Se acercan el veranito y las vacaciones y los días de piscina y… ¡¡¡LOS DOLORES DE OÍDO!!! SÍ, bueno, no todo puede ser perfecto. ¿Quién de vuestros hijos sale a la primera del agua? Es una misión casi imposible sacar a los niños del agua. ¡Aunque estén azules de frío! Y claro, lo primero que pensamos es: “ya se cogerá el resfriado del verano”. Pero casi nadie piensa en los oídos, ese órgano esencial para poder percibir los sonidos del mundo y, consecuentemente, aprender a hablar.
Cuando pasamos mucho tiempo en el agua, nuestro oído externo, ese canal que transporta el sonido desde el exterior hasta la membrana del tímpano para luego pasar a porciones más internas, se puede irritar y, entonces, se producen pequeñas grietas que permiten la entrada de bacterias u hongos, lo que causa la otitis externa.
El principal síntoma de una otitis externa es el dolor, pero también se puede hinchar el canal auditivo y, en algunos casos, supurar. Y claro, si hay hinchazón o algún agente extraño en nuestro canal, la audición se ve reducida temporalmente.
¿Y qué pasa si ese dolor de oídos viene acompañado de catarros, sobre todo en un niño propenso a las infecciones de vías respiratorias y/o inmerso en un entorno que le hace más susceptible (humo del tabaco, tomar el biberón en la cama, guarderías)? Pues podría aparecer una otitis media.
Estas infecciones son muy frecuentes en niños de entre 6 meses y dos años, pero se pueden sufrir a cualquier edad.
El oído medio, que es donde se producen las otitis medias, es una cavidad llena de aire ubicada detrás del tímpano. Esta porción del oído está conectada con la nariz por medio de un “tubo” llamado trompa de eustaquio. Este es el encargado de la ventilación del oído y de mantener igualadas las presiones del oído medio con la del exterior para que el sonido pueda trasmitirse correctamente.
Cuando los niños sufren alguna infección de las vías respiratorias con frecuencia, las bacterias o virus pueden pasar a través de este “tubo” al oído y provocar la infección. Cuando esto ocurre, esta porción del oído se llena de líquido, con lo cual ya no puede trabajar como es debido y ciertos sonidos dejan de percibirse adecuadamente.
Aunque ambas infecciones provocan una pérdida temporal de la audición, que se restablece cuando la infección es tratada, si un niño sufre reiteradas otitis los períodos de disminución de la audición pueden ser prolongados, lo que causa un retraso en el lenguaje.
Esto no significa que su hijo se queda “sordo”, es más, es algo casi imperceptible, ya que el niño sigue respondiendo a muchos sonidos. Sin embargo, si observamos con atención, lo más probable es que el niño responda de manera inconsistente a su nombre, si está en lugares abiertos le será necesario mirarle a la cara para poder “adivinar” lo que intenta decirle, no imita ciertos sonidos, produce menos vocalizaciones o simplemente la producción de sonidos se limita a sonidos aislados, sin la complejidad de los sonidos propios del habla.
Estos sonidos, los del habla, son los sonidos más finos y precisos, por ende, los más afectados ante otitis repetitivas. Es como si su hijo recibiera un mensaje más o menos así: “ua do al a e a ua vamo a a a de o a e lo”.
Las infecciones de oído se tratan fácilmente y, cuando se pasa el dolor o el catarro, nos olvidamos por completo. Pero si un niño no se recupera bien, la disminución de la audición puede continuar, con el consecuente retraso en el lenguaje. Si esto sucede, solo lo podemos saber haciendo un estudio audiológico llevado a cabo por expertos en audiología infantil –y os puedo asegurar que no hay muchos.
Cuando papás llegan a la consulta preocupados porque su hijo de 20 meses aún no dice ninguna palabra, lo primero que recomiendo es una valoración de la audición. ¡Después de los resfriados comunes, las otitis son la enfermedad más frecuente en los niños! Así que tiene sentido que revisemos nuestros oídos.
Y ahora ya sabemos, a disfrutar a tutiplén del veranito, pero a la vuelta hay que agregar a la lista de pendientes una visita al otorrino o a un audiólogo infantil.
Sinews MTI
Psychology, Psychiatry and Speech Therapy