Con la llegada de septiembre, llega el momento en que los niños vuelven al cole. Los más expertos ya conocen la metodología y lo qué les espera tras la vuelta del verano. Para algunos la experiencia es completamente novedosa, mientras otros han observado a hermanos mayores deseando ser ellos quienes pudieran traspasar las puertas del saber disfrutando de los mismos beneficios qué el mayor. Los adolescentes empiezan con un poco de pereza algunos, y otros con un poco más de ilusión, pero ya son completamente veteranos con eso del primer día de clases, lo han vivido al menos durante nueve años de su vida, así que conocen a la perfección cómo funciona.
Sin embargo, todos tienen algo en común los nervios en el estomago qué, por más veterano que seas, produce ese primer día de clases. Hay muchos niños que lo disimulan bastante bien, o qué la emoción de volver a ver a profesores y amigos supera cualquier ansiedad qué se pueda tener ante la aventura del nuevo año escolar. Los nervios no solo lo sufren los niños sino también los padres, qué en muchos casos pueden llegar a transmitir sus propias angustias, sin quererlo, a sus hijos.
Es normal que surjan interrogantes cómo:
¿Quién será su tutor?
¿Será que este año le irá mejor en esta materia?
¿Será que cómo mezclaron los cursos se llevará mal con sus compañeros?
¿Y si la pasa mal en el colegio?
¿Y si no aprende bien la lección de matemáticas?
¿Y si le pega un compañero?
¿Y si le ponen muchos deberes?…
En fin, un millar de preguntas sobre supuestos de lo que podría pasar, puede agobiar no solo a los niños sino sobretodo a los padres que depositan su entera confianza en el centro educativo para que cuiden de su tesoro más preciado.
¿Qué se puede hacer ante la inminente situación del primer día de clases?
- Muchos expertos concuerdan en que, sin importar si es el primer día de guardería, educación infantil, primaria o secundaria una de las reglas de oro para preparar la transición del verano a la escuela es establecer, por lo menos una semana antes, la rutina qué se pretende mantener durante el año escolar. En este sentido es imperativo qué se vuelvan a implantar la hora de dormir y la de levantarse; así cómo una hora de comida lo más cercana posible a la que mantendrán durante el curso académico. Algunos van un poco más alla y sugieren que se les asigne actividades similares a las que llevaran a cabo durante su jornada escolar, pero todos coinciden que es importante retornar a la rutina habitual, para hacer más ligera la vuelta al cole.
- En el caso de los más pequeñitos que empiezan la guardería o el pre-escolar los padres pueden ayudar con la transición llevándolos al colegio para que se vayan familiarizando con las instalaciones, si es posible que conozcan a sus profesores e incluso practicar con ellos algunas actividades cómo pintar o contar pequeñas historias, que se asemejaran bastante a lo que harán dentro del salón de clases.
- Otra regla de oro que contribuye a fomentar la ilusión con la vuelta al cole es permitirles a los niños que participen durante toda la planificación del nuevo año escolar. Muchas personas todavía recuerdan las visitas a las librerías para hacerse con el material del nuevo año escolar, o lo divertido que era escoger la mochila del personaje de moda. Hacer a los niños participantes activos de la compra de material escolar, del uniforme, de la inscripción al cole, no solo les permite familiarizarse con la idea de empezar el cole sino también fomenta la ilusión con la promesa de vivir nuevas experiencias maravillosas. Si este proceso se acompaña de anécdotas de alguno o ambos padres será un momento inolvidable para el peque.
- Es normal que el primer día, sobretodo los más pequeñines suelte alguna que otra lágrima, los padres deben respetar y normalizar la sensación de angustia qué pueda tener el niño al enfrentarse a la nueva situación. Eso si, deben de armarse de valor para poder despedirlos en la puerta, evitando en la medida de lo posible que el adiós se alargue demasiado, demostrándole la seguridad que ellos necesitan. Los niños más pequeños reciben las señales emocionales de los padres, por eso deben transmitirles calma, tranquilidad y seguridad a sus hijos. Aunque una vez que salgan por la puerta las cosas cambien, mantener la sonrisa junto con una buena disposición le dará coraje al niño para enfrentarse a su nueva situación.
- La mayoría de los colegios ofrecen periodos de adaptación para todos los niños, sobretodo con los mas pequeños suelen ser bastante flexibles. Es posible negociar llevar a cabo esa adaptación por pequeños periodos de tiempo prolongando la hora de salida un poco mas cada dia, hasta su absoluta adaptación. En ocasiones también les permiten llevar algún objeto a clases, como un peluche o una manta que los acompañe a lo largo del dia y les resulte familiar. Por esta razón, siempre es bueno mantener una buena comunicación con el tutor que es quien pautara como se llevara a cabo esa adaptación. Los profesores de los centros educativos están preparados para manejar este proceso, por eso ante la duda de como se llevará a cabo siempre es bueno consultarlo con el experto que en este caso son ellos.
- Conversar con los niños sobre lo que se hará al salir de clases puede contribuir de manera favorable con la adaptación, primero por qué se anticipa los acontecimientos haciendo lo desconocido conocido, pero también por qué les da la certeza que el día en el colegio tiene un periodo de caducidad qué le permitirá reencontrarse de nuevo con mamá y papá.
- Cuando acaba ese primer día de escuela recibirlos con una enorme sonrisa es la mejor recompensa que le pueden dar a sus hijos. Siempre es importante proporcionar palabras de apoyo, que alaben la audacia de haber permanecido todo el día en el colegio. Preguntar sobre lo que hicieron, mostrarse interesado y sorprenderse por las cosas qué han ocurrido durante sus horas lejos de su entorno familiar, les da ilusión a los niños para volver al día siguiente con más historias nuevas para contar. En el caso de los menos conversadores pueden ser los padres los que inicien la conversación, contándoles un poco sobre su día en el trabajo, de esta manera se rompe el hielo modelando con su propia conducta lo qué se espera obtener del pequeño.
Hay que estar atentos si tras el primer día de escuela se manifiesta un claro rechazo al entorno escolar qué puede manifestarse por una oposición violenta, crisis de cólera, dolores de cabeza o estómago, vómitos o diarrea, síntomas que desaparecen cuando no se lleva al niño a la escuela o cuando se retira del entorno escolar.
En esos casos, es importante detectar qué está ocurriendo dentro del centro. En el caso de que la situación se mantuviese se puede consultar a un experto de la rama de la psicología o acercarse al departamento de orientación del colegio quienes podrán aconsejarlos de las medidas a tomar en estos casos.
Cada niño es distinto, por lo tanto, hay que ser pacientes y persistentes durante el proceso de adaptación, permitiéndoles a los niños adaptarse a la situación novedosa motivándolos de todas las maneras posibles. La constante comunicación con el centro escolar para conocer cómo esta siendo la adaptación es la clave de que esa transición se haga de manera exitosa, aportando información vital que permite calmar la ansiedad que pueda sentir cualquier padre ante la nueva experiencia. Igualmente la sonrisa de sus hijos después de que pasa la tormenta, cuando se han familiarizado con el ambiente, han entablado relaciones con sus compañeros, son los mejores indicadores de que la prueba ha sido superada y que les aguardan cerca de nueve meses de momentos inolvidables dentro de su centro educativo.