Bienestar Emocional en niños y Adolescentes

Bienestar Emocional en Niños y Adolescentes

Debido al “día de la infancia” se me pidió que elaborara un artículo en relación al bienestar emocional en la infancia y adolescencia. El concepto “bienestar emocional” es de uso habitual en nuestra profesión pero cuando me paré a pensar con detenimiento me di cuenta que es un concepto que se ha convertido en “cajón de sastre” para casi cualquier tema que incluya emociones.

Espero que este artículo ayude a comprender qué es y cómo podemos ayudar a nuestras personitas a elaborar un estado de bienestar que les ayude en su continuo desarrollo a lo largo de la vida.

¿Qué es el bienestar emocional?

Puede ser que cuando pensemos en bienestar emocional, creamos de que se trata de tener un estado constante de calma y alegría.  Este sería nuestro primer error, el bienestar emocional supone la aceptación de las emociones que vayan surgiendo, sean estas buenas o malas, y saber cómo manejarlas conforme surgen. En otras palabras, nuestro objetivo no es que nuestros hijos no sientan tristeza, soledad, angustia, etc. Damos por hecho que estas emociones surgirán, pero el objetivo es que sean capaz de sentir estas emociones y permitir que sigan su curso, sin quedarse estancados en ellas.

Según la OMS, el bienestar emocional es un “estado de ánimo en el cual la persona se da cuenta de sus propias aptitudes, puede afrontar las presiones normales de la vida, puede trabajar productiva y fructíferamente, y es capaz de hacer una contribución a la comunidad”.

Esta definición nos introduce un segundo concepto a la definición: la funcionalidad. Es decir, que la persona pueda funcionar en su día  a día. Que el niño o adolescente pueda acudir a clase, quedar con amigos, formar parte de la vida familiar y realizar aquellas actividades que él quiera sin dificultad y teniendo una sensación de disfrute y de estar aportando algo a su mundo/ su realidad.

Con todo esto podemos decir que el bienestar emocional supone (1) el manejo y aceptación de las emociones; y (2) la capacidad de manejarse y disfrutar en las actividades del día a día.

¿Qué elementos afectan al bienestar emocional?

Como sucede en prácticamente todos los ámbitos de la salud mental, hay ciertas áreas que son la base de un estado emocional óptimo:

Capacidad de manejo emocional

Como ya se ha mencionado anteriormente , es esencial la sensación de capacidad de manejo de emociones. Sentir que si me siento triste, solo, nervioso, etc., puedo afrontarlo y sé qué hacer.

Para lograr esto, es importante que los padres, o personas a cargo de los menores, hagan de ejemplo. Que en casa se normalice el estar triste, enfadado, tener un mal día o compartir las alegrías. Que se vea que las emociones son un aspecto más de la vida y que puedo expresar cómo me siento y permitirme sentirlo.

Al mismo tiempo se enseñan formas adecuadas de expresión: puedo salir a correr, pegar a un cojín, hacer técnicas de respiración o escribir cuando la emoción está en su punto alto (en referencia a esto, hay otros artículos muy interesantes escritos por compañeros de Sinews que podrán encontrar en el blog). Y será cuando la emoción vuelve a un punto más relajado cuando podemos hablar de lo que haya sucedido.

Estrés 

El estrés se define como un “estado de cansancio mental provocado por la exigencia de un rendimiento muy superior al normal”. El estrés puede ser positivo para el ser humano, niveles moderados de estrés por un periodo corto de tiempo nos pueden empujar a desempeñar y realizar tareas que no haríamos de otra manera. Si no siento un poco de estrés porque tengo un examen, no me voy a sentar a estudiar.

El estrés se vuelve dañino cuando se extiende por un periodo largo de tiempo y siento que la demanda de ambiente supera a mis capacidades. Es en este momento cuando puedo sentirme arrinconado y victima de mi vida.

Por esta razón es importante manejar de forma óptima el estrés académico. Es importante que entiendan que los resultados académicos no reflejan su valor como personas, los estudios escolares son un paso para alcanzar otros objetivos, no tienen más significado que ese. Y si hace falta ayuda, eso no es un fracaso, es un éxito el saber pedir ayuda cuando hace falta. 

Es importante no agregar mayor tensión a un sistema educativo que está diseñado para crear competitividad y tensión con la idea de que aprendan a desenvolverse en este mundo. Pero si no hay un colchón en casa que les recuerde que “pase lo que pase, todo estará bien” pueden surgir dificultades en el bienestar emocional.

Sueño, ejercicio físico y alimentación

Este trío supone la base del autocuidado: aprender a alimentarse de manera adecuada, a priorizar el número necesario de horas de sueño, e incluir en nuestros día a día actividades de ejercicio físico o actividades placenteras que realizo por el simple placer de hacerlas, son pautas esenciales para que puedan establecer las bases del autocuidado de adultos.

Relaciones Sociales

La imagen que creo de mi mismo y mi identidad se irá creando conforme lo que vea reflejado en otros acerca de mi. Por ello, es importante que los niños y adolescentes puedan disfrutar de actividades con sus grupos de pares. Ir descubriendo qué me gusta y qué no, cómo relacionarme, cómo mantener amistades, y lograr un sentido de pertenencia será la base para una identidad sólida y segura en un futuro.

Como Padres ¿Qué hacemos?

El mayor reto como padres es conseguir el equilibrio entre permitir que exploren el mundo y vayan siendo autónomos, y ser una figura presente que siempre está ahí para acoger cuando el mundo se vuelve muy oscuro. Habrá veces que se vea que se van a dañar pero no se puede más que ser una figura constante que les querrá pase lo que pase.

En psicología nunca hablamos de “la buena madre” o “la madre perfecta”, nuestra aspiraciones es lograr “la madre suficientemente buena”. Ser capaces de permitir la expresión individual de nuestros hijos, darles espacio, marcar los límites necesarios y estar presente es todo lo que se puede intentar. Será a través de la constancia y el ejemplo que los niños aprendan.

Finalmente quiero hacer mención a la base de todo ser humano- la necesidad de sentirnos queridos y aceptados. La base de nuestra valía será establecida por nuestros padres y tener una sensación de ser aceptado incondicionalmente es crucial para el bienestar emocional. Enseñar la diferencia entre hacer y ser, o sentir y ser, será clave. Pueden cometer errores o no hacer lo que nosotros queramos, pero eso no les quita valor. De una forma similar, pueden sentirse mal o desvalidos, pero eso no significa que lo sean.

Ir entrenando la mente desde pequeñitos para no caer en sus trampas es el mayor regalo que les podemos hacer junto con aceptarlos incondicionalmente: quererlos por quienes son, con su forma de ser y estar en el mundo, sin querer amoldarlos a nuestro antojo. Lo que no quiere decir que dejemos de ser sinceros o que dejemos de indicar aquello que no nos parece bien, pero a pesar de todo que sepan que estaremos presentes.

Andrea Moreno
Departamento Psicológico, Psicoterapéutico y Coaching
Andrea Moreno
Psicóloga
Adultos y adolescentes
Idiomas de trabajo: Español e inglés
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Experiencing a Support Group for Survivors of Sexual Abuse: Light in the Dark

Experiencing a Support Group for Survivors of Sexual Abuse: Light in the Dark

“Just like the lotus we too have the ability to rise from the mud, bloom out of the darkness and radiate into the world.”

During the last year I´ve had the privilege of leading the first support group for survivors of sexual trauma at Sinews. It was an intense and enriching experience that deeply touched me and I will try to share a little bit of the magical experience with you through this article. I will not only use my own words but also those of some of the participants who sent me their own written accounts of how they experienced the group. I hope that those reading this article will get a feel for what we shared every Tuesday evening.

To start off, I think it would be helpful to really understand what sexual abuse or trauma is, this way we can understand to whom this group is directed. Sexual abuse refers to a sexual act forced upon a woman, man or child without their consent, it is an act of violence that the perpetrator uses against someone they perceive as weaker than them with the goal of obtaining pleasure by controlling and humiliating the victim.

Relevant data on sexual violence from the National Sexual Violence Resource Centre in the U.S.A shows that 1 in 5 women and 1 in 71 men will be raped at some point in their life. The number of men who suffer sexual aggressions increases to 1 in 16 when talking about the student population. Furthermore, 1 in 10 women has been raped by an intimate partner and 8 out of 10 victims knew the person that sexually assaulted them.

This statistical information is relevant for two main reasons: 1. It reveals that sexual abuse isn´t something exceptional that happens to an unfortunate few, in reality it is a social problem that occurs with frighteningly high frequency. 2. It serves to debunk some of the myths that we tell ourselves about sexual abuse and sexual aggression.

Culturally, we have painted a picture in which sexual aggression happens to girls that are not careful, it is always violent, and is usually perpetrated by a stranger. However, this happens in only a minority of cases. Usually, there is already some sort relationship established with the attacker, there is some trust in that relationship and the aggression it is not necessarily physically violent. It is more insidious and manipulative than we might think.

So, with these facts in mind, understanding how trauma affects the human brain and how common emotions in survivors of sexual abuse are the feelings of being alone, judged and misunderstood, this group found its reason for being.

In order to better understand the experience of the group, I´ll start by explaining the way in which our group functions: it is a structured group with the goal of providing the members with a greater understanding of trauma, the psychological consequences of victimisation, and the process of recovery. We undertake a total of 10 sessions, each session has a similar structure and focuses on a different topic, for example: safety and self care, or anger. It is strongly recommended that attendees of the group also participate in individual therapy, it will be the combination of both experiences that will deeply help the healing process.

Each session started with a quick check-in to share how the week had been for everyone, this was followed by a 5/10 minute relaxation technique, with the rest of the session dedicated to discussing and sharing experiences related to a specific topic relevant to overcoming trauma. Lastly, we distributed voluntary worksheets to be completed for the following week. We would always finish with another check-in to evaluate how everyone had experienced the session and to ensure the participants well-being. Understanding and knowing the structure of each session helped participants to manage the anxiety of the unknown, as did knowing each week’s topic in advance.

I have just outlined a very functional description of our meetings, however a much more emotional description was given to me by a participant: “It’s almost as if we all came in with Band-Aids on, took them off for an hour to expose and survey our wounds, and then managed to put them back on with a kinder, healthier adhesive that would carry us through to the following Tuesday when we would be able to safely let our wounds air again.”

A goal of the sessions is to create a support group where participants can share and feel understood by others going through a similar experience. Sometimes, survivors don´t feel understood by friends and family, they feel they have to mask their true feelings or they feel they have to be very careful with how they express themselves. The idea of the group is to provide a sense of belonging to a space where there is no judgment. In the words of one of the participants: “The group provided community, and focused on demolishing our feelings of isolation, providing hope in that we are not alone in our recoveries”. “The knowledge, the camaraderie, the trust, the laughter, the tears. It was a room free of any compounding shame or guilt that we survivors already feel so often”.

Not only is the group a safe environment, guided by a mental health professional, there are also specific rules in place to ensure everyone’s personal and emotioanl safety. As an example, one of those rules is that we don´t share specific details of our own traumatic past experience but focus on the healing process in the present. (It is recommended that said individual experience is worked in individual therapy).

“I have been doing trauma related work for 4 years now, and this was the first of its kind that didn’t allow any of us to disclose specific, personal events. This kept it professional, scientific and gave a comfortable and needed distance from our own specific traumas. This made it easier to learn the facts about general trauma and trauma work. To be honest, at first I was a bit sceptical – a therapy group without talking about my own unique experiences and hurts? How could this be empowering or helpful? But as I attended the first couple sessions I understood the great wisdom in that. It creates distance from one’s own pain and triggers and trauma, thus allowing the healing to take place from a different angle.”

I cannot put enough emphasis on the bravery that is necessary to take that first step and come to the group – imagine how scary and overwhelming it is to share your inner fears and intimate experiences with a group of people. Those days before actually starting the group are beautifully described by one of the participants: “I had minimal exposure to healing from sexual trauma in a group setting and had no idea what to expect from another one, particularly in another continent. I worried about how we would approach topics and share as a group. I worried about not having started on the first day and being behind and disconnected from the other group members. I worried about the possibility of being engrossed in a means of recovery that went against what I’d learned in LA. I worried about language barriers. I worried about comparing my experiences to others. I worried about being triggered. I worried about content and quality. If there was something to worry about as my first day of group approached, trust me, I worried about it. Diligently. In hindsight, to say I was pleasantly surprised that none of my worries came to fruition would be an insult of an understatement. What I found in that group was something that I couldn’t have ever imagined.“

However, once the group started a special kind of magic happened, and the group healing started. The members started bonding and sharing, and in that simple act of hearing and helping someone else with a similar experience, one’s own healing also happens. The realisation that “I´m not alone and that it´s ok to not be ok” starts to take form. Sometimes all we can ask is that, while we struggle to rise from the mud and bloom into a lotus flower, we not be alone. That is what the group is for.

I cannot stress enough how grateful I am for the brave women that attended this first group and how enriching this experience was for all of us. Observing their interactions, how friendships were forged, and the way in which they guided and helped each other is something I will always cherish.

Proofreading and editing: Gráinne Keeshan

Andrea Moreno
Departamento Psicológico, Psicoterapéutico y Coaching
Andrea Moreno
Psicóloga
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El Perdón Como Herramienta para el Bienestar Psicológico

El Perdón Como Herramienta para el Bienestar Psicológico

El perdón es una palabra que todos hemos escuchado antes, se nos ha enseñado que «debemos» perdonar y todos hemos hecho nuestras propias interpretaciones del término. ¿Cuántas veces hemos visto a un niño tener que dar un beso y decir perdón? El perdón es algo que supuestamente hemos aprendido a hacer. Pero si lo pensamos detenidamente, ¿sabemos qué es el perdón? ¿Sabemos cómo perdonar?

La comprensión que se posea del perdón se verá afectada por la influencia de la cultura, la religión y los factores personales que nos rodean, hecho que complica la mera comprensión del perdón. Por lo tanto, a lo largo de este artículo se va explicar y aclarar qué realmente es el perdón y cómo perdonamos desde una perspectiva psicológica.

Definición

Enright y Fitzgibbons (2000) definieron el perdón como “el deseo de abandonar el derecho al resentimiento, al juicio negativo y a la conducta indiferente hacia quien nos ha herido injustamente, a la vez que se fomentan las cualidades de la compasión, la generosidad e incluso el amor hacia él o ella”.

Es importante entender que el perdón es un proceso interno que el individuo elige activamente y que no depende del ofensor, es el salto de sentirse una víctima a sentirse un superviviente. El perdón es un regalo que uno elige hacer.

Para entender mejor el perdón, es importante tener en cuenta que el perdón no significa:

  • Olvidar: El perdón y el olvido son incompatibles. Para perdonar es necesario que haya una conciencia consciente del daño hecho, si me olvido del daño hecho, no puedo perdonar ni aprender de la experiencia.
  • Justificar o excusar al Ofensor: El primer paso en el perdón es aceptar el daño que se ha sufrido y validar la idea de que uno hubiera merecido algo mejor. El daño es real y puede ser inexcusable. Perdonar no significa creer que lo que pasó estuvo bien, fuera aceptable o «que no fuera tan malo».
  • Reconciliarse con el Ofensor: Como se mencionó anteriormente, el perdón sólo requiere acción por parte de la persona herida. No es necesario el contacto con el ofensor, por lo que la relación no tiene por qué ser renovada. Puedo perdonar sin reconciliarme ni contactar a esa persona otra vez. El perdón no requiere una disculpa.
  • Aceptar: Una mala comprensión del perdón puede ir acompañado del temor de que al perdonar nos colocamos en una posición de vulnerabilidad desde la cual es más fácil volver a ser heridos. Esta idea viene de la creencia que al perdonar dejamos ir la posibilidad de obtener justicia o protección. Podemos buscar que se haga justicia mientras perdonamos, pero es importante saber diferenciar entre buscar venganza y buscar justicia. De forma similar, sería adecuado tener en cuenta que, a lo mejor, la búsqueda de justicia por sí sola podría no proporcionar la sanación interna que buscamos.

El perdón no es una obligación, es un derecho y una elección que podemos hacer cuando queramos y estemos listos. Decidir perdonar implica tomar la decisión de no aferrarse al resentimiento y cambiar nuestra percepción, de esta forma podremos entender a nuestro ofensor (no excusar) y crecer a partir de la experiencia vivida.

El Proceso de Perdonar

Ahora que sabemos qué es el perdón (y qué no lo es), el siguiente paso que tendría sentido dar es comprender cómo perdonamos. Antes de entrar en el proceso del perdón, es relevante mencionar la importancia de ser paciente y amable con uno mismo; no podemos apresurar el verdadero perdón, tenemos que permitirnos sentir lo que sea que estamos sintiendo y trabajar lentamente hacia los próximos pasos de nuestro camino para poder llegar a perdonar verdaderamente. El perdón de ninguna manera implica negar las emociones negativas que podemos sentir hacia el ofensor.

Enright y Fitzgibbons (2000) describieron el proceso del perdón en cuatro fases:

  1.    Fase del Descubrimiento
  2.    Fase de Decisión
  3.    Fase de Trabajo
  4.    Fase de Profundización

Fase del Descubrimiento: Esta primera fase es el momento en que la posibilidad de perdonar está lo más alejada de nuestra mente posible. Es el momento de sentir el daño hecho y tomar conciencia de cómo el suceso ha afectado nuestra vida. No habrá perdón verdadero al menos que aceptemos nuestros sentimientos y nuestras reacciones. Si saltamos hacia la racionalidad y la comprensión sin dejarnos sentir primero, no habrá verdadero perdón, sólo un pseudo-perdón que no ayudará a nuestro crecimiento.

Este es el momento de llorar, desahogarse, enfadarse y sentir vergüenza. Podemos pensar en situaciones alternativas, e incluso podemos encontrarnos hablando a un espejo como si fuera nuestro ofensor. Es de esperar que surjan emociones como la ira o la vergüenza, en este momento es normal y solo hay que dejarlo salir de formas adecuadas. Escriba sobre ello, hable con gente y permita que fluya hacia fuera. Para sanarse, hay que sentir el dolor de la herida.

Fase de decisión: ha llegado el momento de decidir si se quiere o no perdonar. Como se explicó anteriormente, perdonar es un proceso activo que requiere de nosotros elegir la opción de perdonar.

Una vez que las emociones se han expresado, con el paso del tiempo, puede llegar un momento en que surja la sensación de estar atascados en las emociones negativas relacionadas con el suceso. Asimismo, también podemos empezar a darnos cuenta del desgaste que crea la fijación en las emociones negativas. La creencia de que tiene que haber alguna otra manera de lidiar con nuestras emociones y la situación comienza a florecer. Este es el momento en que podemos empezar a pensar en el perdón como una opción real.

Decidir perdonar es un regalo que decidimos ofrecernos a nosotros mismos, el ofensor no tiene que saberlo ni existe la necesidad de creer que él merezca nuestro perdón. En este primer paso solo se requiere tomar la decisión de dejar atrás las emociones negativas y estar dispuesto a trabajar hacia emociones más positivas.

Fase de Trabajo: Una vez que se toma la decisión de iniciar el camino hacia el perdón toca trabajar para lograrlo, de eso trata esta fase. El objetivo será cambiar nuestra percepción sobre el ofensor y obtener una mejor comprensión de la situación.

Para lograr este objetivo, un primer paso será aprender más sobre el ofensor: sus experiencias vitales, sus valores, etc. Hacemos el esfuerzo de ver el mundo a través de sus ojos y entender qué pudo moverle a actuar como hizo. Recuerde, estar de acuerdo con las elecciones hechas por el ofensor o excusar su comportamiento no es nuestro objetivo, sólo estamos tratando de entender.

Con el tiempo los sentimientos negativos pueden ser liberados lentamente. La comprensión obtenida podría, incluso, llegar a conducir a sentimientos de compasión hacia el ofensor. Es posible que no deseemos volver a contactar con él, pero podemos desearle lo mejor en el futuro.

La fase de trabajo es el momento en el que podría darse la reconciliación. Como ya sabemos, el contacto con el ofensor no es necesario para perdonar ni es necesario restablecer la relación para perdonar. El perdón puede ocurrir sin reconciliación y la reconciliación puede ocurrir sin perdón.

Fase de profundización: Tal y como lo describen Enright y Fitzgibbons (2000), la fase de profundización se caracteriza por la creación de significados que rodean al incidente ofensivo, la posible aparición de un nuevo propósito en la vida, la realización de la propia necesidad de perdón y un aumento de los sentimientos positivos.

Esta fase es cuando finalmente podemos decir que hemos integrado la experiencia, se ha encontrado un sentido a la existencia del suceso ofensivo. Hemos aprendido algo de él y de alguna manera nos ha cambiado para mejor, quizás ganando un nuevo propósito en la vida.

Cuando el perdón se da de verdad, el desprendimiento de sentimientos negativos ocurre y un sentimiento de liberación viene de la nueva comprensión adquirida. La comprensión de que no estamos solos también puede venir, no sólo de que muchos otros han pasado por nuestra experiencia, si no que también podemos tomar conciencia de que nosotros mismos podemos buscar el perdón de alguien en el futuro. Al final y al cabo, todos estamos aquí intentando aprender, crecer y sacar el máximo provecho de la vida.

Con todo esto, creo que ahora es el momento ideal para que miremos nuestras «mochilas de resentimiento» y decidamos si estamos listos y dispuestos para probar a perdonar, quién sabe, a lo mejor nos sentimos mejor después.

Bibliografía

Enright, R.D. (2010). Forgiveness is a Choice. A step-by step process for resolving anger and restoring hope. Washington DC: APA.

Enright, R.D (2015). 8 Keys to forgiveness. New York: W.W Norton & Company, INC.

Enright, R.D., & Fitzgibbons, R. (2000). Helping clients forgive: An empirical guide for resolving anger and restoring hope. Washington DC: APA.

Andrea Moreno
Departamento Psicológico, Psicoterapéutico y Coaching
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El Duelo tras la Muerte de una Mascota Querida: Tres características y Recomendaciones para su Resolución

El Duelo tras la Muerte de una Mascota Querida: Tres características y Recomendaciones para su Resolución

El duelo es el proceso psicológico que se produce a partir de la pérdida por la muerte de un ser querido, es una experiencia universal, única y dolorosa. La pérdida conduce a la necesidad de adaptarse a una nueva situación, una realidad en la que ya no está ese ser querido. Teniendo en cuenta esta definición de duelo, no sorprende que los dueños de mascotas atraviesen este mismo proceso cuando su querida mascota fallece.

Las mascotas cada vez se encuentran más integradas en las familias, se les considera un miembro más. Al igual que cualquier otro miembro, ellas tienen su rol y su función. Requieren la responsabilidad de que las cuidemos de forma adecuada y a cambio nos ofrecen su amor y compañía incondicional. Todo esto hace que cada vez estemos más unidos a ellas, lo que a su vez también significa que su pérdida produce un vacío significativo en sus humanos.

Todo esto puede resultar obvio para todos aquellos que tengan mascota, pero aún así resulta común encontrar a aquellas personas que les cuesta entender el sufrimiento que vive las persona tras la pérdida de su querido compañero animal. Expresiones del tipo “cómprate otro”, “solo era un animal”, o “tampoco es para tanto” son comunes cuando alguien se aventura a compartir el sufrimiento que está viviendo debido a la pérdida de su mascota.

El proceso de duelo tras la pérdida de una mascota es similar al vivido tras la muerte de una persona querida, el duelo no depende de las características del ser que hemos perdido, si no del vínculo que hayamos establecido con ellos. Dicho esto, hay tres características que pueden diferenciar una pérdida animal de una pérdida humana: las actitudes sociales, la culpa y la ausencia de ritos. A continuación se irá explicando cada una de estas tres características junto con recomendaciones para facilitar la correcta resolución del duelo:

1. Actitudes Sociales

En un estudio realizado por Adams et al. (2000) se detectó que el 50% de las personas que habían sufrido la pérdida de su mascota sentían que la sociedad no valoraba que su pérdida fuera digna de poder vivir un proceso de duelo. No se da valor a esta pérdida ya que generalmente se considera que una mascota es reemplazable, no legitimando la relación existente entre la persona y su animal.

Este no reconocimiento del sufrimiento dificulta la expresión de la vivencia interna tras la pérdida, complicando el proceso de duelo. En relación con esto, las personas se pueden sentir obligadas a actuar de forma normalizada (como si nada hubiera sucedido) rápidamente tras la pérdida, o podrían negarse a compartir cómo se sienten o a pedir ayuda si lo necesitaran por el miedo a ser juzgados.

Recomendación para aquellos atravesando el duelo:

Es importante en este momento rodearse de gente con la que se sienta cómodo y con los que pueda estar sin necesidad de fingir de que se encuentra bien, si así no lo siente. Continuar con sus actividades del día día es esencial, pero no sienta que tiene que llevar una máscara para poder desenvolverse en la vida real.

Intentar encontrar un grupo de gente que comparta valores similares a los suyos, puede resultar beneficioso. Es importante sentirse libre de expresar como se siente, si no encuentra eso en su día a día recuerde que hoy contamos con una ventaja: internet. A lo mejor encuentra un grupo de apoyo cerca de usted o un foro donde pueda sentirse libre de expresar cómo se siente.

Hablar es importante, hable de los recuerdos bonitos que tiene de su mascota, comparta lo que ella significó para usted y todo aquello que la hacía única. Hable de lo bueno y lo malo, comparta con los demás quien fue su mascota.

Finalmente, como ya se mencionó, siga con sus actividades. Siga saliendo a pasear y yendo a parques, puede que al principio le duela o le cuesta mucho, pero es importante que consiga poco a poco volver a disfrutar, al fin y al cabo, eso es lo que querría su mascota.

2. La Culpa

A diferencia de lo que sucede en el duelo por pérdida de un humano, la culpa suele cobrar un papel relevante y principal cuando fallece nuestro animal de compañía. La intensa culpa que se vive tras la muerte de una mascota viene explicada por dos aspectos: el tipo de vinculación que se establece con el animal y el gran número de casos en los que la muerte se produce por eutanasia.

El tipo de relación que se establece entre el dueño y su mascota será dependiente, es decir, el bienestar del animal dependerá completamente de su dueño (de nosotros depende que coman, que reciban cuidados veterinarios, que salgas a pasear, etc.). El sentido de la responsabilidad que esto produce es una de las razones por las que surgen los sentimientos de culpabilidad tras la muerte del animal. Por ello, es frecuente encontrar la sensación de que se podría haber hecho algo más.

En lo que se refiere a la muerte por eutanasia, esta decisión tomada por los dueños suele provocar un sentimiento de culpa muy intenso que invade todo el proceso de duelo. La actitud o la comprensión que la persona tenga de la eutanasia va a afectar posteriormente al proceso de duelo que la persona atraviese, pudiendo afectar a su intensidad y duración. La interpretación que se haga de la eutanasia puede oscilar entre la comprensión del acto como una liberación para el sufrimiento del animal hasta la sensación de haber tomado una decisión que convierte al dueño en asesino. Cuanto más duro se sea con uno mismo en la interpretación, mayores serán los sentimientos de culpabilidad.

Recomendación para aquellos atravesando el duelo:

La culpa es un peso enorme, siempre se encuentran cosas que se podrían haber hecho o manejado mejor una vez que la situación ya ha pasado. Recordar que hizo cuanto pudo dentro de una situación complicada y con los recursos de los que disponía es importante.

Es interesante tener en cuenta que la culpa también nos da algo a lo que agarrarnos, nos ofrece control en una situación en la que disponíamos de poco control. Es decir, si yo me siento culpable eso significa que yo podría haber hecho algo para cambiar lo sucedido, no soy victima de la situación. Pero la realidad es que seguramente no pudo hacer más de lo que ya hizo, a veces suceden cosas desagradables en la vida y las manejamos lo mejor que supimos en ese momento.

En una línea similar a lo comentado anteriormente es importante que hable y se permita recordar, cuando vengan los recuerdos dolorosos, permítase atravesarlos pero no niegue los recuerdos bonitos que usted también tiene. Use los recuerdos positivos como el colchón al que caer tras rememorar los momentos más duros. Si expresar cómo se siente es difícil, empiece por escribir. Ponga palabras a todo aquello que tiene dentro, lo que siente y piensa, lo importante es sacar fuera el nudo de dolor que tiene dentro.

3. Ausencia de Ritos Funerarios

Los ritos funerarios tienen una importancia que no debemos olvidar en la elaboración del duelo, ayudan a la persona a poder despedirse de forma formal y a poder ubicar al fallecido en otro plano en su mente. La ausencia de ritos existente para las mascotas fallecidas puede dar lugar a que se dificulte la resolución del duelo, al impedir que se haga un gesto para honrar a la mascota y despedirse públicamente.

Recomendación para aquellos atravesando el duelo:

Hacer un gesto conmemorativo para celebrar la vida que tuvo su mascota es importante, no tiene porque ser algo grande, simplemente es encontrar una forma de despedirse y recordar las cosas positivas que su animal le aportó.

 

El proceso de duelo que se atraviesa tras la pérdida de una mascota es una experiencia dolorosa, pero recuerde que no está solo, hay mucha gente atravesando una situación similar que usted. Mantenga sus actividades del día a día y no se aísle. Recuerde que el duelo no significa un adiós para siempre, es simplemente un cambio en la relación que teníamos con nuestro querido compañero. Puede que ya no esté con nosotros físicamente pero podemos ubicarles en un sitio en nuestra mente y corazón pudiendo acudir a ellos cuando lo necesitemos. Finalmente, no dude en pedir ayuda si siente que está estancado y que no consigue avanzar en el proceso de duelo.

Andrea Moreno
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