– Me han diagnosticado ansiedad. ¿Cuál es el mejor ansiolítico?

+ Con calma, empecemos por el principio.

– Y ¿cuál es el principio?

+ Ya desde la biblia, el principio siempre es la palabra: ansiolítico significa, literalmente, que calma la ansiedad. Ahora bien, hoy en día utilizamos muchos fármacos distintos, de diversos grupos farmacológicos

– ¿Tantos hay?

+ Sí, unos pocos. Antidepresivos, como sertralina o escitalopram; antipsicóticos, por ejemplo, olanzapina o quetiapina; antihistamínicos (hidroxizina); antiepilépticos (pregabalina, gabapentina); betabloqueantes (propranolol); y por último, lo que la mayoría de las personas entiende por ansiolíticos sin apellido, aunque también reciben el nombre de hipnótico-sedantes, las benzodiazepinas (alprazolam, lorazepam, diazepam). Como interés histórico, porque ya no se usan para la ansiedad pero los medios de comunicación los adoran, los barbitúricos.

– Uf, cuántos nombres. Los médicos debéis de estar hechos de otra pasta, para ser capaces de acordaros de esos palabros.

+ Y pronunciarlos sin mordernos la lengua, sí 😉

– ¿Podrías explicarme cómo se da nombre a los medicamentos, ya que estamos en eso de las palabras?

+ Muy brevemente. Cuando un fármaco está en fase de desarrollo, y aún no se sabe si será útil o no, se le da un «nombre en clave», formado por letras y números, por ejemplo UK-92,480. Una vez comprobada su eficacia, recibe un nombre que tiene que ver con su estructura química y la familia a la que pertenece (lormetazepam, imaginemos): este nombre es el «genérico» o «denominación común internacional», por la que será conocido en todo el mundo, con pequeñísimas variaciones según el idioma. Y por último, cuando la empresa lo comercializa, le asigna un nombrecito inventado por el departamento de marketing, o basado en alguna de sus características (p. ej., Atarax -hidroxizina- un antihistamínico con propiedades ansiolíticas, del griego ataraxia, imperturbabilidad, serenidad). Aprovecho además para señalar que los nombres comerciales que voy a usar en estas líneas tienen un fin exclusivamente docente, y no responden a interés comercial alguno (no tengo ningún vínculo con la industria farmacéutica).

– Me queda claro, entonces. Vuelvo a mi pregunta inicial, de todas esas opciones, ¿cuál es la mejor para la ansiedad?

+ Eso va a depender de muchísimos factores.

– ¿Por ejemplo?

+ El primero, y probablemente más importante, el tipo de cuadro clínico. Y además me gustaría recordar que la psicoterapia es lo más indicado para los cuadros de ansiedad leve, y combinada con el tratamiento farmacológico en los moderados.

– O sea, que no siempre que uno tiene ansiedad debe tomar pastillas, ¿no?

+ Exacto. Puede que ni siquiera tenga que hacer nada, recordemos que la ansiedad es una emoción congénita (nacemos con ella) y hasta adaptativa, por ejemplo, la ansiedad normal ante el primer día en un trabajo nos empuja a hacerlo mejor. Ahora bien, cuando es tan exagerada que nos bloquea, o tiene consecuencias muy negativas para la vida en cuanto a sufrimiento innecesario, obviamente habrá que tratarla.

– Entonces, ¿cuál es el mejor fármaco? ¿Los antidepresivos, a pesar de su nombre?

+ Probablemente sí. Hoy en día, la gran mayoría de los cuadros de ansiedad se tratan con antidepresivos. Por hablar de diagnósticos concretos, el trastorno de pánico (con o sin agorafobia), el de ansiedad social y el de ansiedad generalizada, los más frecuentes, tienen como primera indicación

– ¿Sin estar nada nada deprimido? ¿No será que la mayoría de los casos se mezcla la ansiedad y la depresión?

+ Algo de eso hay, ciertamente. Pero incluso en la ansiedad más pura, sin nada de componente depresivo, los antidepresivos son la primera indicación.

– ¿Todos los antidepresivos valen?

+ Prácticamente todos. La excepción más notable es el bupropión, que no sirve. Los más usados actualmente son los famosos ISRS (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina), y de estos, las guías actuales recomiendan la sertralina como primera opción. También se usan extensamente los otros, escitalopram, fluoxetina, paroxetina.

– Entonces, ¿basta con tomar una pastilla y se me quita la ansiedad para siempre?

+ Uy, la magia la tienen otros en exclusiva. Me temo que los antidepresivos funcionan de otra manera: hay que tomarse el tratamiento todos los días, y poco a poco, la ansiedad irá bajando. Además, no es infrecuente que al principio incluso empeore.

– ¿Cómo de poco a poco? ¿Cuánto tarda el antidepresivo en funcionar?

+ Aquí, me temo, hay que ser un paciente «paciente». En todos los casos hablamos de semanas para conseguir el éxito total y, aunque hay una gran variabilidad interindividual, un mínimo de unas 2 semanas para ver efectos.

– Pero si me estoy sintiendo muy mal, ¿cómo hago para sobrevivir ese tiempo, hasta que funcione el antidepresivo?

+ Ahí es donde entran en juego los otros grupos que decía, vamos con el principal, las benzodiazepinas, benzos para los amigos. Son ansiolíticos puros (es decir, no antidepresivos), pero también tienen más acciones, las mejor conocidas, son buenos relajantes musculares, hipnóticos (somníferos, hacen dormir) y hasta antiepilépticos. Hacen efecto al momento, duran horas y se eliminan, pero…

– Si son tan buenos como parece, ese «pero» debe de ser del tamaño de un mamut.

+ PERO como he dicho, dan sueño (ya vamos mal, si pretendemos tomarlos por el día y hacer una vida normal), enlentecen, disminuyen los reflejos y el equilibrio, la memoria funciona mal mientras se está bajo sus efectos, son letales en sobredosis, tienen potencial de abuso y adicción, y de desvío para fines ilícitos además.

– ¡Entonces son malísimos! ¿Cómo es posible que estén entre los fármacos más vendidos?

+ Porque realmente son eficaces para lo que se pretende, acabar con la ansiedad, y bien utilizados resultan sumamente útiles. De lo más conocidos, el bromazepam (el famoso Lexatin, el de la expresión popular «tortilla de Lexatines»), lorazepam (Orfidal) y alprazolam (una de las benzodiazepinas más potentes, con nombre comercial en España alusivo a su acción, Trankimazin).

– ¿Cómo hay que tomarlos?

+ Exactamente cómo diga el médico… para evitar esos riesgos que decíamos, en esta medicación es especialmente importante seguir la pauta prescrita, y comunicar a nuestro profesional si nos desviamos de ella. En el trastorno de pánico, por ejemplo, con cierta frecuencia, al principio se usan benzodiacepinas junto con el antidepresivo, para cubrir el tiempo en que tarda en actuar este, y se retiran en semanas.

– ¿Qué pasa cuando están pautadas «SOS»?

+ También se llama «a demanda», «de rescate» o «si precisa». Es una forma muy útil de tomar benzodiazepinas. Significa que no están pautadas, no se toman diariamente ni mucho menos, sino solo cuando la persona cree que no va a poder controlar la ansiedad, o está en medio de una crisis. Muchas veces basta con llevar la pastilla encima para darnos tranquilidad y no tener que tomarla, casi como un amuleto. Por poner una analogía, es como tener paracetamol en casa. No siempre que nos duele la cabeza lo vamos a tomar, sabemos que a veces basta con dormir, o hacer algo entretenido y se nos pasa, pero en caso de necesitarlo, ahí está y eso es suficiente.

– ¿Cuál es la mejor de todas, entonces?

+ Uf, no hay ni mejor ni peor. Se diferencian en cuanto a la rapidez de acción, la potencia (cantidad necesaria para ejercer su acción), duración del efecto, probabilidad de ansiedad «de rebote», forma de metabolismo… dependiendo de lo que se busque, así se elegirá el compuesto.

– ¿Y los otros tipos de fármacos que decías?

+ Algunos antihistamínicos (de primera generación, que pasan al cerebro) producen una «sedación» inespecífica y sensación de calma: el más usado, la hidroxizina. También se emplean ciertos antipsicóticos (sobre todo olanzapina y quetiapina) por esa misma acción sedante, y los antiepilépticos llamados gabapentinoides, pregabalina y gabapentina, que comparten con las benzodiazepinas su acción a favor del neurotransmisor de la calma, el ácido-aminobutírico (GABA). Todos ellos son sin duda útiles especialmente cuando por algún motivo, no queremos usar benzodiazepinas. El más frecuente, por el riesgo de adicción.

– Sin tener una bola de cristal, ¿cómo sabes que alguien se va a hacer adicto a las benzos?

+ Efectivamente, saber con seguridad no sabemos, pero recordemos que el mejor predictor de futuro es el pasado: alguien con antecedentes de consumo de cualquier sustancia, probablemente tendrá problemas. Especialmente cierto con el alcohol: la mezcla de alcohol y benzodiazepinas es de las más peligrosas en mi campo.

– ¿Los otros fármacos son mejores y más seguros que las benzodiazepinas?

+ Los otros fármacos tienen también sus propios efectos secundarios y sus problemas, no hay ningún medicamento que esté exento de ellos. Hasta el mismo agua, en exceso, es peligrosa. Pero sin duda ofrecen varias ventajas, especialmente en cuanto su nula capacidad de adicción y desvío.

– No has hablado de ese otro con el nombre tan difícil, el propranolol.

+ El propranolol, y alguno otro de su grupo, los betabloqueantes, están indicados para una forma muy específica de ansiedad, el «pánico escénico». En ciertos medios se conoce como «la pastilla de los opositores», y también es muy popular entre los que van a dar una conferencia o, más moderno, una presentación.

– ¿Cómo funciona?

+ Es el único de todos los fármacos que hemos dicho que no pasa la barrera hematoencefálica, es decir, no llega al cerebro. Su acción consiste en reducir todos los síntomas de ansiedad «periféricos», es decir, del cuerpo más que de la mente: taquicardia, sudoración, temblor, sequedad de boca… y de este modo, secundariamente, nos autoconvencemos de que no estamos ansiosos. Es ideal por eso para exámenes orales, actores de teatro, y todas aquellas situaciones donde no sean deseables los efectos sedantes de los otros fármacos. Obviamente, los antidepresivos tampoco sedan, pero como dijimos al principio, no valen para el momento.

– Vaya repaso le hemos dado a la farmacología. ¿Algún mensaje final?

+ El de siempre: haz caso a tu médico y confía en Sinews, estamos aquí para ayudarte.

– Espera, casi se me olvida, ¿qué hay de los remedios herbales? ¿Ese de nombre tan difícil que está de moda?

+ La fitoterapia casi mejor que la dejamos para otro día, hoy se nos hace tarde.

Sobre la autora

Alicia Fraile es psiquiatra en SINEWS con más de 20 años de experiencia en psiquiatría clínica general. Ha trabajado en daño cerebral, Centros de Salud Mental, psiquiatría laboral, accidentes de trabajo y su repercusión en psiquiatría (trastorno de estrés postraumático, trastornos adaptativos), pacientes con problemas de salud crónicos y por supuesto con los cuadros más frecuentes de nuestro campo: ansiedad, depresión, insomnio, trastorno obsesivo-compulsivo.

Alicia Fraile Martin
Departamento Médico
Alicia Fraile Martín
Médico especialista en Psiquiatría
Adultos
Idiomas de trabajo: Español e inglés
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