a acuerdos en la familia.
- Afrontar acontecimientos vitales estresantes, como pueden ser duelos familiares, o enfermedad de alguno de los miembros.
¿Necesita mi familia terapia familiar?
No es necesario esperar a que exista un problema grave dentro de la familia, o a que los conflictos o dificultades escalen de manera innecesaria. Son muchos los motivos por los que se puede acudir a terapia familiar, ya que es un enfoque psicoterapéutico en el que se pueden abordar problemáticas tanto familiares como conflictos individuales. Si crees que tu o algún miembro de tu familia tiene alguna problemática que influya en el sistema familiar o crees que tu familia está pasando por diversas dificultades que puedan servirse de ayuda psicológica, quizá sea un buen momento para plantearse acudir a un terapeuta familiar acreditado que pueda guiar a todos los miembros de la familia hasta entender qué está pasando y qué se puede hacer.
Departamento Psicológico, Psicoterapéutico y Coaching
Psicóloga
Adultos, parejas y familias
Idiomas de trabajo: Español e inglés
Fatiga Pandémica: 8 Claves Para Superarla
Este marzo se ha cumplido un año desde que comenzó la crisis sanitaria producida por la COVID-19. Lo que en un principio iban a ser dos semanas de confinamiento, se fue convirtiendo poco a poco en una situación casi interminable. Meses de confinamiento, encerrados en casa, con miedo e incertidumbre. Y aún no sabíamos a qué nos estábamos enfrentando. ¿Hay un riesgo real? ¿Es histeria colectiva? Mientras tanto, las noticias arrojaban incansablemente información sobre riesgos, medidas de seguridad, distanciamiento social, números y más números sobre la evolución de la pandemia, la nueva normalidad y sus fases, y un largo etcétera que íbamos escuchando e integrando en nuestro día a día.
Y al salir, ¿con qué nos encontramos? Restricciones, miedos, distanciamiento social, toque de queda y más incertidumbre. Un panorama sociopolítico contradictorio que no entendemos, y una vuelta a la vida, que muy lejos estaba de la normalidad. Quién nos iba a decir que, más de un año después, la palabra “PANDEMIA” aun tendría tanta fuerza, y que habríamos pasado no por una, ni dos olas, sino tres y pensando en una cuarta.
Sin duda alguna, esta circunstancia continuada en el tiempo y tan impredecible, nos va dejando huella. Los primeros días estábamos dubitativos con las nuevas normas de seguridad, pero poco a poco fuimos entendiendo la importancia de seguir con todas las pautas. Gracias a ello, nos sentíamos con algo más de control respecto a nuestra propia protección y más responsabilidad de cara a los demás. Sin embargo, un año después la pandemia sigue su curso, y las medidas que fácilmente tomamos (mascarilla, gel hidroalcohólico, distancias, cuarentenas, etc.) son cada vez más difíciles de mantener y, sin darnos cuenta, se van diluyendo. La sensación de control y responsabilidad disminuye, a la par que nuestra desmotivación y cansancio aumenta.
Esto es lo que se conoce como Fatiga Pandémica. Según la OMS este término hace referencia a “una reacción de agotamiento y desmotivación para seguir las conductas de protección recomendadas que aparece de forma gradual en el tiempo y que está afectada por diversas emociones, experiencias y percepciones, así como por el contexto social, cultural, estructural y legislativo”. Según el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), los datos muestran que a medida que se prolonga esta situación nos estamos volviendo más descuidados cuando se trata de seguir los protocolos de seguridad.
Hoy estamos cansados/as, y la fuerza y capacidad de adaptación que mostramos en un principio, se ve mermada. Nuestras estrategias de afrontamiento que sirvieron en los primeros meses de esta pandemia están disminuyendo, y ahora que sabemos que no hay un fin establecido, la motivación decae, dejando la puerta abierta a la fatiga pandémica.
¿Te sientes identificado? Si es así, esto es lo que puedes hacer.
Estos consejos no harán que la COVID-19 desaparezca. Pero pueden ayudarte a lidiar con ello haciendo este camino un poco más fácil para tu salud emocional.
- Normaliza lo que sientes
Llevamos ya un año con esta situación. El agotamiento, la tristeza y el estrés son una consecuencia natural en el curso de la pandemia. Estamos viviendo una situación completamente inesperada y nueva para nosotros/as.Analiza si estás siendo muy duro/a contigo mismo/a por sentirte así y trata de aceptar y permitir estas emociones tan desagradables. Esto es la clave para poder minimizarlas. - Ajusta expectativas
La pandemia no es un paréntesis temporal en nuestras vidas. Por tanto, es necesario ajustar nuestras expectativas para poder involucrarnos en planes y proyectos ajustados a las posibilidades reales de la situación que vivimos.Deja de posponer planes para “cuando acabe la pandemia”, y empieza a planear aquello que podemos hacer hoy. Esto te ayudará a conectar con tus gustos, deseos y a encontrar la motivación en tu día a día. - Prioriza el autocuidado
Mucho se ha hablado de hacer ejercicio y comer sano. Y por supuesto esto nos puede ayudar, pero el autocuidado va mucho más allá. Además de los hábitos saludables hay varios tipos de autocuidados: emocional (autoagradecimiento, manejo del estrés, autocompasión y búsqueda de la positividad), social (ser escuchado/a, saber pedir ayuda, tener relaciones sanas y la afectividad) y cognitivo (leer, meditar, conectar con la naturaleza, darte tiempo para ti, etc.).Prioriza cuidar de ti mismo/a, porque con todo lo que está pasando a nuestro alrededor es muy fácil olvidarnos de nuestro autocuidado. - Date un descanso y permítete el tiempo improductivo
Necesitamos un descanso psicológico. Necesitamos darnos permiso para desconectar. No solo en vacaciones. Cada día después del trabajo o de tus ocupaciones, trata de desconectar y descansar. Prueba a ver una comedia o simplemente respirar mientras escuchas la radio. No es tiempo improductivo, ya que el descanso es necesario para poder seguir con nuestro día a día. Igual que los deportistas entienden que el descanso es parte del entrenamiento, recuerda que, para ti, el descanso es parte de la productividad. - Deja tiempo para actividades gratificantes
Ya está bien de solo trabajar y estudiar. La vida es mucho más y la pandemia no ha llegado para arrebatarnos esto. Por supuesto, ha cambiado nuestra forma de vivir y encontrar gratificaciones, pero esto no es excusa. Seguro que hay algo que puedes incorporar en tu día a día que te haga sentir bien.Tú eres el mayor experto/a en ti mismo/a, y como experto/a sabes qué actividades gratificantes son las que te funcionan a ti. Pasear, leer, juegos de mesa con convivientes, tocar un instrumento, hacer alguna manualidad. ¿Hay algún proyecto personal que puedas comenzar? ¿Puedes explorar tu creatividad? ¿Hay algún hobbie olvidado que puedas retomar? Y, sobre todo, no olvides, que nunca es tarde para aprender algo nuevo. - Limita la infoxicación y evita el monotema
COVID, COVID, COVID, COVID, COVID y COVID. ¿Sabes de lo que hablo? Seguro que te suena un poco. Y es que, si no tenemos cuidado, es prácticamente de lo único que hablamos, y la mayor parte de las noticias que nos interesan. Sin duda alguna, este es el principal ingrediente de la fatiga pandémica. Estar informados es necesario, pero la sobreinformación puede ser muy perjudicial para nosotros/as, generando más y más ansiedad y miedo. Reduce el tiempo expuesto a noticias COVID y, cuando estés con otras personas, aprovecha para hablar de otros temas que no fomenten que la pandemia sea el centro de nuestras vidas. ¿De qué hablábamos antes de todo esto? - Conecta con otras personas
Los seres humanos somos seres sociales. Estar solos y aislados va en contra de nuestra naturaleza y puede tener muchos efectos dañinos en nuestra salud mental. Por ello, busca la forma de estar en contacto con los demás, siguiendo todas las medidas de seguridad. La distancia de seguridad, no significa distancia social.¿Qué puedes hacer? Tal vez sea un buen momento para enseñar a tu abuela a hacer una videollamada, también puedes reunirte en espacios abiertos, hacer actividades al aire libre como senderismo con compañeros o simplemente pasear acompañado. Por supuesto, no te olvides que, si estás en cuarentena, existe el móvil. Llama a tus amigos/as o familiares y pasa un buen rato como si estuvieras en persona. - Crea nuevas tradiciones
Si la pandemia ha llegado para quedarse (de momento), tendremos que crear nuevos rituales y nuevas tradiciones que la acompañen. En el primer confinamiento, creamos la “tradición” del aplauso de las 20h. Otros, crearon la videollamada familiar de los viernes por la tarde, y otros sabían que los sábados por la mañana era día de cocinar un pan de plátano.Por suerte, ya no estamos encerrados en casa. Pero podemos seguir creando tradiciones que añadan a nuestra vida algo de color. Por ejemplo, ¿qué te parece si el primer sábado de cada mes pruebas una nueva receta? También puede ser buena idea, que los miércoles toque ver película en el salón con tus convivientes, y los jueves jugar al trivial.Se creativo, y piensa en qué tradición te gustaría incluir en tu nueva forma de vida..
En definitiva, la fatiga pandémica es real, y nos afecta a todos/as. Si te encuentras en una situación en la que la desmotivación, miedo y/o tristeza parece estar muy lejos de tu control, no dudes en pedir ayuda. Los profesionales estaremos aquí para acompañarte en tu proceso. Sentirte y mostrarte vulnerable también es una parte tu fortaleza.
Departamento Psicológico, Psicoterapéutico y Coaching
Psicóloga
Adultos, parejas y familias
Idiomas de trabajo: Español e inglés