El número de separaciones en nuestro país ha aumentado exponencialmente a lo largo de los últimos años y las principales víctimas de todo proceso de ruptura son los hijos, en especial, los más pequeños.
Todo divorcio tiene repercusiones sobre los niños implicados. Las reacciones y sentimientos de cada niño al divorcio de sus padres depende de su nivel de desarrollo, su personalidad y temperamento, sus estilos de aprendizaje, sus fortalezas y debilidades particulares, sus necesidades únicas, explicaciones recibidas, continuidad de la relación con ambos progenitores, acuerdos o desacuerdos entre los padres, grado de hostilidad entre los mismos y la intervención de otros adultos o sistemas.
¿Cómo afecta el divorcio a mi hijo?
El divorcio, siempre produce un alto impacto emocional en los hijos. Atenuar este impacto para que sus consecuencias no acarreen un daño irreversible en su desarrollo psico- evolutivo, así como, alcanzar una reorganización familiar viable, es crucial para los niños. Por tanto, es importante conocer los cambios que se pueden producir.
Niños de 2 a 6 años
En los más pequeños son habituales conductas regresivas como volverse a hacer pipí en la cama, chuparse el dedo, querer dormir con los padres, miedos, ansiedad, etc. También rabietas, necesidad de llamar la atención constantemente, y ansiedad de separación (al dejarlo en el colegio). Podemos observar también una vinculación excesiva normalmente con la madre que se ve desbordada y no entiende lo que pasa. En ocasiones, el niño puede pasar de la agresividad al menosprecio, o a la búsqueda de un afecto incondicional (abrazos, besos, promesas de que se portará bien, etc.). También nos podemos encontrar con alteraciones en el patrón de la comida y el sueño, quejas somáticas (dolor de cabeza, estómago etc. no justificadas), apatía, introversión, mutismo ante nuevas personas, y dificultad para relacionarse o jugar.
Niños de 7 a 12
En esta franja de edad, los niños ya disponen de mayores recursos verbales lo que en cierto modo les ayuda a exteriorizar sus sentimientos. Pueden seguir presentes los diferentes síntomas antes expuestos, y además pueden presentar comportamientos y conductas de recriminación a los padres con la esperanza de intentar unirlos de nuevo si siguen sin aceptar la situación. Asimismo, pueden aparecer conductas manipulativas, de menosprecio o rencor a alguna de las figuras paternas, y esto se agravará según las actitudes que tomen los adultos que rodean al niño. Sentimientos de culpa, conductas de riesgo, baja autoestima, dificultades en las relaciones con sus iguales, baja tolerancia a la frustración, y agresividad son otros síntomas que pueden estar presentes en esta etapa. Pueden aumentar la hiperactividad e impulsividad, y puede también aparecer un deterioro en el rendimiento escolar. Niños que habitualmente eran buenos estudiantes pueden empezar a tener dificultades.
Adolescencia
Durante esta etapa, los jóvenes que afrontan la separación de los padres pueden incrementar sus conductas de riesgo (alcohol, drogas y otras sustancias). En las niñas parece que hay un mayor riesgo de que se produzcan, en algunos casos, precocidad o promiscuidad en las relaciones sexuales. Asimismo puede aparece la necesidad de vincularse afectivamente a una pareja pero con poca capacidad para mantener una relación estable y equilibrada, así como dificultades en las relaciones con los iguales y poca capacidad para la resolución de conflictos de forma dialogante. También son comunes una baja autoestima, baja tolerancia a la frustración y agresividad.
Cosas a evitar
El divorcio disuelve el vinculo conyugal que une legalmente a los esposos, pero conserva el vinculo parental que los une cómo padres. Los hijos no quieren perder a ninguno de sus progenitores, por lo tanto, tienen que sentirse seguros que no perderán sus presencias ni sus cuidados. Para esto, debemos tratar de evitar pedirle a los niños que escojan entre sus padres; pedirle a los niños que asuman una posición en cuanto al conflicto entre los padres; hablar mal del otro padre; ventilar las frustraciones en los niños; volvernos a los niños en busca de apoyo o guía; exponer a los niños a las discusiones; usar a los niños de mensajeros; usar a los niños de espías; decirle a los niños cómo deben sentirse; negar o descontar los sentimientos de los niños; pedirle a los niños que guarden nuestros secretos; descuidar las necesidades de los niños; exigirle demasiado a los niños; expresar la ira inapropiadamente; y expresar amargura, falta de respeto, u hostilidad hacia el otro padre.
Pautas de actuación para padres que se separan
- Los padres deben ayudar a los hijos a que entiendan que sus hábitos de vida van a cambiar y que tendrán que construir sus nuevas rutinas. Los niños deben acostumbrarse a disponer de uno u otro, en casas y ocasiones distintas. La normalidad en la vida de los padres provoca normalidad en la vida de los hijos.
- Los padres deben ayudar a sus hijos a que comprendan que sentimientos como la inseguridad, el miedo o el desánimo pueden aparecer y cómo pueden controlarlos. Los padres deben encauzar sus propios sentimientos para así poder ayudar luego a sus hijos a hacer lo mismo.
- Los padres deben dejar claro a sus hijos que siempre van a estar para ellos. Los padres se divorcian, los hijos no.
- Los progenitores que tras la separación se ven obligados a asumir tareas y responsabilidades que antes nunca habían tenido, e incluso limitaciones económicas, deben ser conscientes de que lo que sus hijos más necesitan es su atención, apoyo, presencia, afecto y amor. También debemos tener en cuenta que ahora no se trata de volcarse en exceso en los hijos ni tampoco dejarles hacer lo que quieran.
- Los padres deben hablar con sus hijos sobre su separación sin dar demasiadas explicaciones y sin atribuir culpables. Lo importante es que los niños sepan que sus padres seguirán a su lado y que podrán disponer de ellos cuando lo necesiten.
- Los padres deben evitar enfrentamientos entre ellos mismos. Vivir enfrentado obliga a odiar y el odio no aporta nada a los niños. Deben evitar ejercer demasiada presión a los hijos, impidiéndoles, por ejemplo, que tengan algún tipo de relación con la nueva pareja de su ex pareja o hablarle mal del otro conyugue.
Preguntas frecuentes y guías para su contestación
¿Por qué se va papá de casa?
Es importante contestar a sus preguntas de la forma más objetiva posible. Los reproches y las acusaciones al otro progenitor afectan a los niños porque les suponen un conflicto de lealtad. Para ellos, es mucho más importante saber las consecuencias concretas de la separación: ¿Dónde va a vivir papá? ¿Cuándo y cada cuánto tiempo le puedo ver?
Tiene ahora papá otra familia?
A veces los niños se sienten desplazados por motivos justificados. Cuando el padre o la madre inicia una nueva relación o incluso tiene otro hijo, la familia “anterior” ya no ocupa el primer plano. En esta situación, la sinceridad también es crucial. Aunque esta experiencia puede resultar dolorosa para todos, abstengámonos de acusaciones y juicios
Mamá, ¿tú también te vas a ir?
Para fomentar la confianza, los pequeños gestos cotidianos son importantes: ser puntual al recogerle de la guardería, cumplir las promesas (“este fin de semana iremos al parque de atracciones”), respetar los acuerdos de visitas. Cuanto más se pueda fiar el niño de la palabra de sus padres, más seguro se sentirá.
¿Cuándo vuelve papá a casa?
La sinceridad es muy importante. Las afirmaciones como “quizá papá vuelva un día” refuerzan el caos interior de los niños, porque así nunca abandonan la esperanza de que un día todo pueda volver a ser como antes, y no asumen la nueva situación.
¿Por qué estás tan triste?
Lo mejor es ser honestos y admitir que no estamos pasando el mejor momento de nuestra vida. También hay que esforzarse por no ahogarnos en la autocompasión. La sensación de que papá o mamá están desamparados y necesitan consuelo supera a cualquier niño. Los padres pueden y deben vivir y expresar sus emociones con toda franqueza en un entorno adulto, pero no es conveniente transmitirlas de forma tan explícita en las conversaciones con los hijos.