“¡Es que no sé qué decirle!” Con 37 años la mejor amiga de Patricia se estaba muriendo. Estando a su lado en el hospital durante sus últimos días, los momentos que compartían se reducían a intercambios cortos, cuidados sencillos y miradas en silencio, interrumpido esporádicamente por las visitas de familiares, enfermeros y la oncóloga.
Patricia querría hacerlo bien, estar allí, encontrar la forma de abordar una situación que la dejaba sin palabras y sin aliento. Entre la tristeza y la rabia por perder a su amiga me llamó y me hizo la pregunta que todos nos hacemos: ¿Qué decir en una situación así?
La cuestión que se esconde tras esa pregunta no tiene nada que ver con las palabras. Lo que buscaba Patricia era mostrar su apoyo y cariño a su amiga en una situación crítica.
Me llamó porque soy psicóloga clínica, y parece que eso me convierte en experta en saber qué decir. Pero no le respondí como psicóloga, sino como amiga y como persona que ha estado allí, en la misma situación, acompañando el proceso de morir, sin palabras. También le respondí como antigua voluntaria de un hospicio, dónde recibimos formación específica al respeto. Lo que me enseñaron esas experiencias, es que hay momentos en las que las palabras están sobrevaloradas y la muerte es sólo uno de ellos.
Cuando una persona pasa por un momento doloroso como una enfermedad, depresión, ansiedad, discriminación, una ruptura o un despido, no necesita palabras. Necesita empatía, sentirse acompañada, querida y apoyada. Los mejores amigos de la empatía son el silencio, la comprensión, la presencia y el compromiso. Si queremos trasmitir una empatía verdadera necesitamos ceder la palabra y escuchar, servir en vez de imponer y preguntar en vez de opinar.
Durante el confinamiento del COVID-19, muchos de mis pacientes me transmitían que no se habían sentido acompañados por sus familiares, amigos o compañeros, porque eligieron palabras que hicieron más daño que bien.
Os quiero contar lo que me contaron, en sus palabras y experiencias.
El siguiente listado no pretende acusar, sino crear conciencia sobre el efecto que pueden tener algunas de las frases más comunes que usamos cuando no sabemos qué decir.
Cuando estoy mal y me dices…
Durante el confinamiento del COVID-19, muchos de mis pacientes me transmitían que no se habían sentido acompañados por sus familiares, amigos o compañeros, porque eligieron palabras que hicieron más daño que bien.
Os quiero contar lo que me contaron, en sus palabras y experiencias.
El siguiente listado no pretende acusar, sino crear conciencia sobre el efecto que pueden tener algunas de las frases más comunes que usamos cuando no sabemos qué decir.
- “No llores.” … siento que me tengo que tragar mis lágrimas, cuando lo que más necesito es un hombro en el que apoyarme y llorar. Abrázame, dame la mano y déjame llorar.
- “No te preocupes.” … me siento insegura, porque la verdad es que ahora mismo me preocupa mucho lo que está pasando. Dime que entiendes mi preocupación, así no me siento tan sola.
- “No pasa nada.” … me da vergüenza estar mal, porque parece que es una tontería. Necesito que comprendes que es un tema serio para mí en este momento.
- “No te pongas así.” …me siento como un niño pequeño que ha hecho algo mal. Déjame estar mal, porque ahora mismo no consigo estar de otra manera.
- “Por lo menos no es tan malo como (otra cosa peor).” …. Me siento culpable y malagradecida con la vida. Dame tiempo y acabaré viendo la luz al final del túnel, acompáñame hasta allí.
- “Tienes que ser fuerte.” …. Siento que tengo la obligación de aguantar estoicamente, cuando realmente me siento vulnerable, asustada y cansada. Recuérdame mis fortalezas, y las usaré cuando esté lista.
- “Ay, pero qué horror.” …. Me asusta pensar que ahora te tenga que tranquilizar a tí, no quiero que te preocupes por mí. Está bien que comprendas la envergadura del tema, pero no me asustes más.
- “Estoy aquí para lo que necesites”… pero no me llamas más, dudo si realmente puedo contar contigo. Si quieres estar allí, quítame algunas de mis tareas, no tengo mucha fuerza.
- “Lo que tienes que hacer es” … me siento presionada y cansada. No necesito más consejos, sino tu apoyo emocional. Siéntate conmigo en silencio, eso me dará fuerza para encontrar mis propias soluciones.
- ….y hablas y charlas sin parar…. No tendré el valor de pararte. Pregúntame como estoy, dame tiempo para encontrar mis palabras y escucha lo que necesito sacar sin interrumpirme.
- “Sé exactamente cómo te sientes.” …me pregunto cómo lo puedes saber, si nunca has estado en mi situación, viviendo mi vida, sintiendo mis emociones. Pregúntame como me siento, estoy deseando que alguien quiera saber cómo vivo yo todo eso.
Cuando estás con alguien que lo está pasando mal, párate, no busques palabras, no intentes saber sino comprender y estar allí desde el corazón. Requiere valentía, pero merece la pena.
Tal como nos recuerda Brene Brown: “Empatía no es conectar con una experiencia. Empatía es conectar con las emociones que están debajo de la experiencia.”
La autora
Eva Katharina Herber es Psicología Clínica Sanitaria en Sinews Multilingual Therapy Institute en Madrid. Ayuda a sus clientes a navegar tiempos de cambio con aplicaciones práctica de Psicología Positiva, la generación de sentido en la adversidad y la identificación de las fortalezas personales. Si necesitas un tiempo y espacio para procesar emociones difíciles o buscas apoyo durante un nuevo comienzo, puedes contactarla en www.sinews.es