El Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es un trastorno que se suele asociar con la infancia. Sin embargo, muchos adultos siguen mostrando signos y síntomas relacionados con el déficit de atención que dificultan en gran medida las actividades de la vida diaria e incluso deterioran su autoestima y salud psicológica. En este artículo veremos en qué consiste el TDAH y cómo tratar de paliar su impacto en la vida diaria.

Nuestro organismo tiene unos recursos limitados para percibir y procesar el mundo que nos rodea, y en la actualidad vivimos en entornos sobrecargados de estimulación e información. Debemos hacer frente a una infinitud de demandas: trabajo, ocio, vida social, vida personal, pareja, hijos… además de un sinfín de reglas auto-impuestas que en ocasiones pueden suponer una sobrecarga de nuestras capacidades cognitivas. Tenemos además una marcada presión social hacia la productividad, en la que parece que si no haces nada con tu tiempo libre estás malgastándolo o no estás aprovechando tu vida al 100%.

Y es que no sé si te pasa, pero en lo personal me cuesta cada vez más esfuerzo ponerme a realizar tareas complicadas o que requieren una concentración durante largos periodos de tiempo. Siempre parece haber algo mejor que hacer, algo más urgente, o distracciones que me impiden realizar ese trabajo tedioso que me acerque a cumplir mis objetivos.

En este contexto de sobrecarga de información, existen cada vez más canales de comunicación y medios de entretenimiento que se basan en la gratificación inmediata. En casi todos los medios y plataformas, se promueve el consumo de contenidos cada vez más breves y rápidos, y nuestras capacidades atencionales se reducen progresivamente: resulta cada vez más complicado concentrarse en una tarea, organizarse, y evitar las distracciones que nos bombardean por todos lados.

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Un estudio realizado en Canadá mostró que la amplitud atencional promedio de las personas pasó de 12 segundos en el año 2000, a 8 segundos en el año 2015. Surgió incluso el concepto del “efecto goldfish”, asimilando nuestras capacidades atencionales a las de un pez. Vivimos en un mundo cada vez más distraído, en el que el recurso más preciado, tu atención, se convierte en la moneda de cambio más importante.

No es extraño que cada vez con más frecuencia acudan a consulta personas que tienen un pobre concepto de sí mismas relacionado con su “falta de motivación”, “falta de concentración”, “falta de organización”, “falta de productividad” o conceptos similares relacionados con la capacidad de fijar unas metas y establecer un plan que nos acerque a ellas.

¿Qué es el TDAH?

Como cualquier diagnóstico, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es una etiqueta que se aplica a las personas que reúnen un grupo determinado de signos y síntomas. En general, consideramos algunos subtipos dentro del TDAH: el inatento, el hiperactivo/impulsivo, y el combinado.

Aunque se asocie a la infancia, en parte debido a la prevalencia de hiperactividad en los más jóvenes, muchos adultos experimentan dificultades relacionadas con la inatención, la organización y la planificación, que implican grandes dificultades en su vida diaria. Estos son tan sólo algunos de los síntomas que pueden darse en personas con un diagnóstico de TDAH.

Relacionados con la inatención:

  • Se distraen con mucha facilidad.
  • Dificultad para sostener la atención en una actividad.
  • Pierden objetos importantes con frecuencia.
  • Problemas con la Organización y la percepción del tiempo.
  • Dificultad para planificar los pasos necesarios hasta una meta, y el seguimiento de dicho plan.
  • Tendencia a la procrastinación.
  • Con frecuencia no prestan atención a los detalles, y por ende cometen numerosos errores u omisiones por inatención.
  • Dificultad para completar proyectos/actividades en los que se han implicado (incluso en la vida personal).
  • Pierden el hilo de la conversación o parecen no escuchar.
  • Evitan tareas que requieran esfuerzo cognitivo.
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Relacionados con la impulsividad/hiperactividad:

  • Responden o completan las frases antes de que los demás terminen. Interrumpen conversaciones
  • Dificultad para esperar el turno, o hacer colas
  • Toma de decisiones impulsiva
  • Se sienten como un “motor en marcha” que es difícil de parar
  • Dificultad para mantenerse quieto o sentado en situaciones que lo requieran
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En resumen, las personas que reciben el diagnóstico de TDAH suelen tener problemas de inatención que les dificultan llevar a cabo un esfuerzo continuado, saber cuándo iniciar y detener sus acciones, problemas con la procrastinación, con la organización de sus tareas o vida personal, tendencia a la impulsividad (entre otros), que generan grandes dificultades en casi todas las áreas de la vida.

Y estos problemas no afectan únicamente al trabajo o a sus proyectos: Les acaba resultando complicado hacer amistades y mantenerlas, mantenerse en un puesto de trabajo, mantener una pareja a largo plazo, e incluso regular sus emociones, algo que acaba creando una suerte de círculo vicioso del que es complicado salir.

Sin duda, todas estas dificultades acaban viviéndose como un fracaso personal y una falta de motivación o la famosa “fuerza de voluntad” que generan un malestar inmenso. Muchos de los adultos que reciben el diagnóstico de TDAH han crecido con comentarios como “es que es muy vago/a” “es un perezoso/a”, “está en su mundo”, “es un despistado/a” que a fuerza de repetirlos, acaban siendo interiorizados y formando parte del autoconcepto.

Pero, ¿y si te dijera que el origen de todas estas dificultades está más en tu entorno que en tu cerebro?

Cómo mejorar la atención y los síntomas del TDAH

Muchas veces las personas que reciben el diagnóstico piensan que como su cerebro funciona de manera diferente, no podrán mejorar su atención/motivación/memoria de ninguna manera, o que no hay nada que hacer a parte de usar fármacos. Aunque los fármacos pueden suponer una gran ayuda (consulta siempre con tu psiquiatra), tenemos un gran margen de maniobra para mejorar tu calidad de vida, tu productividad, y en última instancia tu autoestima, a través de los entornos en los que vivimos.

Pero piénsalo: vivimos en entornos (virtuales y no virtuales) minuciosamente diseñados para favorecer algunos comportamientos y reducir o evitar muchos otros comportamientos.

  • Cuando entras al supermercado, y ves que el pan y la comida preparada se encuentran al fondo ¿puede que sea para favorecer que compres otros productos en el camino aunque sólo necesites una barra de pan?.
  • Cuando usas redes sociales y los algoritmos te ofrecen contenido cada vez más adaptada a tus gustos, ¿puede que sea para que uses la app más tiempo, y visualices más publicidad?
  • Cuando conduces y ves señales de tráfico, ¿no son para favorecer o reducir unas acciones u otras?
  • Los casinos que no tienen ni ventanas ni relojes ¿puede que sea para reducir la percepción del tiempo y que los jugadores gasten más dinero?

Estos son tan sólo algunos ejemplos muy comunes. Definitivamente, todo el mundo que nos rodea está generalmente diseñado por otras personas, y hay ciertos estímulos que señalan que si hacemos una cosa “x”, puede que tenga unas consecuencias más o menos agradables, y que por tanto tendamos a hacerlas más o menos.

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Y así es como (simplificándolo mucho) podemos tratar de mejorar cómo nuestros problemas de atención y desorganización nos afectan en nuestra vida diaria: aprendiendo sobre tus dificultades concretas, y tomando el control del diseño de tu entorno, creando sistemas que te pongan algunas cosas más fáciles, y otras más complicadas. De esta manera, junto con un entrenamiento que te permita generar mejores habilidades de planificación, gestión del tiempo, y un mayor conocimiento de cómo se originan y mantienen los hábitos que queremos generar, empiezas a tomar poco a poco el control y el poder de decisión sobre las cosas que haces.

El primer efecto de esto, y casi el más importante, es darse cuenta de que en general no somos “nosotros/as” los que “tenemos una falta de motivación” o “fuerza de voluntad”. Darnos cuenta de que los problemas psicológicos en general no son como una enfermedad que tenemos dentro y que nos imposibilita realizar ciertas cosas, sino que es más bien el sistema en el que nos encontramos sumergidos el que nos pone las cosas más difíciles (o fáciles). Somos individuos en constante interacción con diferentes entornos (físico, social, cultural, etc.), y es en esa interacción donde podemos actuar.

Este primer paso es tremendamente importante, ya que nos puede ayudar a aliviar cierta parte de culpa y malestar relacionados con nuestra autoestima: cambiamos el foco de atención de “no sirvo para nada”, “no consigo terminar nada”, “soy un vago/perezoso” a “¿qué puedo mejorar en mi sistema para que esto me cueste menos?” “Qué acciones concretas puedo incorporar en mi día a día para tratar de mejorar este aspecto”… Y esto es un paso de gigante.

El segundo paso es ponerse manos a la obra: ser cada vez más consciente de cómo, cuándo, y dónde están esos “estímulos” que desencadenan nuestros comportamientos, y cómo las consecuencias de nuestros actos favorecen o disminuyen la probabilidad de que hagamos las cosas que queremos hacer.

Una vez que hemos hecho este estudio minucioso de nuestros hábitos, nuestras rutinas, los sistemas que utilizamos para manejar nuestro tiempo y nuestros proyectos (laborales, familiares, personales, etc.) tendremos mucha más información para tratar de modificarlos. Así, nos transformamos en los “diseñadores” de nuestros propios entornos (tanto virtuales como no virtuales) y tendremos muchas más herramientas para acercarnos a las personas que queremos ser, y actuar de una manera más acorde con nuestros valores.

¿Cómo puede ayudarte un/a psicólogo/a a mejorar los síntomas del TDAH?

La Psicología es la ciencia del comportamiento: los profesionales de la psicología son por tanto expertos en el estudio de cómo ciertos problemas psicológicos se originan, cómo se mantienen en el tiempo, y las técnicas necesarias para modificarlos y reducir tu malestar.

Junto contigo, tu psicólogo/a hará ese análisis minucioso de tu situación actual (que va mucho más allá de la etiqueta de TDAH), para hacerte un “estudio a medida” de las dificultades que experimentas en tu vida diaria.

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Tras esa primera fase de evaluación, de nuevo junto contigo, acordaréis ciertos objetivos y os pondréis manos a la obra para realizar los cambios necesarios que te lleven a donde quieres llegar. Lo bueno de trabajar con un/a psicólogo/a es que en general te guiará en el proceso, priorizando los cambios que puedan generar más impacto en el resto de tus problemáticas, y diseñando un programa de intervención progresivo y organizado para que no te parezca una tarea imposible desde el principio. Paso a paso, siempre teniendo en cuenta tus preferencias y prioridades, para ir generando y consolidando los hábitos que deseas cambiar.

Estos son los beneficios:

  • Entenderás mucho mejor qué es el TDAH o las dificultades de atención, mas allá de la etiqueta diagnóstica.
  • Descubrirás muchas de las cosas que hacen que tras varios intentos, no consigas mejorar esa desorganización, procrastinación, déficit de atención (y por tanto te sentirás más en control, y menos “culpable”).
  • Tendrás una visión mucho más clara de cómo los problemas se mantienen y cómo podrías mejorarlos.
  • Trabajaréis mano a mano para diseñar un programa y un sistema que se adapte a tí y a tus circunstancias (normalmente en internet encontramos “Tips” o consejos que tratan de aplicarse al mayor número de personas, pero no se adaptan a cada caso concreto).
  • Reducirás ese malestar, estrés y estigma que generalmente van asociados con el TDAH (esas ideas de “pereza”, “falta de ganas/motivación/fuerza de voluntad” etc.).
  • Mejorarás tu productividad y tu propia capacidad de análisis para modificar tus comportamientos en el futuro.
  • Tendrás a alguien que pueda resolver todas tus dudas y ofrecerte una visión externa de lo que te está sucediendo.

En resumen, la atención es la primera puerta de entrada para toda la información importante que nuestro organismo procesa. Sólo la información a la que prestamos atención plena acaba consolidándose y recordándose. Sabiendo que además vivimos en un mundo con cada vez más distracciones, los adultos con TDAH experimentan grandes dificultades en todas las áreas de la vida (laboral, personal, social, pareja, etc.) que acaban generando una gran frustración y deteriorando su autoestima.

Consultar con un profesional de la psicología te puede ayudar a entender mejor por qué se originan y mantienen los problemas que experimentas, y te permitirá poner en marcha estrategias concretas para mejorarlos.

Sobre el autor

Alejandro Sancha es Psicólogo General Sanitario y Neuropsicólogo clínico. Cuenta además con un posgrado en psicología de la infancia y la adolescencia. Tiene experiencia con diversos problemas psicológicos (ansiedad, trastornos del estado de ánimo, estrés, TDAH, rehabilitación en daño cerebral adquirido, entre otros) y trabaja desde una perspectiva basada en la evidencia. Su pasión por comprender el comportamiento humano le condujo a dedicarse a la clínica, siendo muy importante para él que sus consultantes se sientan cómodos/as desde el inicio, entendiendo cómo su malestar se origina y cómo se mantiene a día de hoy, para así generar las herramientas necesarias que les permitan alcanzar el mayor bienestar posible en sus vidas.

Alejandro Sancha Moreno
Departamento Psicológico, Psicoterapéutico y Coaching
Alejandro Sancha Moreno
Psicólogo
Niños, adolescentes y adultos
Idiomas de trabajo: Español, inglés y francés
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