¿Qué es un trauma?
Según la organización mundial de la salud, el trauma ocurre cuando: La persona ha estado expuesta a un acontecimiento estresante o situación (tanto breve como prolongada) de naturaleza excepcionalmente amenazadora o catastrófica, que podría causar un profundo disconfort en casi todo el mundo (O.M.S.: CIE-10).
El trauma es una reacción psicológica de las personas, tras un suceso negativo y altamente estresante que aparece de manera inesperada e incontrolable. Al comprometer la integridad física o psicológica de la persona que lo sufre, y siendo ésta incapaz de afrontarlo, se crea un malestar muy intenso en ella.
El alto impacto psicológico de los sucesos traumáticos se debe a la intensidad del suceso unido a la ausencia de respuestas psicológicas adecuadas para afrontar algo desconocido e inesperado. Para considerar un evento como traumático tiene que ser de carácter negativo, inesperado y repentino.
Una gran parte de los individuos que se enfrentan a una situación traumática sufren de consecuencias psicológicas posteriormente, que pueden ser agudas o crónicas. En los primeros momentos post – trauma hay síntomas que se pueden considerar normales y muy a menudo, estos síntomas remiten de manera espontánea, pero a veces las consecuencias perduran en el tiempo o se incrementan afectando la salud mental.
Síntomas asociados al trauma
Una vez superado el shock inicial, las respuestas a un acontecimiento traumático pueden variar. Las respuestas más comunes son:
- Flashbacks y pesadillas
- Ansiedad y constante nerviosismo
- Rabia
- Negación del suceso
- Cambios en los patrones de pensamiento
- Mayor dificultad para concentrarse
- Conductas de evitación hacia los recuerdos del suceso
- Miedo intenso a que se repita el suceso traumático, sobretodo en los aniversarios del suceso o al volver al lugar del suceso original
- Retraimiento y aislamiento en las actividades cotidianas
- Detrimento en la salud general o empeoramiento de una enfermedad existente
- Cambios en el estado de ánimo
- Disociación
- Irritabilidad y cambios de humor repentinos
- Sintomatología física de estrés, como sudoración, cefalea y náuseas
- Alteración del sueño o incapacidad de dormir (insomnio)
En su mayoría, los afectados no desarrollarán un trastorno por estrés postraumático (TEPT), trastornos de ansiedad o depresivos o trastorno Disociativo de la identidad, sino manifestaciones normales del síndrome postraumático, incluso en situaciones de alto impacto psicológico
Trastornos traumáticos
Tras la exposición a un evento traumático o estresante, es posible que se desarrollen reacciones psicológicas graves, desembocando en uno de los trastornos relacionados con el trauma y el estrés.
Los diagnósticos incluidos en ésta categoría de trastornos son:
- TEPT (Trastorno de estrés post-traumático).
- Probablemente el más común y estudiado, con una prevalencia del 1-4% de la población. Es especialmente común en personas con profesiones que suponen un riesgo de exposición a eventos traumáticos (Policías, sanitarios, militares…) Son comunes síntomas como pesadillas e insomnio persistentes y recurrentes, flashbacks, aislamiento y alta reactividad (agresividad, hipervigilancia…), miedos irracionales, desrealización (sentir que el mundo no es real) y despersonalización (sentirse un observador externo de sí mismo) y aturdimiento.
- TEA (trastorno de estrés agudo).
- Se caracteriza por sintomatología similar a la del TEPT que ocurren después del evento traumático. Dichos síntomas pueden durar entre dos días y 4 semanas después del evento traumático. Lo que más lo diferencia del TEPT es que los síntomas deben aparecer casi inmediatamente después del suceso.
- Trastorno de adaptación.
- Aparece sintomatología ante un acontecimiento traumático claro y definido, en los tres meses siguientes al inicio, pero no se puede clasificar como TEPT. Se presenta un malestar intenso desproporcionado a la gravedad o intensidad del factor estresante y un deterioro significativo en el funcionamiento normal. El malestar se manifiesta con disminución del rendimiento laboral o escolar, cambios en las relaciones sociales, complicaciones en una enfermedad existente, problemas en la pareja o la familia y dificultades económicas.
- Trastorno de apego reactivo (RAD) (diagnosticado sólo en niños).
- Se caracteriza por una distorsión y falta de desarrollo en la capacidad de relacionarse socialmente. Entre los síntomas más comunes se encuentran tristeza o reacciones de miedo sin motivo aparente, reacciones emocionalmente pobres hacia los demás, episodios de alta irritabilidad y limitación en la expresión de afectos positivos.
- Trastorno de compromiso social desinhibido (DSED) (diagnosticado sólo en niños).
- Aparece una falta de selectividad ante las figuras de apego que se eligen, siendo demasiado familiar con personas desconocidas y buscando contacto afectivo fuera del círculo social cercano.
- Otro trastorno especificado relacionado con el trauma y el estrés.
- Aparece sintomatología característica de los trastornos relacionados con trauma y estrés, causando un malestar significativo y deterioro en todas las áreas, pero no se cumplen los criterios para ninguno de los diagnósticos anteriores. En este caso, se especifica qué otro trastorno podría estar influyendo en la sintomatología.
- Trastorno relacionado con el trauma y el estrés no especificado.
- Lo mismo que el trastorno anterior, pero sin especificar ningún otro trastorno.
Existen varios factores que pueden hacer que las experiencias traumáticas sean más negativas. Por un lado, los factores asociados a la propia persona como la manera en la que percibe y experimenta la situación, la capacidad de resiliencia o el historial de salud mental. Por otro lado están los factores asociados a la propia situación: pérdidas humanas y materiales, extensión en el tiempo o cronicidad, edad a la que comienza (en caso de abuso). Por último factores asociados al lugar donde se produce el suceso; la presencia de apoyo social, existencia de medidas preventivas, la propia cultura comunitaria, o el cuidado de la salud mental existente en esa sociedad.
El trauma en la infancia
Teniendo en cuenta que durante la infancia un niño depende de sus cuidadores, cualquier conducta de abuso o abandono puede afectar de manera traumática, al ser vivida como una amenaza a su propia integridad.
Además, en la infancia es común que los maltratos sean continuos, siendo una situación crónica para ellos. Es importante destacar que el abandono es otra forma de maltrato, siendo igual de perjudicial psicológicamente que el abuso físico o sexual.
Consecuencias del trauma en la infancia: ¿Cuándo buscar ayuda profesional?
Las reacciones mostradas por niños y adolescentes que han estado expuestos a eventos traumáticos pueden resumirse en:
- Desarrollo de nuevos miedos.
- Ansiedad de separación (especialmente en los niños pequeños).
- Alteraciones del sueño.
- Pesadillas.
- Tristeza.
- Pérdida de interés por las actividades normales.
- Disminución de la concentración.
- Deterioro del trabajo escolar.
- Rabia.
- Quejas somáticas.
- Irritabilidad.
El funcionamiento en la familia, el grupo de amigos o la escuela puede verse afectado por estos síntomas, poniendo en riesgo la estabilidad mental de los más pequeños.
Los trastornos disociativos: respuesta al trauma crónico
¿Qué es la disociación?
El término disociación hace referencia a una desconexión entre mente y cuerpo; una interrupción en la forma en que la mente maneja la información. Puedes sentirte desconectado de tus sentimientos, pensamientos, recuerdos y el entorno que te rodea y puede afectar a tu sentido de la identidad y percepción del tiempo
La disociación es un mecanismo de defensa del ser humano ante el trauma, que nos permite difuminar e incluso eliminar experiencias demasiado dolorosas para asimilar, sobre todo cuando somos niños y nos estamos desarrollando. Así, ante el abuso o maltrato (sobre todo en la infancia y adolescencia), los síntomas disociativos son un salvavidas para muchas víctimas; el problema es que ésta reacción en principio adaptativa, se convierte en disfuncional muy rápidamente, afectando la salud mental de las víctimas
Los síntomas disociativos
Los síntomas disociativos se dividen en tres bloques: Amnesia, desrealización/despersonalización y confusión/alteración de la identidad. (Steinberg, 1995).
La amnesia cumple la función de permitir al paciente seguir con su vida olvidando selectivamente la situación angustiosa y la emoción intolerable; en el Trastorno disociativo de la identidad por ejemplo, las partes que se encargan de las situaciones de la vida cotidiana normalmente presentan amnesia para los traumas previos.
La despersonalización desconecta el cuerpo de la consciencia de manera que el individuo puede desligar la experiencia traumática de sus propias emociones; muchas veces cuando hay un trauma severo no percibimos la parte emocional de la experiencia para defendernos contra el grado de activación emocional que nos provoca.
La alteración de la identidad alterna un estado mental con otro sin crearse una meta conciencia que abarque ambos.
Los trastornos disociativos
Los trastornos disociativos incluyen varios síndromes con el núcleo común de una alteración en la conciencia que afecta tanto a la identidad como a la memoria.
- Amnesia Disociativa, en la que los pacientes pierden memoria autobiográfica de ciertos eventos, generalmente acontecimientos de naturaleza traumática o estresante.
- Fuga disociativa, en la que la amnesia cubre toda (o al menos una parte muy grande) la vida del paciente y va acompañada de pérdida de la identidad personal y en muchos casos un traslado físico (de ahí su nombre). La amnesia disociativa puede diagnosticarse con o sin fuga disociativa.
- Trastorno de identidad disociativa o TID (anteriormente trastorno de personalidad múltiple), en el que el paciente parece poseer y manifestar dos o más identidades (una personalidad “huésped” y uno o varios “alter egos” ) que alternan el control sobre la experiencia, el pensamiento y la acción consciente y están normalmente separados por cierto grado de amnesia.
- Trastorno de despersonalización, en el que los pacientes sienten que han cambiado de alguna forma o que de alguna manera ya no son reales.
- Trastornos disociativos no especificados, en el que el paciente manifiesta algunos síntomas disociativos en cierto grado pero no llegan a cualificar para un diagnóstico de los anteriores.
Aunque los efectos del trauma pueden repercutir en áreas de funcionamiento que parecen alejadas del trauma, considerar el trauma como la principal influencia causal de los síntomas puede ayudar a empoderar a las personas para que se curen a sí mismas con apoyo, y validación en un entorno seguro.