Relación entre Migraña y Salud Mental
La migraña va más allá de ser simplemente un dolor de cabeza; es una enfermedad neurológica compleja que frecuentemente se acompaña de síntomas relacionados con la salud mental. Afecta a más de 5 millones de personas en España, de los cuales 1.5 millones padecen de migraña crónica, caracterizada por ocurrir 15 o más días al mes. La migraña crónica reduce significativamente la productividad, deteriora la calidad de vida y conduce a tasas de discapacidad cuatro a seis veces más altas que aquellas con migraña episódica. A pesar de su origen neurológico, la migraña a menudo coexiste con diversos trastornos psiquiátricos como la depresión, los trastornos de ansiedad, el insomnio, el trastorno bipolar, etc., lo que complica su manejo y tratamiento. Estos problemas de salud mental no solo agravan la carga de los síntomas de la migraña, sino que también aumentan el riesgo de frecuencia aumentada y resistencia al tratamiento con el tiempo.
Depresión y migraña
Muchos pacientes con migraña enfrentan no solo dolores de cabeza severos, sino también sentimientos persistentes de tristeza y desesperanza. La depresión afecta a un número significativo de individuos migrañosos, impactando en su calidad de vida y dificultando el manejo del dolor. La relación entre la depresión y la migraña es especialmente fuerte en los casos de migraña crónica, donde ambas condiciones a menudo exacerban los síntomas una de la otra. Síntomas como tristeza persistente, pérdida de interés en actividades, cambios en el apetito o peso, trastornos del sueño y dificultades para concentrarse pueden complicar el manejo de la migraña. Tratar la depresión con una combinación de medicación y psicoterapia puede ayudar a mejorar el estado de ánimo general y la resiliencia, facilitando así enfrentar los desafíos planteados por la migraña. En Sinews MTI, contamos con un equipo de psiquiatría y de psicología que puede ayudarte.
Trastornos de ansiedad y migraña
Los trastornos de ansiedad, como el trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y el trastorno de pánico, también son frecuentes entre los pacientes con migraña. También, el estrés y la incertidumbre de vivir con migrañas pueden intensificar los síntomas de ansiedad, creando un ciclo en el que la ansiedad desencadena migrañas y, a su vez, las migrañas aumentan la ansiedad. Este ciclo puede dificultar el manejo tanto de la migraña como de la ansiedad, haciendo que ambas condiciones se perpetúen y empeoren mutuamente.
Síntomas como la preocupación excesiva, inquietud, tensión muscular y dificultades para dormir pueden impactar significativamente la experiencia de la migraña. Enfoques terapéuticos como la terapia cognitivo-conductual (TCC) son efectivos para manejar los síntomas de ansiedad, aliviando así su impacto en la frecuencia y gravedad de las migrañas.
El rol del estrés en la migraña
El estrés activa el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal (HPA), un sistema regulatorio que controla la respuesta del cuerpo al estrés. Cuando una persona experimenta estrés, ya sea emocional, físico o psicológico, el hipotálamo libera la hormona CRH (hormona liberadora de corticotropina), que estimula la glándula pituitaria para liberar ACTH (hormona adrenocorticotropa). Esta a su vez actúa sobre las glándulas suprarrenales para producir cortisol, esencial para regular la respuesta al estrés. El cortisol es crucial para regular diversas funciones corporales, incluyendo la respuesta al dolor. Sin embargo, niveles elevados y crónicos de cortisol debido al estrés prolongado pueden tener consecuencias negativas para la salud a largo plazo y contribuir a la sensibilización al dolor.
El estrés afecta significativamente a la salud y a las migrañas. Estudios indican que los pacientes con migraña crónica reportan más eventos estresantes antes de que su migraña se vuelva crónica en comparación con aquellos que sufren de migraña episódica. El estrés crónico y las migrañas recurrentes pueden desencadenar cambios estructurales en el sistema nervioso central, aumentando la sensibilidad al dolor. La sensibilización al dolor implica un aumento en la respuesta del sistema nervioso al estímulo doloroso.
Estudios con resonancia magnética funcional han mostrado que las personas con migraña crónica tienen una mayor activación cerebral en respuesta al dolor. Paradójicamente, la reducción abrupta del estrés también puede aumentar el riesgo de migraña al día siguiente, debido a la inversión brusca de los efectos antiinflamatorios inducidos por el estrés que pueden aliviar el dolor.
El estrés también influye en los trastornos psiquiátricos; los eventos traumáticos o estresores, especialmente en la infancia, aumentan la vulnerabilidad a la depresión mayor y otros trastornos mentales. El estrés crónico puede inducir cambios genéticos/epigenéticos que alteran la respuesta a futuros estresores, aumentando así la propensión a migrañas y trastornos psiquiátricos. En el contexto de la migraña, el estrés crónico puede no solo desencadenar episodios de dolor agudo, sino también contribuir a la cronificación del dolor y a una mayor sensibilidad a los desencadenantes de la migraña. La activación del eje HPA y la consecuente elevación de cortisol pueden ser factores que perpetúen la migraña crónica y aumenten la percepción del dolor en los pacientes. Manejar efectivamente el estrés no solo previene las migrañas, sino que también mejora la salud física y mental en general. Consulta con nuestra neuropsiquiatra para asesorar tu caso.
Trastorno bipolar y migraña
Existe una relación bidireccional entre la migraña y el trastorno bipolar, especialmente la migraña con aura. Aproximadamente un tercio de los pacientes con trastorno bipolar tienen migrañas, con una prevalencia más alta en el trastorno bipolar tipo II. Ambas condiciones comparten una naturaleza episódica, sensibilidad al estrés y antecedentes familiares, potencialmente vinculados a través de disfunciones en los canales de calcio. El trastorno bipolar, caracterizado por períodos alternantes de depresión y manía o hipomanía, puede complicar el manejo de la migraña. La inestabilidad del estado de ánimo asociada con el trastorno bipolar puede exacerbar la frecuencia y severidad de las migrañas. El manejo efectivo del trastorno bipolar mediante estabilizadores del ánimo, medicamentos antipsicóticos y psicoterapia puede ayudar a reducir los episodios de migraña y mejorar la estabilidad general.
Trastornos del sueño y migraña
Los trastornos del sueño son frecuentemente reportados por pacientes con migraña y son tanto un desencadenante como una consecuencia de las migrañas. Condiciones como el insomnio, la apnea del sueño y el síndrome de piernas inquietas son comunes los pacientes migrañosos. La mala calidad del sueño puede aumentar la frecuencia y severidad de las migrañas, creando un ciclo vicioso difícil de romper. El manejo de los trastornos del sueño puede llevar a mejoras significativas en los síntomas de la migraña. Mejorar la higiene del sueño a través de horarios regulares de sueño, crear un ambiente de descanso adecuado y evitar estimulantes antes de acostarse puede ayudar a reducir la frecuencia de las migrañas. Para condiciones como la apnea del sueño, pueden ser necesarias intervenciones médicas como la terapia de presión positiva continua en las vías respiratorias (CPAP) para mejorar tanto la calidad del sueño como el manejo de la migraña.
Abuso de sustancias y migraña
Si bien estudios anteriores sugirieron una relación entre las migrañas y el abuso de tóxicos, investigaciones recientes indican que esta asociación puede estar confundida por factores como la depresión y otros trastornos psiquiátricos. Se ha visto, por ejemplo, que los pacientes con migraña tienden a consumir menos alcohol, posiblemente debido a su potencial para desencadenar dolores de cabeza. Sin embargo, el abuso de otras sustancias como los medicamentos utilizados para tratar las migrañas, puede ser una preocupación. El uso excesivo de medicamentos, en particular de analgésicos, puede llevar a la cefalea por abuso de analgesia, que agrava la frecuencia y la intensidad de las migrañas. Abordar los problemas de abuso de sustancias a través de orientación médica adecuada, asesoramiento y grupos de apoyo es fundamental para el manejo efectivo de las migrañas. Obtén asesoramiento en cuanto al abuso de sustancias con nuestro equipo de psiquiatría.
Relación entre salud mental y progresión de la migraña a una forma crónica
La migraña crónica a menudo evoluciona desde la migraña episódica y está vinculada a varios factores de riesgo como depresión, ansiedad, obesidad y uso excesivo de medicamentos. La depresión es especialmente importante y aumenta el riesgo de migraña crónica. Tratar eficazmente estas condiciones psiquiátricas puede prevenir que la migraña empeore. Es crucial adoptar enfoques de tratamiento que consideren tanto los aspectos neurológicos como psiquiátricos para mejorar la calidad de vida.
Teorías sobre los mecanismos neurobiológicos
Varias hipótesis intentan explicar la relación bidireccional entre la migraña y los trastornos psiquiátricos. Estas incluyen factores genéticos compartidos, desencadenantes ambientales comunes y disfunciones en sistemas como la regulación de la serotonina y el eje hipotálamo-hipofisario-adrenal. El estrés crónico y la sensibilización central son mecanismos propuestos que vinculan las migrañas con condiciones como la depresión y la ansiedad. Comprender estos mecanismos puede guiar el desarrollo de terapias dirigidas que aborden tanto la migraña como sus comorbilidades psiquiátricas.
Aportes de los estudios de imágenes funcionales
Los estudios de neuroimagen destacan la función cerebral anormal y la conectividad en áreas involucradas en el procesamiento emocional entre los pacientes con migraña. Regiones como la corteza cingulada anterior, la ínsula y la corteza prefrontal muestran patrones de actividad alterados durante el procesamiento del dolor y sensorial, lo que potencialmente contribuye a los aspectos emocionales de las migrañas y los síntomas psiquiátricos comórbidos. Estos conocimientos de la investigación en imágenes cerebrales subrayan la importancia de un enfoque integral en el tratamiento de la migraña que considere tanto los factores neurológicos como psicológicos. Al abordar el papel del cerebro tanto en el dolor como en la emoción, se pueden desarrollar planes de tratamiento más efectivos y holísticos.
Esperanza a través del tratamiento
A pesar de los desafíos, existen opciones de tratamiento efectivas que pueden ayudar a manejar tanto las migrañas como los problemas de salud mental que puedan estar asociados. Inicialmente, los médicos de atención primaria son quienes reciben a los pacientes con migrañas y suelen pautar tratamiento analgésico para el episodio agudo. Cuando el médico de atención primaria considere necesario la intervención de un especialista, se deriva al neurólogo, quien es el encargado de evaluar y gestionar el tratamiento específico para las migrañas.
Para los ataques agudos de migraña, los analgésicos como el ibuprofeno y los triptanes son opciones efectivas para aliviar el dolor de manera rápida y eficaz. Además, en función de la frecuencia y gravedad de las migrañas, los neurólogos pueden recomendar tratamientos farmacológicos preventivos como los betabloqueantes (por ejemplo, propranolol), antidepresivos (como la amitriptilina) y antiepilépticos (como el ácido valproico y el topiramato). En casos donde estos tratamientos no sean suficientes o bien tolerados, se han desarrollado enfoques farmacológicos más recientes, como los anticuerpos monoclonales dirigidos contra el péptido relacionado con el gen de la calcitonina (CGRP), que han mostrado una alta efectividad en la prevención de migrañas al reducir significativamente la frecuencia y severidad de los episodios.
Por otro lado, cuando la respuesta a tratamiento es insatisfactoria, es crucial realizar una evaluación psiquiátrica. Esto permite detectar comorbilidades psiquiátricas que puedan estar contribuyendo a la pobre respuesta o a la cronificación de la migraña. Los psiquiatras pueden identificar y tratar con medicación, en casos necesarios, condiciones como trastornos de ansiedad, depresión u otros problemas emocionales que puedan influir en la frecuencia y severidad de las migrañas. En Sinews MTI contamos con psiquiatras que te ayudarán en el abordaje de las comorbilidades psiquiátricas.
Además, las terapias conductuales desempeñan un papel fundamental en el tratamiento integral de las migrañas y sus complicaciones asociadas. Estas intervenciones, guiadas por psicólogos especializados, utilizan técnicas como la terapia cognitivo-conductual (TCC) y las estrategias de manejo del estrés para desarrollar habilidades de afrontamiento efectivas. Pide ayuda a nuestros psicólogos.
Esta combinación de tratamientos no solo aborda los aspectos físicos de la migraña, sino que también se centra en los aspectos psiquiátricos y psicológicos, mejorando así la calidad de vida de los pacientes.
En conclusión, la migraña es una condición neurológica que impacta profundamente la productividad y la calidad de vida de millones de individuos. A pesar de su base neurológica, la migraña frecuentemente coexiste con un espectro de comorbilidades psiquiátricas que incluyen depresión, trastorno bipolar, trastornos de ansiedad, estrés, trastornos del sueño y abuso de sustancias. Estas condiciones no solo aumentan la utilización de servicios de salud, sino que también elevan el riesgo de cronificación de la migraña y empeoran la discapacidad general.
El manejo efectivo de estas comorbilidades psiquiátricas es crucial para optimizar los resultados del tratamiento de la migraña y mejorar la calidad de vida de los individuos afectados. Los psiquiatras desempeñan un papel fundamental en este contexto, adoptando un enfoque biopsicosocial para abordar las dimensiones biológicas, psicológicas y sociales de las comorbilidades de la migraña.
Adaptar enfoques de tratamiento que integren terapias farmacológicas y conductuales es imperativo, especialmente para pacientes con comorbilidades psiquiátricas, para garantizar una atención integral y personalizada en el manejo de la migraña.
Sobre la autora
María Isabel Zamora es médico con doble especialidad en Psiquiatría y en Neurología. Tiene experiencia en la atención a pacientes de consultas generales de psiquiatría, y de forma más especializada, en la atención a pacientes que combinan síntomas psiquiátricos y neurológicos. Ha trabajado con pacientes de psicogeriatría y con pacientes de diversidad funcional. Tiene experiencia en deterioro cognitivo, síntomas psicológicos y conductuales de la demencia, síntomas psiquiátricos relacionados con trastornos neurológicos o con dolor crónico, autismo, TDAH, trastornos adaptativos, depresión, ansiedad, adicciones, trastorno bipolar, trastorno obsesivo compulsivo, trastornos del sueño, trastornos de conducta alimentaria, etc.
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¿Qué es el síndrome del cuidador quemado o burnout del cuidador?
El cuidador principal de una persona con demencia asume un papel desafiante, cargado de responsabilidades cruciales para el bienestar del paciente. Al enfrentarse a las variaciones en la condición de la persona cuidada y a la complejidad de gestionar alteraciones de conducta, este cuidador se encuentra en una posición de gran responsabilidad. La habilidad para abordar las cambiantes necesidades y los comportamientos desafiantes se convierte en un componente esencial de su día a día. Sin embargo, esta carga a menudo desemboca en niveles significativos de estrés y agotamiento. Reconocer y abordar estas demandas resulta esencial, no solo para preservar la salud y resistencia del cuidador principal, sino también para asegurar la calidad y continuidad del cuidado proporcionado a la persona dependiente.
Las responsabilidades que asume el cuidador principal
El cuidador principal de una persona con demencia se enfrenta a una amplia gama de responsabilidades fundamentales para el bienestar del paciente. Además de atender las dificultades y cambios en la condición de la persona cuidada, se requiere una paciencia excepcional. Este desafío se intensifica al manejar las preguntas repetitivas y/o las intrínsecas alteraciones asociadas conducta a demencia. La habilidad para gestionar estas situaciones complejas demanda no solo una comprensión profunda del proceso, sino también una paciencia resiliente que permita al cuidador mantener la calma y proporcionar el apoyo necesario.
La capacidad de organización es crucial para gestionar citas médicas y manejar trámites administrativos, incluida la actualización de documentos para obtener prestaciones. Además, el cuidador principal debe mantener una buena forma física para afrontar las demandas físicas del cuidado de una persona cada vez más dependiente, y habilidades prácticas como conducir y desplazarse en transporte público para llevar a los pacientes a sus citas. Estas responsabilidades reflejan las capacidades que con frecuencia se echan en falta en una persona que experimenta agotamiento extremo al cuidar de alguien con demencia.
Mantener el bienestar en situaciones desafiantes
Cuando la demencia desencadena cambios en el comportamiento de la persona, el rol del cuidador se vuelve excepcionalmente desafiante. Adaptarse a esta nueva realidad se convierte en una necesidad primordial, ya que intentar restablecer la normalidad podría generar tensiones adicionales. Es esencial tener presente que el comportamiento de la persona con demencia no tiene malicia; es una respuesta a la realidad que están experimentando. La demencia puede distorsionar la percepción y comprensión de la realidad de la persona, manifestándose en su comportamiento. En consecuencia, el cuidador debe adoptar una perspectiva comprensiva, reconociendo que la persona no busca intencionadamente causar molestias.
Evaluar la verdadera naturaleza del comportamiento es esencial, prestando atención tanto al lenguaje corporal como a las señales no verbales. Algunas acciones pueden ser expresiones de necesidades emocionales o sociales. Por ejemplo, la agitación podría indicar ansiedad o incomodidad, mientras que la resistencia a las actividades diarias puede derivar de la confusión o la falta de comprensión. Entender estas expresiones como indicadores de necesidades subyacentes, en lugar de considerarlas problemas de comportamiento per se, capacita al cuidador para abordar las auténticas preocupaciones de la persona con demencia con empatía y atención específica.
Enfrentar comportamientos desafiantes implica aceptar y adaptarse a la situación presente. Aunque la frustración y el disgusto son respuestas naturales, dar un paso atrás y permitirse tiempo para recuperarse emocionalmente resulta crucial. Es fundamental evitar acumular resentimiento, y es importante destacar que la culpa no debería recaer sobre el cuidador, quien se encuentra en una situación inherentemente estresante.
¿Qué es el síndrome del cuidador quemado?
El síndrome del cuidador quemado, también conocido como burnout del cuidador, se manifiesta cuando el acto de cuidar a otra persona supera ciertos límites, dando paso al estrés, agotamiento físico y psicológico. Este síndrome afecta a quienes asumen el rol de cuidadores, transformando progresivamente sus vidas en la del paciente y haciéndose cargo de sus problemas. La atención constante a alguien con enfermedad o discapacidad genera una carga que requiere momentos de desconexión para evitar la saturación.
La responsabilidad de cuidar implica llevar a cabo actividades para las cuales a menudo no estamos preparados y a las que debemos adaptarnos. Este compromiso constante puede conducir al síndrome del cuidador, ya que se desarrolla al asumir tareas diarias que implican una carga psicológica y física.
La vida del cuidador cambia drásticamente, minimizando el tiempo dedicado a sí mismos y afectando sus relaciones personales, sociales y profesionales. Su estado de ánimo se vuelve más sensible e irritable, perjudicando tanto al cuidador como a la persona dependiente.
El burnout se manifiesta cuando el cuidador agota todas sus reservas, llegando a un punto de falta de recursos psicológicos, emocionales y, a veces, físicos. Se vuelve incapaz de generar nuevas energías, y los periodos cortos de descanso ya no son reparadores. Las consecuencias del burnout en la salud del cuidador son significativas, afectando tanto a nivel psicológico como físico, e incluso modificando su comportamiento y personalidad.
Este agotamiento puede resultar en ansiedad, depresión, aislamiento, trastornos del sueño y, sobre todo, fatiga física y mental. El cuidador en burnout experimenta cambios en su comportamiento y puede volverse menos capaz de manejar sus propias emociones. La sensación de culpabilidad intensifica el burnout, y el cuidador se enfrenta a desafíos que van desde enfermedades cardíacas e hipertensión hasta diabetes, depresión y un mayor riesgo de enfermedad degenerativa.
Este agotamiento también impacta a la persona dependiente. La atención a alguien con demencia o una enfermedad grave es compleja, exigiendo atención a sus dificultades, paciencia ante preguntas repetitivas y una buena gestión emocional. Se espera que el cuidador tenga memoria, organización, buena salud física y, sobre todo, motivación para enfrentar las demandas de tiempo y energía que implica este rol.
El cuidador en burnout puede olvidar información crucial, afectando la salud del paciente y complicando las relaciones con el equipo de atención domiciliaria. El estrés del cuidador puede resultar en lágrimas, agresión y, en casos extremos, hospitalización, dejando a la persona dependiente sin el cuidado necesario.
El burnout también tiene consecuencias significativas en la vida personal del cuidador, afectando las relaciones familiares, laborales y, en algunos casos, llevando a problemas como el abuso de sustancias. El agotamiento puede instalarse gradualmente durante meses o años antes de llegar a un punto de no retorno, causando estragos en la salud, el empleo y las relaciones familiares del cuidador.
En resumen, el Síndrome del Cuidador Quemado no solo afecta la salud del cuidador y la persona dependiente, sino que también tiene repercusiones en su vida personal y relaciones cercanas. La prevención y el apoyo adecuado son esenciales para evitar las consecuencias devastadoras de este síndrome.
Prevenir el síndrome del cuidador quemado
La prevención del síndrome del cuidador implica detectar y prevenir su aparición al asumir la responsabilidad de cuidar. Adquirir habilidades médicas, organizar tareas y mantener vida social son esenciales. Garantizar el bienestar del cuidador es crucial, reconociendo su importancia al mismo nivel que la atención que proporciona a la persona cuidada. Aquí se presentan consejos prácticos y reflexiones para evitar el burnout:
- Entender la enfermedad y adaptarse: la falta de comprensión respecto a la enfermedad puede generar malentendidos y tensiones. Ajustarse a las necesidades cambiantes del ser querido se convierte en un elemento esencial para preservar una relación de cuidado armoniosa y efectiva.
- Conocerse y establecer límites: al asumir el cuidado de alguien con demencia, es esencial establecer límites desde el principio. Esto implica abordar temas financieros y situaciones incómodas, como asistir en la higiene personal de la persona. Definir momentos y actividades no negociables ayuda a gestionar límites temporales y emocionales, mientras reconocer las propias limitaciones preserva el equilibrio personal.
- Cuidar la salud del cuidador: la salud del cuidador es fundamental para prevenir el agotamiento. En lugar de simplemente responder a las señales de agotamiento, es esencial adoptar prácticas de autocuidado de manera preventiva. Mantener una alimentación equilibrada, rica en nutrientes, la práctica regular de actividades deportivas y asegurar un descanso suficiente son estrategias que fortalecen la resistencia física y mental. Incorporar métodos preventivos como la meditación y dedicar tiempo a pasatiempos placenteros contribuye a crear una barrera de protección ante el agotamiento, permitiendo al cuidador enfrentar los desafíos cotidianos con vitalidad y resiliencia.
- Preservar la vida social del cuidador: mantener un equilibrio entre las responsabilidades de cuidado y la vida social es esencial. Dedicar tiempo libre para desconectar de la tarea desafiante tiene un impacto positivo en el estado de ánimo del cuidador.
- Delegar tareas y evitar esfuerzos sobrehumanos: optar por ayuda externa y delegar responsabilidades a profesionales capacitados puede resultar más efectivo que abordar todas las tareas personalmente. Reservar momentos para el autocuidado, dedicando tiempo a actividades placenteras y relajantes, contribuye a mantener la salud mental y emocional del cuidador.
- Buscar una escucha comprensiva y unirse a grupos de apoyo: al lidiar con la carga emocional del cuidador, no hay nada tan valioso como compartir las emociones con amigos, familiares o profesionales de la salud mental. Este espacio de expresión brinda un alivio crucial. Sin embargo, para una comprensión más específica y un respaldo más profundo en el cuidado, sumarse a grupos de apoyo diseñados para cuidadores de personas con demencia se revela como una estrategia especialmente enriquecedora. Estos grupos no solo ofrecen un entorno propicio para compartir experiencias similares, sino que también construyen un sólido sentido de comunidad. Aquí, los cuidadores encuentran no solo respaldo emocional adicional, sino también la oportunidad de intercambiar estrategias prácticas, fortaleciendo así su enfoque hacia el cuidado de sus seres queridos.
- Anticipar las necesidades: anticipar las necesidades en el cuidado de un ser querido con demencia es crucial. Adoptar una mentalidad proactiva frente a la progresión de la enfermedad implica planificar estratégicamente para adaptarse a las cambiantes demandas. Al alentar a los cuidadores a mirar hacia el futuro, se fortalece su capacidad para enfrentar futuros desafíos con mayor preparación y resiliencia. Este enfoque también implica implementar medidas para mejorar la calidad de vida a largo plazo. Por ejemplo, instalar dispositivos adaptados como teléfonos específicos para personas mayores puede anticipar la pérdida de habilidades de aprendizaje, mientras que considerar dispositivos de alerta remota y favorecer el uso del microondas en lugar del fuego son decisiones prácticas que contribuyen significativamente al bienestar y seguridad del ser querido.
La prevención del burnout requiere habilidades, límites, comprensión, aceptación de ayuda, planificación y apoyo. Estas estrategias protegen la salud del cuidador, garantizando un cuidado sostenible y evitando que la entrega se convierta en una carga inmanejable.
Tratamiento del síndrome del cuidador enfermo
Cuando los síntomas del burnout son reconocidos, buscar ayuda de inmediato se torna imperativo. La comunicación del agotamiento al médico de cabecera marca el inicio del proceso. Este profesional puede indicar una incapacidad laboral temporal y derivar a un psiquiatra o psicólogo. Sinews MTI ofrece atención tanto psiquiátrica como psicológica. Evaluaciones médicas, como análisis de sangre, pueden identificar carencias nutricionales comunes en personas con burnout, agravando el ciclo vicioso del estrés.
El contacto con trabajo social resulta beneficioso. Estos profesionales pueden orientar hacia soluciones para tomarse un descanso del papel de cuidador. En Madrid, por ejemplo, existe el programa de respiro familiar del Ayuntamiento. Además, diversas asociaciones locales proporcionan servicios que van desde jornadas de respiro hasta asesoramiento especializado. Posteriormente, pueden respaldar en la reintegración al cuidado, proponiendo servicios como ayuda para la higiene personal y limpieza del hogar.
Es esencial comprender que el burnout no es motivo de vergüenza; es una enfermedad, evidencia de la dedicación al cuidado de un ser querido al punto de olvidarse de uno mismo. Permitir que los profesionales cuiden de la persona afectada es clave hasta que pueda recuperar la capacidad de hacerlo por sí mismo. Buscar ayuda en este proceso es un acto valiente y necesario.
En síntesis, el Síndrome del Cuidador Quemado se vislumbra cuando las responsabilidades del cuidador rebasan ciertos límites. Este agotamiento afecta no solo la salud del cuidador y sus relaciones personales, sino también compromete la calidad del cuidado brindado a la persona dependiente. La prevención implica adquirir habilidades, establecer límites, comprender la enfermedad y aceptar ayuda. Preservar la vida social y adoptar prácticas de autocuidado, como una alimentación equilibrada y actividades deportivas, son estrategias preventivas cruciales. La búsqueda de apoyo emocional y práctico a través de grupos de cuidadores y la anticipación de necesidades refuerzan la capacidad del cuidador para enfrentar desafíos diarios. La detección temprana del burnout y la búsqueda de ayuda profesional son claves para salvaguardar la salud del cuidador y la calidad del cuidado ofrecido.
Sobre la autora
María Isabel Zamora es médico con doble especialidad en Psiquiatría y en Neurología. Tiene experiencia en la atención a pacientes de consultas generales de psiquiatría, y de forma más especializada, en la atención a pacientes que combinan síntomas psiquiátricos y neurológicos. Ha trabajado con pacientes de psicogeriatría y con pacientes de diversidad funcional. Tiene experiencia en deterioro cognitivo, síntomas psicológicos y conductuales de la demencia, síntomas psiquiátricos relacionados con trastornos neurológicos o con dolor crónico, autismo, TDAH, trastornos adaptativos, depresión, ansiedad, adicciones, trastorno bipolar, trastorno obsesivo compulsivo, trastornos del sueño, trastornos de conducta alimentaria, etc.
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Consejos para familiares y/o cuidadores de pacientes con demencia
El cuidado de personas con demencia es una labor compleja que abarca desde las fases iniciales hasta las más avanzadas de la enfermedad. En este contexto, la formación de los cuidadores emerge como un pilar fundamental para proporcionar una atención integral y de calidad. La comprensión profunda de las diversas etapas de la demencia se vuelve esencial, proporcionando la base necesaria para la planificación futura, la implementación de medidas de seguridad en el hogar y la efectiva gestión de las rutinas diarias. Para enfrentar eficazmente los desafíos específicos de cada etapa de la demencia, los cuidadores necesitan adquirir habilidades especializadas. La atención personal del cuidador, a veces subestimada, se revela como una pieza fundamental, no solo para prevenir el síndrome del cuidador quemado, sino también para mejorar el bienestar de la persona a cargo. La priorización de la formación continua y del bienestar personal refuerza la capacidad del cuidador, contribuyendo a un entorno más saludable y siendo esencial para brindar un cuidado sostenible a lo largo del tiempo.
Aquí se comparten orientaciones fundamentales para asistir a los cuidadores en el manejo de aspectos esenciales del cuidado y así elevar la calidad de vida de la persona afectada y la suya propia.
Orientaciones de cómo cuidar a alguien con demencia
Planificación Futura:
Tras el diagnóstico de demencia, planificar el futuro se vuelve esencial. La capacidad de conducir irá disminuyendo, por lo que se aconseja consultar con profesionales para determinar el momento adecuado para dejar de conducir. Mantener conversaciones abiertas sobre preferencias, especialmente acerca del final de la vida, facilita futuras decisiones. Evaluar la situación de vivienda, especialmente si la persona vive sola, anticipa la transición a entornos más asistidos. Designar un apoderado temprano permite tomar decisiones en nombre del paciente cuando sea necesario. La planificación financiera es fundamental, ya que la gestión se complica con la progresión de la enfermedad.
Seguridad:
Asegurar la seguridad en el hogar es fundamental para evitar accidentes, implementando acciones como mantener pasillos despejados y garantizar una iluminación adecuada. Para reducir los riesgos asociados a salidas al aire libre, se puede instalar alarmas en puertas y ventanas, proporcionar a los pacientes dispositivos GPS y dotarlos de una tarjeta identificativa para una seguridad integral tanto dentro como fuera del hogar.
Actividades Diarias:
Programar actividades cuando la persona esté más alerta y mantener una rutina son prácticas clave para mejorar la calidad de vida.
Dentro de estas actividades diarias, encontramos acciones esenciales para el autocuidado, como la higiene y arreglo personales, fundamentales para garantizar el bienestar físico y emocional de la persona. Además, se integran actividades que van más allá del autocuidado, abarcando el ocio, la socialización y la estimulación cognitiva. Estas contribuyen a mantener la vitalidad, la conexión social y la salud mental, añadiendo un componente enriquecedor a la rutina diaria. Es importante destacar que, aunque se busque estimular con estas actividades, encontrar un equilibrio adecuado es esencial, ya que la saturación puede resultar estresante y fatigosa para el paciente. Por lo tanto, mantener un balance entre la estimulación y el descanso es fundamental para una gestión integral y satisfactoria de la jornada.
Rutina del baño:
En las etapas iniciales, promover un uso regular del baño y restringir líquidos antes de dormir pueden ayudar a minimizar accidentes. En etapas más avanzadas, es común recurrir al uso de protectores absorbentes o pañales.
Calidad del Sueño:
Un sueño de calidad contribuye al bienestar general. Para ello, se recomienda evitar las siestas durante el día, establecer horarios regulares de sueño y controlar factores ambientales como los ruidos, la iluminación y la temperatura.
Cuidado Nutricional Personalizado:
Asegurar una nutrición adecuada es vital en todas las etapas de la enfermedad. En las fases iniciales, se establece una rutina de comidas con porciones pequeñas para mantener una ingesta constante de nutrientes y se adapta la textura de los alimentos según la capacidad de masticación. Con el tiempo, ajustar la consistencia de los alimentos, optando por opciones más suaves o en puré, no solo asegura una alimentación adecuada, sino que también reduce los riesgos de atragantamiento o aspiración. La evidencia respalda el beneficio de la dieta mediterránea en la demencia, centrada en verduras, frutos rojos, cereales integrales, pescado, aves, legumbres y frutos secos, junto con el uso de aceite de oliva. Esta dieta limita el consumo de carne roja, dulces, alimentos procesados y alcohol. Monitorizar el peso es esencial para garantizar la adecuada ingesta de nutrientes. En caso de pérdida significativa, se debe buscar orientación de profesionales de la salud.
Salud física en las etapas avanzadas de la demencia
La demencia, en su fase avanzada, desencadena una serie de cambios físicos que afectan la movilidad y la salud general de la persona. A continuación, se abordan distintos aspectos de este proceso:
- Disminución de la Movilidad: en las etapas avanzadas, la capacidad de movimiento se ve significativamente mermada. La pérdida progresiva de habilidades para caminar, mantenerse en pie y levantarse de la silla o cama es común y multifactorial. Entre los elementos desencadenantes se encuentran medicamentos específicos para la demencia, condiciones médicas subyacentes, pérdida de visión, problemas de equilibrio y entornos no adaptados.
- Úlceras por Presión: la falta de movimiento durante estas fases aumenta el riesgo de desarrollar úlceras por presión, también conocidas como escaras. Para prevenirlas, es necesario hacer cambios posturales, mantener la piel limpia y seca y controlar la aparición de erupciones cutáneas. Consultar con profesionales de la salud, como médicos o enfermeras comunitarias, puede llevar a recomendaciones, como el uso de colchones y cojines para aliviar la presión.
- Infecciones y Coágulos Sanguíneos: la disminución de la movilidad en las etapas avanzadas conlleva un aumento del riesgo de infecciones y coágulos sanguíneos. Es crucial incentivar y respaldar el movimiento, ya sea a través de paseos o ejercicios en silla. Terapeutas ocupacionales y fisioterapeutas pueden proporcionar asesoramiento sobre equipos y adaptaciones para facilitar la movilidad.
- Problemas Relacionados con Infecciones: la salud física en estas etapas también se ve influenciada por problemas como infecciones, especialmente las del tracto urinario (ITU), que pueden causar confusión y alteraciones en el estado de conciencia. Dada la dificultad de las personas en estas etapas para comunicar verbalmente su malestar, la observación de cambios en el comportamiento se vuelve crucial para identificar posibles problemas de salud.
- Manejo del Dolor: a pesar de la progresión de la demencia, el dolor persiste en las etapas avanzadas. La falta de capacidad para expresarlo verbalmente lleva a comportamientos inusuales. La prescripción insuficiente de medicación es común, y factores como infecciones del tracto urinario y condiciones como la artritis pueden ser causas habituales de dolor. Abordar el dolor mediante medicamentos y enfoques no farmacológicos, como masajes, es esencial.
Comunicación en la demencia
A medida que la demencia afecta la capacidad de recordar y expresarse, el cuidador desempeña un papel activo en la iniciación de conversaciones. La participación activa en conversaciones es esencial, evitando la ridiculización y reconociendo los comentarios, incluso si parecen fuera de contexto, para contribuir a un entorno respetuoso y comunicativo. Con el fin de aliviar la carga emocional de los cuidadores y prevenir posibles reacciones desfavorables en personas con Alzheimer, es aconsejable evitar contradecirles cuando comparten ideas equivocadas, ya que esto podría generarle irritación y confusión.
A medida que entramos en las etapas más avanzadas de la demencia y la comunicación oral se ve afectada, el lenguaje no verbal adquiere una importancia crucial. En este contexto, los cambios de comportamiento emergen como una vía adicional para expresar necesidades y emociones.
La agresión puede surgir como respuesta al dolor o amenazas percibidas, mientras que la angustia o la agitación pueden señalar confusión sobre la ubicación o situación. Comprender que estos comportamientos son respuestas a necesidades no satisfechas se vuelve crucial para abordarlos de manera efectiva.
A veces cambios repentinos en el comportamiento con aparición de confusión y agitación pueden indicar problemas médicos subyacentes, por lo que conviene tenerlo en cuenta y consultar con profesionales de la salud ante la duda.
Mantener la paciencia, un tono positivo y gestos amigables, adaptados al nivel de la persona, crea un ambiente cómodo y no intimidante. Esta aproximación favorece una comunicación más efectiva y comprensiva de las necesidades individuales, promoviendo así una atención integral en el contexto de la demencia.
Comportamientos desafiantes
Cuidar a personas con demencia que presentan comportamientos desafiantes puede ser agotador y tener un impacto significativo en la salud física y mental del cuidador. Ante comportamientos difíciles, se aconseja comprender que no son intencionales, adaptarse a la situación en lugar de buscar restaurar el pasado y, en momentos de frustración, tomar distancia para recuperarse emocionalmente. Se subraya la importancia de no acumular resentimiento en situaciones agresivas y buscar apoyo para procesar emociones. Hablar con otros cuidadores, profesionales o amigos puede proporcionar perspectivas valiosas y alivio emocional.
Cuidar a alguien con demencia es una tarea compleja que demanda comprensión desde las fases iniciales hasta las avanzadas de la enfermedad. La planificación, la seguridad en el hogar y la gestión de la rutina diaria son aspectos cruciales, pero también el manejo de comportamientos retadores.
La formación continua y la búsqueda de apoyo son esenciales para que los cuidadores afronten estos desafíos. La comunicación efectiva y la comprensión de los cambios de comportamiento enriquecen la calidad del cuidado.
Es vital que los cuidadores encuentren un equilibrio para evitar la saturación. El autocuidado, a menudo subestimado, resulta esencial; dedicar tiempo al descanso y tomar respiros regulares previene el síndrome del cuidador quemado, beneficiando tanto al cuidador como a la persona con demencia. Priorizar el propio bienestar fortalece la capacidad del cuidador y contribuye a un ambiente más saludable, siendo esencial para proporcionar un cuidado de calidad y sostenible a lo largo del tiempo.
Sobre la autora:
María Isabel Zamora es médico con doble especialidad en Psiquiatría y en Neurología. Tiene experiencia en la atención a pacientes de consultas generales de psiquiatría, y de forma más especializada, en la atención a pacientes que combinan síntomas psiquiátricos y neurológicos. Ha trabajado con pacientes de psicogeriatría y con pacientes de diversidad funcional. Tiene experiencia en deterioro cognitivo, síntomas psicológicos y conductuales de la demencia, síntomas psiquiátricos relacionados con trastornos neurológicos o con dolor crónico, autismo, TDAH, trastornos adaptativos, depresión, ansiedad, adicciones, trastorno bipolar, trastorno obsesivo compulsivo, trastornos del sueño, trastornos de conducta alimentaria, etc.
Departamento Médico
Médico especialista en Psiquiatría
Adultos y adolescentes
Idiomas de trabajo: Español, inglés y francés
Cómo es la autonomía en la demencia
Conducción de vehículos
Conducir un vehículo implica habilidades cognitivas y motoras, y aunque para muchos conductores se vuelve algo automático, renunciar a conducir puede ser complicado para alguien con demencia. Cuando la pérdida de capacidades pone en riesgo la seguridad, es crucial dejar de conducir. Algunas personas reconocen por sí mismas la necesidad de hacerlo, pero otras pueden resistirse. Comunicar la necesidad de renunciar a la conducción se convierte en un desafío para los familiares en algún momento, ya que algunos afectados pueden mostrar resistencia o negación.
¿En qué momento una persona con Alzheimer debería dejar de conducir? Aunque el diagnóstico de demencia no exige dejar de conducir de inmediato, el declive gradual de habilidades hará inevitable su renuncia en algún momento. Se aconseja observar signos de alerta, como desorientación, confusiones en la conducción o decisiones lentas. Renunciar a conducir puede ser difícil, pero abordar el tema con empatía y proponer alternativas de transporte puede hacerlo más llevadero. La seguridad debe prevalecer, y en casos extremos, medidas como esconder las llaves o vender el vehículo pueden ser necesarias.
Vivir en casa cuando se tiene demencia
En las etapas iniciales de la demencia, muchas personas pueden seguir viviendo en casa y disfrutar de la vida de la misma manera que antes de su diagnóstico. Después de recibir un diagnóstico de demencia, los profesionales ofrecen consejos sobre cómo seguir haciendo lo que es importante para la persona durante el mayor tiempo posible. También facilitan información acerca de los recursos y servicios que podrían ser útiles.
A medida que la enfermedad avanza, es probable que resulte más difícil cuidar de sí mismo y del hogar. En ese momento, es posible que las personas necesiten ayuda adicional con las actividades diarias como las tareas del hogar, las compras, etc. También pueden requerir adaptaciones en el hogar.
Adaptaciones del hogar
La importancia de realizar adaptaciones progresivas en el hogar de una persona con enfermedad de Alzheimer radica en la prevención de accidentes, la mitigación de dificultades cognitivas y la reducción de limitaciones físicas. Estos cambios no solo cumplen con el propósito de mantener un entorno seguro, sino que también contribuyen a conservar un espacio familiar y acogedor. Al adaptar la vivienda, se logra crear un ambiente más amigable y accesible, permitiendo que la persona con demencia conserve una sensación de familiaridad y comodidad en su entorno diario. Este enfoque no solo contribuye a la reducción de la ansiedad y el estrés asociados con la enfermedad, sino que también mejora la calidad de vida del afectado y facilita la labor de los cuidadores.
Mantener la vivienda ordenada y confortable, con referencias espaciotemporales, beneficia tanto al paciente como al cuidador. Estos ajustes se implementarán gradualmente a medida que surjan problemas específicos.
Medidas para reducir riesgos incluyen eliminar alfombras, quitar muebles ligeros, cuidado con suelos deslizantes y asegurar puertas y ventanas. También se deben colocar interruptores de luz, garantizar buena iluminación y señalizar escaleras.
En la cocina, se sugiere etiquetar armarios y usar utensilios seguros. En el baño, cambiar la bañera por una ducha, usar alfombrillas antideslizantes y colocar barras de apoyo.
En el dormitorio, organizar objetos de uso común, fijar elementos que puedan caer y utilizar iluminación adecuada. A medida que la enfermedad progresa, se pueden incorporar barandillas en la cama.
Asegurarse de un ambiente seguro en el hogar de una persona con demencia implica realizar ajustes cuidadosos.
Listado de posibles adaptaciones para la vivienda:
- Integrar indicadores visuales de tiempo y espacio, como relojes y calendarios a la vista, junto con la apertura de persianas para distinguir entre el día y la noche.
- Señalizar habitaciones y etiquetar armarios con ayudas visuales.
- Mantener buena visibilidad con luces adecuadas y colocar pasamanos e iluminación en las escaleras.
- Retirar alfombras y cables que puedan causar tropiezos.
- Colocar seguros en puertas y ventanas.
- Precaución con elementos peligrosos como estufas, chimeneas. Guardar objetos cortantes y pequeños de forma segura. Vigilar medicamentos, cerillas, mecheros y productos de limpieza, asegurándolos en lugares seguros.
- En la cocina, marcar claramente la posición de apagado en los mandos, instalar detectores de humo y usar vajilla resistente.
- En el baño, cambiar la bañera por una ducha, usar alfombrillas antideslizantes, poner barras de apoyo.
- En el dormitorio, colocar interruptores y puntos de luz de orientación hacia el baño. Instalar un timbre cerca de la cama y considerar barandillas a medida que avanza la enfermedad.
Ayudas para la vida diaria:
Las ayudas para la vida diaria son elementos clave para asistir a personas con demencia en sus actividades cotidianas. Estas incluyen:
- Relojes con visualización de día, fecha y hora: Facilitan la orientación.
- Teléfonos con botones grandes: Programables con números de uso frecuente.
- Dispositivos GPS: Brindan al paciente libertad para fomentar su autonomía en seguridad, proporcionando a los cuidadores la ubicación en tiempo real.
- Aplicaciones especializadas para demencia: Incluyen ejercicios de estimulación cognitiva, álbumes de fotos digitales y ayudas para la reminiscencia. También algunas ofrecen funciones como despertador, toma de notas y recordatorios, ayudando en la gestión de medicamentos y alertas de citas.
- Asistentes virtuales controlados por voz: Favorecen la independencia al proporcionar recordatorios de medicamentos y respuestas a preguntas sobre el clima o horarios de trenes.
- Botón de teleasistencia.
Buscar apoyo en función de las necesidades:
En España, existen diversas ayudas sociales y recursos disponibles para personas con demencia y sus familias. Algunas de estas ayudas incluyen:
Asociaciones
Asociaciones como la Confederación Española de Asociaciones de Familiares de Personas con Alzheimer y otras demencias o la Fundación Alzheimer España proporcionan información, apoyo y recursos para personas con demencia y sus familias.
Reconocimiento de discapacidad y dependencia:
Es importante tener en consideración que el acceso a medidas, derechos, prestaciones, recursos, ayudas, adaptaciones y demás beneficios destinados a personas con demencia y sus cuidadores familiares está sujeto al cumplimiento de ciertos «requisitos de acceso». Estos requisitos pueden abarcar aspectos como la edad, el sexo, el nivel de ingresos, los años de cotización previa, entre otros, dependiendo del ámbito y tipo de prestación o recurso.
- Reconocimiento de la discapacidad: Permite obtener una certificación del grado de discapacidad. Si este es del 33% o más, otorga oficialmente la condición de "persona con discapacidad". Esto habilita el acceso a prestaciones, ayudas y recursos en diferentes sistemas, como Salud, Educación, Empleo, Servicios Sociales, Transporte, Vivienda, Fiscalidad, entre otros, siempre que se cumplan los demás requisitos de acceso específicos para cada caso (edad, sexo, etc.).
- Reconocimiento de la dependencia: Este procedimiento determina si la persona es dependiente y en qué grado (moderado, severo o gran dependencia). El reconocimiento de un grado específico, junto con otros requisitos de acceso establecidos para cada caso, permite acceder a prestaciones y servicios específicos del Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia, según lo establecido en la Ley 39/2006 de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia. Estos servicios incluyen residencia, atención domiciliaria, atención diurna, prestación económica vinculada a servicios, prestación económica para cuidados en el entorno familiar, apoyo a cuidadores no profesionales, prestación económica de asistencia personal, entre otros.
Teleasistencia
El botón rojo de teleasistencia no se limita a ser un simple dispositivo de emergencia; se presenta como el asistente de las personas mayores, desempeñando un papel crucial en el impulso de la autonomía y la prevención de la dependencia.
Centros de Día
Muchas localidades cuentan con centros de día especializados en la atención a personas con demencia. Estos centros ofrecen actividades y cuidados durante el día, permitiendo a las familias conciliar la atención con otras responsabilidades.
Programas de Respiro Familiar
Algunos Centros de Día y Residencias ofrecen programas de respiro para familiares cuidadores, brindando descanso temporal a través de cuidadores profesionales.
Residencias
Existen centros residenciales especializados en el cuidado de personas con demencia. Estos centros ofrecen atención 24 horas, servicios médicos y actividades adaptadas.
Es importante consultar con los servicios sociales locales y las asociaciones especializadas para obtener información específica sobre las ayudas disponibles en cada región. Además, los trabajadores sociales pueden orientar sobre los recursos disponibles para satisfacer las necesidades individuales.
La demencia desafía la autonomía en varios aspectos como en la conducción y en la vida diaria en el hogar. Es necesario hallar el equilibrio adecuado entre seguridad y autonomía. La adaptación del hogar se vuelve esencial para crear un ambiente seguro y familiar, permitiendo a la persona conservar su funcionamiento. El uso de ayudas para la vida diaria, como relojes adaptados y dispositivos de teleasistencia, se destaca como apoyo para mantener la independencia. Encontrar respaldo a través de asociaciones y servicios locales es fundamental para ofrecer orientación y soporte tanto a los pacientes como a sus familiares. Este respaldo emerge como un pilar esencial para abordar la enfermedad con mayor apoyo y comprensión, al mismo tiempo que se impulsa la autonomía del paciente.
Sobre la autora
María Isabel Zamora es médico con doble especialidad en Psiquiatría y en Neurología. Tiene experiencia en la atención a pacientes de consultas generales de psiquiatría, y de forma más especializada, en la atención a pacientes que combinan síntomas psiquiátricos y neurológicos. Ha trabajado con pacientes de psicogeriatría y con pacientes de diversidad funcional. Tiene experiencia en deterioro cognitivo, síntomas psicológicos y conductuales de la demencia, síntomas psiquiátricos relacionados con trastornos neurológicos o con dolor crónico, autismo, TDAH, trastornos adaptativos, depresión, ansiedad, adicciones, trastorno bipolar, trastorno obsesivo compulsivo, trastornos del sueño, trastornos de conducta alimentaria, etc.
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Descripción de los síntomas psicológicos y conductuales de la demencia
Las personas son de más en más longevas, y por ese motivo tenemos cada vez más posibilidad de conocer a alguien en nuestro entorno que sufra deterioro cognitivo. En España hay más de 700 000 casos y se prevé que esa cifra se dispare en los próximos años, debido al envejecimiento de la población.
La demencia es incapacitante para el que la padece y devastadora para los familiares y los cuidadores. Es una de las principales causas de discapacidad y de dependencia en las personas mayores.
Es fácil sospechar una demencia cuando se observan fallos de memoria, pero no es tan sencillo cuando lo que aparece en primer plano son cambios en el carácter o en la conducta. A continuación se van a describir las diferentes manifestaciones psicológicas y conductuales que existen en las demencias.
Síntomas Psicológicos y Conductuales de la Demencia
Se ha consensuado el término Síntomas Psicológicos y Conductuales de la Demencia (SPCD) para denominar las reacciones psicológicas y los síntomas psiquiátricos y conductuales que suceden en las personas con deterioro cognitivo de cualquier origen. Son muy frecuentes en las personas que sufren demencia.
Los fallos en la percepción, el pensamiento, la afectividad o la conducta pueden ser debidos al propio deterioro cognitivo, o bien ser consecuencia de alguna condición médica, psicológica o ambiental intercurrente.
Los síntomas conductuales se identifican mediante la observación, mientras que lo psicológicos, se identifican mediante la interacción con el paciente. Típicamente es el cuidador quien identifica los síntomas psicológicos.
A continuación, se describen los diferentes Síntomas Psicológicos y Conductuales de la Demencia:
- Depresión: la persona se muestra triste y apagada. Puede expresar sentimientos de ser una carga.
- Irritabilidad: la persona se muestra mal humorada, impaciente e intolerante. Pierde la paciencia ante mínimas cosas.
- Temor: la persona siente miedo o aprehensión a situaciones concretas o de forma más abstracta e inespecífica, mostrándose insegura.
- Ansiedad: la persona siente tensión interna y desasosiego que no le permite estar tranquila.
- Inquietud: la persona no para quieta debido a ansiedad y tensión interna.
- Nerviosismo: la persona se muestra inquieta como expresión de su ansiedad y su tensión interna.
- Agitación: la persona se siente intensamente inquieta y preocupada, sin poder calmarse. Puede reaccionar de manera agresiva.
Agresividad
- Verbal: la persona puede alzar el tono de voz, insultar y amenazar.
- Física: puede ser contra personas, la persona puede golpear, empujar, escupir a otras personas. O contra objetos, la persona puede tirar objetos al suelo, golpear muebles o puertas, etc.
- Oposicionismo: la persona presenta una resistencia agresiva ante la realización de actividades básicas como asearse, comer o vestirse.
- Apatía: la persona muestra pérdida del interés y de la motivación. Tiene falta de emoción y de entusiasmo.
Cambios en la conducta alimentaria
- Pérdida de apetito: la persona pierde el impulso para comer.
- Aumento del apetito: la persona tener aumentado el impulso de comer.
- Hiperfagia: la persona ingiere más comida de la necesaria. Ingesta compulsiva. A veces introduce excesiva comida en la boca lo que puede desencadenar atragantamientos.
- Hiperoralidad: la persona tiene hiperfagia y puede tener apetencia por limitados grupos de alimentos (generalmente hidratos de carbono), por alimentos poco saludables o incluso por material no comestible.
Problemas del sueño
Diferentes problemas del sueño pueden aparecer en una persona con demencia.
- Hipersomnia: hay exceso de sueño.
- Insomnio: hay falta de sueño.
- Sueño fragmentado: el sueño es interrumpido y discontinuo por despertares nocturnos.
- Pérdida de ciclo sueño-vigilia: es cuando el reloj biológico de la persona no está sincronizado con el entorno. En el caso extremo en el que existe una inversión total del ritmo circadiano, la persona está somnolienta durante el día y activa por la noche.
- Alteraciones de conducta de la fase REM del sueño: la persona se mueve, habla y vive sus sueños, a veces de manera violenta dando patadas, puñetazos o gritando. La persona puede, sin querer, hacerse daño a sí mismo o a su acompañante de cama. Suele ser una persona externa la que alerta de este trastorno del sueño.
- Cambio de personalidad o de carácter: la persona puede mostrar una forma de ser diferente a la de siempre, con una pérdida de su esencia. Puede ser más temerosa e insegura o, por lo contrario, más arisca y controladora. Otros cambios en el carácter pueden ser mostrarse impaciente, desinhibido, pasivo, apático, desconfiado, suspicaz o rígido.
- Rigidez cognitiva: es cuando la persona es cada vez menos flexible mentalmente y muestra poca capacidad de adaptación a las circunstancias o a los cambios imprevistos. Le cuesta salirse de su rutina. Desea que las cosas se hagan a su manera y se desestabiliza o se enfada si no se hace así.
- Pérdida de empatía: la persona pierde el interés por los sentimientos ajenos, mostrando una emoción superficial.
- Alteración de la cognición social: pérdida del sentido de los valores sociales y de la capacidad de adaptación al mundo social. Por ejemplo, la persona puede dejar de usar utensilios y comer con las manos. Puede robar comida de otros platos. Puede apropiarse de objetos que no son suyos, etc.
- Impulsividad: ausencia de previsión o de tacto social en el lenguaje, la expresión corporal u otras conductas.
Desinhibición
Es la pérdida de la capacidad de filtrar conductas y pensamientos.
- Desinhibición conductual:
- Conductas compulsivas repetitivas
- Conductas de desinhibición sexual: Desinhibición o aumento de la conducta sexual, con pérdida de pudor. Hipersexualidad.
- Desinhibición de los pensamientos:
- La persona puede mostrarse más extrovertida e impulsiva.
- La persona puede hacer comentarios fuera de lugar o socialmente inapropiados.
- La persona puede hacer uso de lenguaje inadecuado.
- Falta de juicio: es la pérdida de la capacidad para tomar decisiones. La persona pierde la capacidad de tener en cuenta y de evaluar los diferentes factores necesarios para la toma de decisiones.
Delirios
Creencias erróneas que la persona sostiene de manera tenaz sin evidencia que las apoye. La persona no percibe las cosas como son.
- De perjuicio: la persona siente que está en peligro, que alguien le quiere perjudicar o dañar.
- De envenenamiento: la persona cree que gente de su entorno le quiere envenenar, típicamente en la comida o con medicación.
- De persecución: la persona siente que hay personas que le persiguen.
- De falsa identificación:
- Típicamente, la persona cree que se ha suplantado la identidad de un ser querido por un doble falso. Este tipo de falsa identificación se denomina síndrome de Capgras.
- La persona puede no identificar su casa como propia y pensar que es una casa ajena.
- De celotipia: la persona puede pensar que su pareja le es infiel.
- De robo: la persona cree que le están robando porque no localiza sus pertenencias.
Alucinaciones
Son percepciones erróneas que implican a los sentidos. La persona que las padece las siente como si fueran reales, pero no pueden ser confirmadas por nadie más. Pueden ocasionar experiencias positivas o negativas. Existen diferentes tipos:
- Visuales: percepción de imágenes a través de la vista. Confundir un objeto con una persona o con un animal no es una alucinación visual. Puede ser un error (por ejemplo, por baja agudeza visual) o puede ser una alucinosis.
- Auditivas: la persona escucha algo irreal. Puede ser una voz, un sonido, una melodía…
- Olfativas: la persona percibe un olor que no es real.
- Táctiles: la persona siente sensaciones táctiles por el cuerpo que no son reales. Por ejemplo, puede sentir como bichos le recorren el cuerpo.
- Actitud regresiva: la persona presenta una dependencia cada vez mayor del cuidador, tendencia a ser cada vez más sumisa, insegura o con actitud más dependiente o infantil.
- Conductas de seguimiento del cuidador: tendencia a seguir a la persona que le cuida, como si de su sombra se tratara. Búsqueda de seguridad constante y de reconfort.
- Vagabundeo: caminar sin rumbo fijo, sin propósito. Si la persona es dejada sin supervisión, existe riesgo de que se pierda, por la desorientación espacial de la demencia. En personas con limitaciones físicas o de equilibrio, también existe riesgo de caída.
- Acciones repetidas y estereotipadas:
- Vocalizaciones: tendencia a emitir sonidos, palabras o frases de manera reiterativa
- Conductas: por ejemplo, quitarse constantemente el cinturón
Es importante tomar conciencia de que la demencia no solamente se presenta con fallos de memoria y desorientación temporo-espacial, sino que existen muchos otros síntomas que pueden ser incluso más incapacitantes.
Conocer los Síntomas Psicológicos y Conductuales de la Demencia es clave para identificar de manera precoz el deterioro cognitivo y poder intervenir de manera temprana. También es fundamentar para orientar y apoyar a los familiares y cuidadores en el manejo de las personas afectadas.
Sobre la autora
María Isabel Zamora es médico con doble especialidad en Psiquiatría y en Neurología. Tiene experiencia en la atención a pacientes de consultas generales de psiquiatría, y de forma más especializada, en la atención a pacientes que combinan síntomas psiquiátricos y neurológicos. Ha trabajado con pacientes de psicogeriatría y con pacientes de diversidad funcional. Tiene experiencia en deterioro cognitivo, síntomas psicológicos y conductuales de la demencia, síntomas psiquiátricos relacionados con trastornos neurológicos o con dolor crónico, autismo, TDAH, trastornos adaptativos, depresión, ansiedad, adicciones, trastorno bipolar, trastorno obsesivo compulsivo, trastornos del sueño, trastornos de conducta alimentaria, etc.
Departamento Médico
Médico especialista en Psiquiatría
Adultos y adolescentes
Idiomas de trabajo: Español, inglés y francés
Cefalea tensional: ¿por estrés o problema neurológico?
Las cefaleas tensionales son comunes y pueden limitar la calidad de vida de quienes las padecen. Aunque son una patología neurológica, se han relacionado con estrés, ansiedad y depresión. En las últimas décadas, está aumentando su frecuencia, por lo que interesa conocer sus causas para prevenirlas.
En este artículo, se describirán las características de la cefalea tensional, sus posibles causas, su tratamiento y su prevención mediante el manejo emocional y del estrés.
¿Qué es la cefalea tensional?
Es el dolor de cabeza más habitual en la población. Se ha relacionado con estrés y ansiedad, aunque no se conoce bien cómo se genera. También se puede denominar cefalea por estrés.
¿Cómo duele una cefalea tensional? El dolor es una presión por ambos lados de la cabeza como si una cinta elástica apretara toda la circunferencia. Al contrario de la migraña, el dolor no es pulsátil, sino continuo. La intensidad puede ser leve o moderada, y la duración es variable.
En función de su frecuencia y duración, se dividen en dos subtipos. Las episódicas, que ocupan menos de 15 días en un mes y las crónicas, que aparecen durante más de 15 días en un mes.
Causas de las cefaleas tensionales:
- Las cefaleas tensionales se han relacionado con ansiedad, estrés y depresión. No obstante, los trastornos psicológicos no explican por completo estas cefaleas ya que también pueden aparecer en contexto de otros problemas que son más físicos, e incluso se han descrito factores genéticos.
- De ahí que uno se pregunte si estas cefaleas son de origen psicológico o de origen neurológico.
- La respuesta es que, detrás de los mecanismos neurológicos, hay una fuerte influencia del estado psicológico de la persona.
- En la cefalea tensional, hay una falta de relajación de los músculos alrededor del cráneo, típicamente debido a tensión psicológica interna. Estando los músculos constantemente activados, terminan haciéndose más sensibles y, entonces, estímulos no dolorosos pueden terminar percibiéndose como si lo fueran.
- Otras veces, la tensión muscular se debe a fatiga visual o a problemas físicos locales como dolor en el cuello o problemas de la articulación temporo-mandibular. En estos casos, ocurre algo similar. De la contracción mantenida por el sobreesfuerzo o el dolor, se terminan sensibilizando los receptores del dolor del musculo, lo que resulta en que éste se perciba más intensamente.
- Por otro lado, en el cerebro, también existen centros donde se regula el dolor. A ellos, llega toda la información táctil y dolorosa del cuerpo. Se sospecha que, los problemas de ansiedad y de depresión alteran el funcionamiento de estos centros de control y que, por ese motivo, también puede aumentar la sensibilidad al dolor.
Algunos de los desencadenantes son: la fatiga, el hambre, la falta de sueño, los dolores del cuello, el bruxismo (chirriar de dientes), las posturas inadecuadas mantenidas, una insuficiente hidratación, los tóxicos como tabaco, el alcohol o la cafeína.
¿Cómo se llega al diagnóstico de una cefalea tensional?
El médico llega al diagnóstico de cefalea tensional mediante una entrevista clínica, pudiendo descartar otras causas mediante una exploración física y neurológica. Ocasionalmente, en casos dudosos, puede ampliar el estudio con un escáner (TC) o una resonancia magnética de la cabeza. El médico investiga las características, la localización, la duración, la intensidad y la frecuencia del dolor. Pregunta por características propias de otros tipos de cefaleas para descartarlas, como, por ejemplo, alteraciones en la visión, en el lenguaje, en la sensibilidad o en la movilidad que no son típicas de la cefalea tensional.
¿Cuándo consultar con un médico?
Llamar al 112 o acudir a urgencias en caso de cefalea de inicio brusco y severo. También en caso que la cefalea se acompañe de parálisis facial (una parte de la cara que no se mueve), pérdida de fuerza, acorchamiento/pérdida de tacto en la piel, o dificultad para ver, hablar o pensar
Se recomienda programar una cita con un médico cuando no se controlen las cefaleas con la medicación habitual, cuando sean limitantes o cuando cambien de características. En general, los médicos de atención primaria están familiarizados con las cefaleas tensionales, aunque los especialistas de las mismas son los neurólogos. Cuando se sospechan problemas de ansiedad o de depresión importantes en su origen, se aconseja una valoración por psiquiatría o psicología para tratarlos. En Sinews, podemos ayudarte con una atención especializada dirigida a resolver los problemas emocionales de base.
Tratamiento de los episodios agudos de cefalea tensional
Como tratamiento farmacológico existen medicamentos de venta libre para tratar los episodios agudos. Para la cefalea episódica, están indicados los Anti-Inflamatorios No Esteroideas (AINEs) como ibuprofeno, aspirina o naproxeno. Para aquellos que no toleran los AINEs o que tienen alergia, se recomienda paracetamol. Es muy importante limitar el uso de analgésicos para evitar que la cefalea se cronifique y que se transforme en una cefalea por abuso de analgesia, que aparece cuando se toman regularmente estos medicamentos. Los pacientes que sufren cefalea tensional crónica (durante más de 15 días al mes), tendrán que consultar con un médico para tratamiento preventivo. Suelen recomendarse amitriptilina para estos casos.
Cuando aparece una cefalea tensional, además de los analgésicos se puede ayudar a manejar el dolor con medidas no farmacológicas. En un episodio agudo, conviene evitar las sustancias irritantes (como café, nicotina, alcohol u otros tóxicos) y minimizar los irritantes ambientales (ruidos). Remedios caseros: aislarse en una habitación tranquila. Tumbarse en la cama. Cerrar los ojos y centrar la atención en la respiración que debe ser lenta y profunda. Aplicar presión leve sobre las sienes con el pulpejo de los dedos. En caso de tensión muscular en el cuello o en los hombros, un fisioterapeuta puede ayudar a tratar las contracturas. Si esto no es posible, se puede aplicar calor suave en la zona más tensionada con una bolsa de semillas o simplemente con agua de la ducha. También, uno se puede masajear con cuidado la zona dolorida de los hombros y de parte posterior del cuello, presionando con los dedos en círculos.
Prevención de la cefalea tensional
Para mejorar la calidad de vida, lo más importante es prevenir las cefaleas para que sean menos frecuentes y limitantes. Estos son algunos consejos para prevenir las cefaleas tensionales:
- Mantén una adecuada postura cuando trabajes, escribas o leas.
- Hidrátate suficientemente.
- Realiza ejercicios y estiramiento de cuello cuando mantengas posturas fijas durante muchas horas.
- Ventila la habitación.
- Si necesitas gafas, póntelas. Si pasas mucho tiempo ante una pantalla, realiza ejercicios para descansar la vista, desviando la mirada hacia un punto lejano durante unos segundos.
Reducir la cefalea tensional manejando el estrés. Para evitar que las cefaleas se prolonguen o se cronifiquen, es fundamental abordar el estrés y la ansiedad que las facilitan.
Manejo del estrés para reducir las cefaleas tensionales
Es difícil evitar y aislarse por completo de los estresores de la vida diaria, pero lo que sí se puede hacer es aprender a manejar el estrés. De esa forma, se reducirá el impacto que éste tiene sobre la salud mental y física y mejorarán las cefaleas. Estas son 15 recomendaciones para disminuir el estrés:
- Haz del ejercicio físico un hábito. Consulta con tu médico para saber qué ejercicio se adapta más a tu estado de salud.
- Sal a pasear y realiza actividades al aire libre.
- Toma una alimentación saludable y equilibrada, que incluya alimentos frescos.
- Adopta hábitos de vida saludables evitando cafeína, alcohol y otros tóxicos.
- Duerme suficientes horas por las noches y evita dormir en exceso.
- Evita la sobreexposición a dispositivos electrónicos y a redes sociales.
- Organiza tu tiempo.
- Simplifícate la vida. Haz planes realistas evitando sobrecargarte.
- Reconoce tus logros y reduce la autoexigencia.
- Permítete descansar a lo largo del día.
- Marca tus límites.
- Pide ayuda y aprende a delegar.
- Cambia de aires. A veces un cambio en la rutina es necesario.
- Cambia tu perspectiva. Considera que el vaso puede estar medio lleno. Adopta una actitud positiva.
- No pierdas el sentido del humor. Reírse alivia la tensión.
La cefalea tensional es muy frecuente y puede limitar la calidad de vida de quienes la padecen. Aunque no se conocen del todo las causas, la sensibilización neurológica al dolor en parte se explicaría por problemas de ansiedad, depresión y estrés subyacentes. Existen diferentes formas de tratar los episodios agudos, aunque si la respuesta no es la esperada, puede ser necesario consultar con un médico. Es importante tratar los problemas emocionales subyacentes para prevenir las cefaleas tensionales. Una valoración por psiquiatría o por psicología puede ser necesaria si no se consigue manejar la ansiedad o la depresión por sí mismo. En Sinews podemos ofrecerte un tratamiento psicológico o psiquiátrico dirigido que te ayudará a superar tu malestar.
Sobre la autora
María Isabel Zamora es médico con doble especialidad en Psiquiatría y en Neurología. Tiene experiencia en la atención a pacientes de consultas generales de psiquiatría, y de forma más especializada, en la atención a pacientes que combinan síntomas psiquiátricos y neurológicos. Ha trabajado con pacientes de psicogeriatría y con pacientes de diversidad funcional. Tiene experiencia en deterioro cognitivo, síntomas psicológicos y conductuales de la demencia, síntomas psiquiátricos relacionados con trastornos neurológicos o con dolor crónico, autismo, TDAH, trastornos adaptativos, depresión, ansiedad, adicciones, trastorno bipolar, trastorno obsesivo compulsivo, trastornos del sueño, trastornos de conducta alimentaria, etc.
Departamento Médico
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