Las relaciones entre madres e hijas han sido objeto de estudio en diversas corrientes de la psicología, desde el psicoanálisis hasta la teoría del apego. Estas teorías sostienen que nuestras primeras relaciones de apego, en particular con nuestras figuras maternas, desempeñan un papel fundamental en la formación de nuestra psicología. En este contexto, quiero compartir una reseña de «Apegos Feroces», una novela autobiográfica que aporta una perspectiva de género a la representación de los apegos de una mujer desde su infancia hasta su madurez.
Sobre la autora y su libro “Apegos feroces”
La literatura es un medio idóneo para acercarnos a la psicología. Es maravillosa la forma en la que podemos aprender de alguien que nos da acceso, a través de la escritura, a los pensamientos y sentimientos ligados a su historia personal. Las memorias de la escritora Vivian Gornick son un claro ejemplo de ello.
En “Apegos feroces”, la autora nos transmite de una manera honesta y apasionada sus vivencias, sus relaciones y sus aspiraciones. Desde el punto de vista psicológico, nos ofrece un discurso altamente introspectivo acerca de la relación con su madre desde sus primeros recuerdos hasta los últimos.
La novela relata las conversaciones que tiene con su madre dando paseos por Manhattan, cuando ella es ya una mujer madura y su madre, una anciana. En estas conversaciones, reina una evidente tensión. Los reproches y las críticas conviven con palabras de comprensión y complicidad. En el transcurso del libro, la autora entrelaza la potente ambivalencia de esta relación, con las dificultades que experimenta en la conformación de sus relaciones adultas y en la búsqueda de su propia identidad.
Apego y dependencia
La historia personal de Vivian Gornick gira entorno a los temas del apego y la dependencia. La novela se dedica a explorar la dinámica compleja entre madre e hija, que oscila entre la cercanía emocional y el conflicto.
Al inicio del libro Gornick se refiere así a la relación con su madre: “Estamos atrapadas en un estrecho canal de familiaridad, intenso y vinculante: durante años surge por temporadas un agotamiento entre nosotras. Después, la ira brota de nuevo, ardiente y clara…”. El amor y el odio se entremezclan de forma evidente. Se trata de un vínculo tanto feroz, como ambivalente.
La madre de Gornick es representada como una figura dependiente emocional dominante, aferrada al amor de su marido como única fuente de satisfacción y aferrada al sufrimiento cuando este fallece. Ella describe a su madre al inicio del libro como “cálida y sarcástica, histérica y generosa, irónica y sentenciosa, y, ocasionalmente, lo que ella consideraba afectuosa: ese estilo áspero e intimidante que asumió cuando fue vencida con la ternura que más temía”. La autora, se representa a sí misma como una adolescente que no encuentra un vínculo seguro y saludable en el hogar.
La novela hace ver cómo la autora arrastra estas carencias y malestares generados en la infancia a sus vínculos en la edad adulta. La descripción detallada de los altibajos de su vida amorosa no tiene como objetivo seducir o entretener, sino más bien, sirve como una ilustración conmovedora de su incapacidad para escapar de la influencia de su madre. En esencia, Gornick nos habla de la tendencia psicológica a buscar patrones familiares en nuestras relaciones posteriores como una forma de intentar sanar heridas emocionales y superar las experiencias formativas que nos han marcado desde temprana edad.
La búsqueda de la identidad
Otro de los conflictos planteados en la novela tiene que ver con la construcción de la propia identidad. Gornick describe su lucha por encontrar su propio lugar en el mundo. Las figuras femeninas a las que se ve expuesta desde pequeña otorgan una gran importancia a sus relaciones con los hombres. Cómo explicaba antes, cuando el padre de Gornick fallece, su madre entrega el resto de su vida al luto y sufrimiento por esa perdida.
La autora se pregunta hasta el final de la novela cómo puede amar, es decir, forjar relaciones auténticas y duraderas, al mismo tiempo que desarrolla su autonomía y su crecimiento personal. Desde una perspectiva psicológica, los apegos pueden manifestarse como un reflejo de nuestras necesidades y deseos más profundos. Sin embargo, cuando la línea entre la dependencia saludable y la dependencia perjudicial se desdibuja, la búsqueda de la identidad individual corre el riesgo de ser sometida a la necesidad imperante de estar cerca del otro.
A quién recomiendo este libro
Apegos feroces es una novela dura, escrita con pasión y fuerza, dedicada a transmitir con potencia emocional aspectos más oscuros y más amables de las relaciones afectivas. La exploración de la autora de sus propios apegos, puede generar un “efecto espejo”, que nos invite a reflexionar sobre nuestras propias relaciones y cómo influyen en nuestra percepción de nosotros mismos. No es una lectura que resulte ligera, pero para aquellos interesados en sumergirse en el mundo de los apegos y las relaciones desde una perspectiva feminista, puede ser una buena opción.
Sobre la autora
Emma es psicóloga sanitaria en Sinews. Atiende a adultos y adolescentes que acuden a consulta por problemáticas como ansiedad, depresión, duelo, autoestima, dependencia emocional… Además, es especialista en el tratamiento del trauma. Realiza sus intervenciones desde un enfoque integrador, que incluye una exploración de las relaciones vinculares primarias desde la mirada de la teoría del apego, así como una aproximación al problema desde una perspectiva cognitivo-conductual, empleando técnicas efectivas según la demanda de cada paciente.
Departamento Psicológico, Psicoterapéutico y Coaching
Psicóloga
Adultos y adolescentes
Idiomas de trabajo: Español e inglés